El ‘rural’ Revilla recupera el Gobierno gracias al voto urbano

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La noche de la pegada de carteles, el inicio de la campaña electoral, fue premonitoria de lo que iba a suceder 17 días más tarde. El líder del Partido Popular, Ignacio Diego, empecinado en la confrontación con Revilla como única estrategia para la mayoría absoluta en Cantabria, daba paso sobre el escenario a un espectáculo de Los Carabelas. “Somos el verdadero regionalismo”, ha repetido hasta la saciedad, en busca de un espacio electoral que le era totalmente ajeno – fuera de lugar en romerías y con albarcas-.

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De la Serna bailando Los Carabelas con una seguidora en la noche de pegada de carteles

La escasa militancia – más bien cargos públicos y de partido- que se dio cita en la plaza de Alfonso XIII de Santander hubiera preferido bailar I gotta feeling de los Black Eyed Peas;  pero allí el único que bailó un poco fue el alcalde, Iñigo de la Serna, al ritmo de Un verano en Santander –nunca se puede olvidar, sobre todo las chavalas que pasean junto al mar-. Bailó De la Serna a una fan de avanzada edad, el perfil actual del votante del bipartidismo. (Lo de desvelar los carteles de campaña, dos grandes plasmas ocultos bajo una sábana con aspecto de sobre envuelto para regalo… vamos a dejarlo).

El PRC alquiló un local para la campaña electoral en la calle Hernán Cortés, a las puertas de la Plaza de Pombo, en el segundo ensanche de Santander, icono del esplendor de la ciudad de la mano de la burguesía mercantil santanderina de los siglos XVIII y XIX.

En lugar de pitu, tambor o rabeles, la música que amenizó la smartpegada de carteles regionalista fue la de un saxofonista, asistido por una base electrónica desde una mesa de sonido: Pure Cosmopolitan. Y el 24 de mayo, 17 días más tarde de aquella noche de pegada de carteles, Cantabria eligió que Revilla volviera a ser presidente, sobre todo en las principales ciudades.

Saxo urbano....

Saxo electrónico en el PRC

Los datos hablan por sí solos: Revilla ha conseguido que el PRC sea la primera fuerza política en voto autonómico en Torrelavega y en el corredor del Besaya, en Los Corrales de Buelna y en Reinosa (empezaba las elecciones ocho puntos por debajo del PP y las terminó cinco por encima), pero también en el nuevo eje de desarrollo y de población, en Laredo (con 18 puntos de ventaja sobre el candidato municipal del PRC) y en Castro Urdiales (donde sólo pudo ser tercera fuerza política en 2011).

Pero hay más: allí donde Revilla no ha podido ser primero se ha consolidado como segundo, pisando los talones al Partido Popular en Santander (estaba a 33 puntos y se ha quedado a 14); en Camargo (ha dejado la diferencia con Ignacio Diego en cuatro puntos); en Piélagos, hasta el domingo feudo inexpugnable de los populares (ha rebajado la distancia con el PP de 31 a 8 puntos); en El Astillero (empate técnico, a 10 votos del líder del PP); o en Bezana (de 29 puntos de diferencia a sólo 8)

Paradójicamente, la única población de más de 10.000 habitantes que le ha retirado el apoyo mayoritario ha sido Santoña; y no será porque Revilla haya vendido pocas anchoas, pero últimamente le tiran más las de Castro.

Revilla, el niño de Polaciones que forjó el sueño de la autonomía, el que le puso albarcas al Rey de España y ordeñó una vaca en Buenafuente, llevándose de calle el voto urbano. Revilla, novena legislatura, 9×4=36. El voto de refugio, de la casta y de Venezuela, todo a la vez.

LA RESACA DEL TSUNAMI, LA RESACA DEL PP

La lectura del peor resultado de la historia no tiene muchas vueltas: en 2011 logró la mayoría absoluta en virtud del tsunami azul que capitalizó el desencanto con las políticas del Gobierno de Zapatero, apoyado en Cantabria en el bipartito PRC-PSOE y en la extrema apropiación de Miguel Ángel Revilla de las políticas socialistas, de las buenas; los golpes fueron todos en el culo del PSC-PSOE.

¿Qué es un tsunami? Una ola gigante, que igual que entra en tierra con una fuerza descomunal y superando todos los límites conocidos de la marea, retrocede con una mayor capacidad de destrucción y se lleva los votos muy hacia mar adentro. La metáfora de 2011 le vale al PP para explicar sus resultados de 2015.

Hace cuatro años logró la mayoría absoluta, sobre todo en Santander (donde bordeó los 50.000 votos, el 53%). Los días posteriores a las elecciones salías a la calle y no te equivocabas si en cada grupo de tres adultos apostabas a que uno hubiera depositado en las urnas la papeleta de Ignacio Diego.  Pues bien, en la capital cántabra se ha dejado casi 20.000 votos. 20.000 que se han ido y que mucho tiene que cambiar el PP para que vuelvan.

Diego arrasó en Santander, pero también en Torrelavega, con un 37% de los sufragios, con 668 votos más que el que sería alcalde, Ildefonso Calderón. Este domingo se ha dejado en la capital del Besaya 4.304 votos, 12 puntos. Y le ha pasado en mayor o menor medida en Camargo, en Castro Urdiales, en El Astillero, en Piélagos, etc.

Llegó al trono de la mano de la desafección y se va por otro desencanto, el de Mariano Rajoy. Por el deterioro de las siglas, porque no se han depurado responsabilidades por los casos de corrupción, por la aplicación de medidas que no estaban en el programa y por una explicación de las mismas que han sido un insulto a la inteligencia. Y también se va por encararse con profesores y obreros de fábricas que perdían sus trabajos, y por arrancar carteles críticos en el Hospital de Sierrallana. Por todo un poco.

Ni siquiera ha conseguido el objetivo Iñigo de la Serna, que volvía a presentarse de candidato en Santander para amarrar el voto urbano autonómico de la capital. A buen seguro ha resistido mejor que otros alcaldes de capitales de provincia del PP y ha doblado la diferencia de voto en la comparativa con Diego, en concreto la nada despreciable cifra de 5.885, el doble de diferencia que en 2011. Pero ha sido el alcalde que perdió la mayoría absoluta del PP en Santander, un shock necesario para la ciudad. El debate de la sucesión, desde luego, no lo abrirá el alcalde.

EL PSC-PSOE, EL CAMINO DE LA IRRELEVANCIA

El PSOE tendrá protagonismo en el Gobierno, pero los cántabros no han premiado al PSOE nacional ni mucho menos al Partido socialista cántabro. Leerán en positivo que resisten como primera fuerza progresista, por delante de Podemos, y volverán a engañarse al solitario: Revilla es el primero de los indignados y ha abierto un abismo electoral entre el PRC y el PSC-PSOE.

Revilla se ha llevado votos de los que no quieren al PP, de los que no creen en el PSOE y de los que recelan de las nuevas marcas, Podemos y Ciudadanos: ha sido el voto de seguridad de los cántabros.

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Lola Gorostiaga, tapada por el PSC durante la campaña, volvió a la foto en la noche electoral

¿Y por qué será que los cántabros no creen en el PSOE? Tal vez sea porque no creen en su regeneración; que ha sido en toda regla una sucesión controlada, de mujer a mujer, de Gorostiaga a Díaz Tezanos; puede que no crean en el liderazgo de Eva, una candidata que bordeaba el 50% de desconocimiento en la encuesta preelectoral del CIS, a pesar de que Revilla ha cedido la oposición clásica parlamentaria; él tenía libros y televisión.

Es muy difícil creer en la renovación de una lista electoral de la que forman parte la exvicepresidenta, la exdirectora general de la Mujer o el diputado más antiguo de San Rafael (junto a Revilla), Miguel Ángel Palacio.

Y todo en un partido que analiza datos electorales en reuniones presididas por el exconsejero de Economía, de las operaciones financieras, del entramado de empresas públicas, que está imputado, citado para el día 2 de junio para concretar las acusaciones, y que va a ir a juicio más pronto que tarde por su gestión del Racing de Santander.

Lo que llevaba el PSOE a estas las elecciones no es una mochila; es una losa que lleva grabadas la sucesión de errores mayúsculos en los últimos doce años.

Y así, el PSOE ha pasado a ser irrelevante en las principales ciudades de Cantabria. El análisis municipio a municipio del comportamiento voto autonómico muestra que los socialistas son tercera o incluso cuarta fuerza política, como en Castro Urdiales, donde Podemos se coloca detrás del PRC y por delante de PP y PSOE.

De los 10 municipios más poblados, sólo en Santoña logran los socialistas superar al PRC y ser la segunda formación política; mientras que en Santander y en Torrelavega cada vez se aleja más de Revilla. En la capital del Besaya, la ciudad de tradición industrial por excelencia, el PSOE se sitúa a 16 puntos de Revilla (por 13 de hace cuatro años) y por detrás del PP.

En la capital cántabra, la distancia entre PRC y PSOE es de casi 8 puntos (les separaban cinco en 2011) y eso que en el voto municipal Pedro Casares sostiene al PSOE como segunda fuerza en Santander a pesar del éxito de Revilla en el voto autonómico. La diferencia en votos de Casares con Eva Díaz Tezanos (+ 4.061) es todavía superior a la que obtuvo Eugenia Gómez de Diego con respecto a Lola Gorostiaga (+1.505).

Y esto es una constante en el resto de grandes municipios: Cruz Viadero, en Torrelavega, saca 1.100 votos más que Díaz Tezanos; Salomón Martín, en El Astillero, 800 más que la candidata regional; Pablo Zuloaga, en Bezana, otros 600 más, etc.

De los Ayuntamientos de más de 10.000 habitantes, el PSOE sólo gana las elecciones municipales en Laredo y en Santoña; pero en la misma línea, en ninguno consigue ser primera fuerza de voto autonómico. Los resultados del viejo PSOE no son casuales.

Aguanta el PSOE algo mejor en las elecciones municipales. Como el doble de mejor o como la mitad del descalabro autonómico. Sólo pierde un punto en lugar de dos y 6.000 votos en vez de 11.000.

De 102 Ayuntamientos, consigue dos mayorías absolutas más, en el Asón, y otras seis mayorías simples.  Pero pierde seis concejales en el cómputo total: tenía 196 y ahora tendrá 190. Justo los concejales que ha ganado IU, que tampoco tiene nada que celebrar.

En cualquier caso, podría analizar Bonifaz qué le pasa al PSC con esas diferencias entre el voto municipal y el autonómico.

Y deberían pensar, los tres del tripartidismo, en eso que ha dicho Iñigo Errejón de que el cambio en España tiene distintas velocidades, que Barcelona corre más que Madrid y La Coruña más que Santander. Y cuando lo hagan, deberían tener en cuenta que en más de la mitad de los municipios, en 52, sólo concurrían los tres partidos de siempre y no había tanta amenaza de los emergentes, en su mayor parte partidos vecinales que ya suman 78 concejales, por los 49 de 2011.

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