El triste y oscuro pasado de La Magdalena

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|| POR ÓSCAR ORTIZ ||

El 2 de julio, la librería ‘La Vorágine’ ha inaugurado una exposición que nos traslada hasta los años 1937-1939, en plena Guerra Civil. Un camino oscuro, un camino difícil que nos hace abrir los ojos sobre el trágico pasado de Santander.

‘Memoria imposible del campo de concentración de La Magdalena’ es el título de este recorrido con el que nos adentramos hasta uno de los lugares más crueles a los que ha tenido que hacer frente la humanidad.

La Península de La Magdalena, uno de los atractivos por su belleza para todos los turistas que acuden hasta la capital cántabra, se convirtió durante los duros años de la Guerra Civil en el ‘paraíso’ más terrible, atroz e inhumano que se recuerda en Cantabria.

Presos asistiendo a una misa frente a Las Caballerizas

Los presos asistiendo a una misa frente a Las Caballerizas

Los documentos son escasos, los datos insuficientes, y la memoria histórica está ocultada. Pero la realidad está clara: las caballerizas de La Magdalena se convirtieron durante los años 1937-1939 en un campo de concentración para todos aquellos que eran considerados opositores al régimen de Franco, más conocidos por este bando como ‘rojos’.

Además, el campo de concentración de La Magdalena fue el primero que se creó en España en los años de la Guerra Civil, en la etapa del franquismo. Este es otro de los motivos por el que destaca sobremanera debido a su amplio historial.

También en Santander se diseñó el modelo de campo de concentración para el resto del país debido a que en la franja cantábrica se produjo el llamado ‘frente norte’ -conjunto de operaciones y combates que se produjeron en la franja norte y que enfrentaron a las fuerzas sublevadas y los republicanos- en 1937, una fecha muy tempranera. Como consecuencia de este enfrentamiento llegaron a tener hasta más de 50.000 presos.

En Santander había varios centros de detención: la Plaza de Toros, el Campo del Racing, La Tabacablera, el Seminario de Corbán y Las Oblatas. En el caso concreto de La Plaza de Toros, y el campo de fútbol fueron campos de detención temporal hasta que los llevaban a los permanentes. La Magdalena era uno de los principales, además del de Corbán. Las mujeres eran trasladadas hasta las Oblatas.

Los presos en una clase de geografía

Los presos en una clase de geografía

Los trabajos forzados eran las principales prácticas que se desarrollaban. Las condiciones de vida eran pésimas y el frío y el hambre eran extremos. En diversos documentos que están expuestos se puede observar, como se afirma, que las condiciones sanitarias y de higiene eran deficientes.

No hay un número exacto de la cantidad de presos que entraron en el campo de concentración ni de el número de muertos. Sin embargo, hay cifras que hablan por sí solas sobre la feroz situación a la que tuvieron que hacer frente miles de personas: más de 1.600 prisioneros en julio de 1938, en un lugar con capacidad para 600 personas, lo cual supone un 266,66% de estado de ocupación. Si avanzamos un año, las cifras aumentan y llegan hasta las casi 1900 personas en marzo de 1939. Absolutamente aterrador y espeluznante la catástrofe humanitaria que se vivió en nuestra capital.

Los números también son escalofriantes cuando nos referimos a los enfermos atendidos en la Casa de Salud de Valdecilla. En agosto de 1937 llegaron a atender a más de 2.157 presos por diferentes enfermedades como la sarna o tuberculosis, entre otras muchas. Esta cifra es tan alta, en gran medida, debido al hecho de que en ese mes ambas tropas- Sublevados contra Republicanos- estuviesen enfrentándose en Cantabria. Al siguiente año, en agosto de 1938 la cifra desciende hasta los 240 casos de atención sanitaria.

Las principales enfermedades mortíferas eran el tifus -en la exposición se puede observar un documento sellado por el campo de concentración en el que se detalla la inyección para evitar esta enfermedad a un preso- y la meningitis.

El objetivo que se perseguía con la creación de estos campos de concentración, y más en concreto con el de La Magdalena, era la anulación por completo del contrario. Pretendían humillarlo, someterlo y maltratarlo.

Presos republicanos en el campo de concentración de La Magdalena

Presos republicanos en el campo de concentración de La Magdalena

“Hay que dejar sensación de dominio eliminando sin escrúpulo ni vacilación a todos los que no piensan como nosotros”. Estas eran las palabras exactas que pronunció el General Mola a los encargados y cabezas de los campos de concentración. Esta era la forma de actuar sobre los que presentaban una ideología distinta.

Jefes y oficiales del Ejército enemigo, prisioneros incorporados voluntariamente a las filas enemigas, prisioneros o presentados afectos al Movimiento Nacional o no hostiles a él, prisioneros o presentados responsables o presuntos responsables de delitos comunes o contra el derecho de la gente.

Estos eran los ‘delitos’ oficiales para las fuerzas sublevadas, delitos que conllevaban el castigo de ingresar en un campo de concentración. Aunque en la realidad el ingreso de presos en distintas cárceles y campos de concentración fue muy arbitrario.

PASADO OLVIDADO

Alberto Santamaría es creador y coordinador de esta exposición que nos retrotrae hasta nuestro pasado. Un pasado que debería estar muy presente en nuestros tiempos, aunque no es así. La memoria histórica sobre estos presos y los cientos de retenidos que perdieron su vida en este campo de concentración no existe.

Pero no solo está silenciado el pasado de La Magdalena, sino que también están invisibilizados centros de detención como La Tabacalera o Corbán. Por ello, con esta exposición se persigue el objetivo de no perder el pasado y rescatarlo, pese a que los intereses por ocultarlo son más que evidentes. La ciudad de Santander, y sus habitantes no son conscientes de estas situaciones tan graves que se vivieron en la ciudad.

Pero se trata de una memoria colectiva que debe recordarse a miles de ciudadanos y no solamente santanderinos. Hasta el campo de concentración de La Magdalena llegaron opositores del régimen de todos los rincones de España. En el frente norte había mucha gente de distintas procedencias del país.

Una vez que el campo de concentración de La Magdalena dejó de albergar presos opositores, se convirtió en refugio para todos aquellos que se quedaron sin hogar tras la terrible devastación de la ciudad a causa del fuego en 1941 que destruyó la ciudad de Santander.

TESTIMONIOS DESGARRADORES

Los testimonios y las cartas recuperadas han sido una pieza fundamental para la creación de esta exposición. Gracias a estos escritos podemos descubrir la verdadera historia que se esconde detrás de cada uno de los presos que sufrió en sus pieles la dureza del hambre y el frío. Y sin duda, la historia siempre es trágica y muy dolorosa.

Carta enviada de una mujer a su marido preso en el campo de concentración de La Magdalena

Carta enviada de una mujer a su marido preso en el campo de concentración de La Magdalena

“Todos estamos bien, contando el tiempo que nos falta para estar reunidos, que, si Dios quiere y mi Virgen, será pronto. Ten confianza y reza mucho que nosotros también lo hacemos así”. Este es un fragmento espeluznante que envía una mujer a su marido que se encuentra encarcelado en el campo de concentración.

Jaume Anglada Rodellas fue otro prisionero catalán que plasmó a través de distintos versos su experiencia. A través de un libro, expuesto en la exposición, con varios poemas y fechados en los años de terror que pasó en La Magdalena, podemos empatizar con el sufrimiento y el terror de este preso.

“Potes y platos, relucientes y vacios, pupilas apagadas, pantalones que caen, agua en la boca…Comer con la imaginación… ¡Querer y no poder comer! ¿Será esto un clamor? ¡Es el hambre!”. Esta es una de las estrofas en las que plasma uno de los principales problemas al que tuvieron que hacer frente: el hambre.

La historia siempre está ahí, y no la podemos obviar. Santander ha tenido grandes momentos gloriosos en su historia que son necesarios recordar para engrandecer la ciudad, pero también es necesario recordar aquellos momentos más oscuros y tristes que ha vivido la capital cántabra. Y aún más importante, no olvidemos a aquellos que lucharon por su propia vida en uno de los momentos más injusto que ha vivido este país como es la Guerra Civil.

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