Clásico versus viejuno

Tiempo de lectura: 4 min

Hace ya un par de décadas comenzó un proceso inevitable en Santander. Las tiendas de barrio comenzaron a cerrar en aquella época aún era un fenómeno incipiente y no se le prestó demasiada atención.

Sin embargo, había y hay una especie de empatía universal hacia el vendedor incapaz de competir con los precios, las luces y el ¨glamour-agobio¨ de las grandes superficies.

Hoy en día asistimos a la desaparición de comercios de los de ¨toda la vida¨ (especialmente en los últimos meses del año con el fin de la renta antigua).

Liquidaciones que esta vez no son amenazas (hay algunos comercios en Santander que llevan cerrando una década) sino una realidad.

Abren más y más supermercados a las afueras, incluso los ¨chinos¨ como no los habíamos visto nunca, europeizados, con escaparates y cuidados y nueva calidad en las prendas…todo ello puede que indigne al pequeño comerciante y está en su derecho pero, ¿realmente dice la verdad cuando dice que no puede hacer nada por competir con todo eso?

Bueno, quizás ya sea tarde pero puede valer para los nuevos pequeños comerciantes, sí, esos que a partir de ahora no pagarán alquileres ridículos por sus negocios, que es el único factor que se me ocurre para explicar cómo se han mantenido ciertos establecimientos en esta ciudad.

En primer lugar, hay que cuidar la estética, ¡señores!. Es cierto que vivimos en una ciudad que no arriesga y en la que viejuno equivale a clásico en el argot social pero un escaparate tiene que ser una tentación…a gastar tu dinero.

Si el escaparate no me permite soñar o juguetear con la idea de gastar mi dinero cuando me había propuesto que no me compraría nada hasta final de mes, vamos mal.

Santander es la única ciudad en la que se puede sobrevivir siendo borde

Hay algo más que los pequeños comerciantes podrían hacer, no cuesta dinero, es universal y mejora la estética de toda la ciudad.

Se llama sonreír y a veces me parece que está en peligro de extinción en ciertos establecimientos.

Ya sea una cafetería, zapatería, tienda de libros o centro de masajes, lo que demanda el cliente es un poco de amabilidad. Esta es la única ciudad que conozco en la que se puede sobrevivir siendo borde. Esto puede ser motivo de marginación en otras ciudades, no en Santander.

Quiero pensar que esto está cambiando con una nueva ola de tiendas que destilan buen humor y frescura en toda la ciudad, poco a poco, quizás se han dado cuenta de que el cliente no va únicamente a tomar un café o a comprarse una crema.

¨La experiencia de la compra¨ ha pasado de ser un concepto etérico a considerarse algo muy real, casi tangible, especialmente ahora que se van a acabar los alquileres con precios del Monopoly en el centro de Santander.

Por último, hay algo tan obvio que me da casi vergüenza tener que explicitarlo. Si todos los que trabajamos tenemos el mismo horario comercial y los parados y jubilados no tienen tanto poder adquisitivo como los trabajadores en activo, ¿por qué se empeñan los pequeños comerciantes en tener ese horario y en seguirlo a rajatabla?

Quizás su público objetivo se trate solamente de estos dos colectivos sociales (los parados y los jubilados), lo cual me parece perfectamente respetable pero un suicidio económico que denota pocas ganas de cambiar y experimentar con los horarios.

¿Qué tal un 9 a 17h?. Yo sería la primera que compraría en un montón de tiendas que no tengo tiempo de visitar entre semana. Ni se os ocurra intentar traspasar la puerta de una tienda a las 13:32, además de un mal gesto os lleváreis una mala contestación del tipo:¨¡hemos cerrado!¨.

Eso sí, luego echadle la culpa a las grandes superficies, al capitalismo feroz y contadnos apenados lo injusta que es la competencia desleal, bla, bla, bla. Quien no se consuela es porque no quiere.

 

CAMBIAR O NO  CAMBIAR

 

Todo esto nos lleva al espinoso asunto del cambio en este país; cambiar o no cambiar, esa es la cuestión. Un país que sufre una enfermedad social llamada ¨miedo al cambio¨. Pero vamos a ver ¿de verdad creéis que no podremos sobrevivir sin camiserías, librerías religiosas, panaderías y garitos de ¨toda la vida?¨

Lo único que no cambia es lo que está muerto

Hay gente clásica y luego están los viejunos.

Esos que ante el la tesitura de tener que amputar un miembro necrosado elegirían aferrarse al mismo como si la vida les fuera en ello.

Su particular síndrome de Diógenes en cuanto a costumbres y usos sociales les lleva a querer mantener la ciudad tal y como la conocieron hace varias décadas.

Es entonces cuando no te queda otra opción que recordar a esos individuos que lo único que no cambia es lo que está muerto.

no sounds of ambiance
christina aguilera weight loss Louis Vuitton’s current ad campaign features Vermeer

interpretation of the film’s ending is to be believed
weight loss tipsThis week in Houston Fashion
Mostrar comentarios [2]

2 Comentarios

  • alejandro
    15 de diciembre de 2014

    Nunca en la vida un pequeño coercio SANTANDER podrÁ competir en publicidad con lAS MULTINACIONALES.

    Privatizando todo sistema de publicidad en la ciudad.

  • Escéptico
    15 de diciembre de 2014

    Me parece que el artículo se equivoca al considerar sólo aspectos superficiales. Es cierto que la amabilidad y la estética son muy importantes, pero si, como ella misma señala, hasta ahora algunos habían sobrevivido siendo bordes, era porque no aún se habían topado con la máxima expresión de una competencia implacable en precios y variedad de productos. Evidentemente, no están preparados para eso, y va aser muy dif´ñicil que lo hagan. Se enfrentan a todo: impopularidad, poca oferta, alquileres… Y ahora viene la fase en que las franquicias y marcas asociadas a grandes superficies comienzan el asalto definitivo al centro: ellos sí venden, y en el mismo terreno que los derrotados; la competencia por lo que queda de las clases medias es brutal. Para los demás, es decir, parados, jubilados con pensiones de miseria y pobres en general, están los chinos.

Los comentarios de esta noticia está cerrados.

  • Este espacio es para opinar sobre las noticias y artículos de El Faradio, para comentar, enriquecer y aportar claves para su análisis.
  • No es un espacio para el insulto y la confrontación.
  • El espacio y el tiempo de nuestros lectores son limitados. Respetáis a todos si tratáis de ser concisos y directos.
  • No es el lugar desde donde difundir publicidad ni noticias. Si tienes una historia o rumor que quieras que contrastemos, contacta con el autor de las informaciones por Twitter o envíanos un correo a info@emmedios.com, y nosotros lo verificaremos para poder publicarlo.