El callejero de la historia

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¿Qué pasó cuando se murió Seve Ballesteros? Que se propuso darle su nombre al aeropuerto. ¿Y cuando murió Eulalio Ferrer? Que se le puso su nombre a una calle. De José Hierro, Premio Cervantes, hay una estatua en un lugar destacado de la ciudad y un nombre de cárcel.

Y cuando falleció Juan Carlos Calderón, compositor santanderino que se convirtió en universal, también se le rindió homenaje con un centro cívico. Y una calle recuerda a la estirpe de artistas de la que viene. Alberto Pico, por su historia de entrega, tiene una calle en su propio barrio, el Pesquero.

Por cuestiones de ordenanzas, las calles sólo se pueden llamar con nombres de personas muertas. Por eso os adelantamos que cuando se mueran, ojalá sea tarde, Mario Camus y Manuel Gutiérrez Aragón, grandes cineasta, tendrán nombre de calle.

Y por ese motivo, precisamente, veis que abundan calles y reconocimientos a José María Pereda, por dejar constancia escrita de una época, a Menéndez Pelayo, a Concha Espina (escritora cuando había mujeres pocas mujeres escritoras); a Pérez Galdós, veraneante en Santander; y se reconoce el papel de los reyes en los veraneos reales que supusieron inversiones en la capital.

Sus nombres no están sólo porque fueran históricos, sino porque quien decidió ponerlos quiso reconocer su legado y ponerles de ejemplo al resto de la ciudad.

¿ENTERRAR LA HISTORIA?

No tener ciertos nombres en el callejero no supone enterrar la historia.

¿Qué pasa, que nuestros profesores de historia en institutos y universidades, las revistas de historia, los guionistas de documentales, etc, no hacen nada? ¿Tiene el callejero de repente el monopolio de la enseñanza?

Esperemos que no, porque, francamente, como método para enseñar historia, lo de la placa en la esquina de una calle resulta más bien pobre: no te cuenta nada de quien fue, del contexto, de lo que hizo.

Sólo te dice que hay que ponerlo como ejemplo, que merece ser ensalzado.

¿Tenéis algún amigo en la calle Renacimiento o Edad Media? ¿No deberían ser más las calles de esos años que las calles de estos otros? ¿No percibís una desproporción irracional?

Porque si lo que se quisiera es convertir a calles y plazas en museos de historia, las calles y estatuas franquistas se hubieran puesto cuando hubiese pasado el tiempo y hubiera un poco de perspectiva, ¿no? ¿Os imagináis a Revilla ponerse un nombre de calle en vida?

Y no, lo que se pretendió al hacer eso, al poner la estatua, fue ensalzar la memoria de los vencedores: educar, adoctrinar, lo mismo que hacen los nacionalismos en sus territorios con la gente que quieren poner de ejemplo.

Y se hizo, por cierto, a costa de nombres que sí que eran históricos, como El Alta, que es como se conoció toda la vida a lo que ahora se llama General Dávila. ¿Dónde está la historia ahí?

LA PARTE MALA DE LA HISTORIA

La dictadura es parte de nuestra historia. Relativamente. 40 años es poco para lo que supone la historia, pero en Santander se traduce en una treintena de calles. ¿Demasiada representación respecto a otros períodos, quizás?

No podemos obviar las partes negativas de nuestra historia. Pues el callejero lo hace, constantemente. No hay una calle a Napoleón por invadirnos, no hay plazas a otras guerras y dictaduras que hayamos tenido, no hay una calle a La Peste, que tanto tiene que ver en parte de la historia de Santander. Ni a la emigración a América.

Por cierto, si hay una desgracia que marcó Santander fue el Incendio de 1941. Quedamos a tomar un café en esa calle dentro de una hora, va. Bien pudiera conmemorarse en la propia calle Cádiz o con una calle 15 de febrero.

Y como sólo podemos poner nombres de calles a muertos, pues no vamos a poder poner la calle a un fenómeno que es tan propio de la esencia de este país como adular a los poderosos o coger las modas a destiempo.

Sí, amigos: sentimos ser nosotros quienes os lo diga, pero resulta que tenemos un pequeño problema con la corrupción, y Bárcenas fue senador por aquí. ¿Para cuándo un Paseo Luis Bárcenas? Decidme los motivos por los que lo veis absurdo.

Pero si hay algo que forma parte de nuestra historia, por desgracia, es el terrorismo. ¿A qué nadie se imagina llamar a ninguna calle ETA “porque forma parte de nuestra historia”? ¿Por qué? Porque, evidentemente, poner nombre de una calle a algo es para ensalzarlo. Y de recordarse de algún modo, se haría pensando en las víctimas. De hecho, hay un monumento a ellas en La Magdalena, donde hubo un campo de concentración del que no hay ni una placa.

Por eso uno de los edificios de Valdecilla se llama 2 de noviembre, en homenaje a las víctimas del derrumbe de parte de la fachada de trauma. Por eso hay una calle 3 de noviembre, el día en que explotó el Machichaco, un monumento y una plaza. Por las víctimas. No hay ninguna calle a las víctimas del franquismo, que, recordemos, fue una dictadura, de las que encarcelaban y mataban al que pensaba diferente.

Antes de que nos mandéis a Cuba o a Corea del Norte, os decimos que allí tampoco estaremos a gusto. No nos van las dictaduras, nos va la libertad. Y no nos queda más remedio que poner como ejemplo la dictadura española porque, básicamente, fue la dictadura que tuvimos en España.

Pero puestos a viajar, os sugerimos viajar a París, Berlín o Roma y jugar al juego de encontrar allí calles en homenaje a sus dictaduras. Y descubriréis, que, como dijo Fraga, Spain is different.

(Si no te gusta que las calles de tu ciudad ensalcen dictaduras, y quieres que las instituciones cumplan la ley, hay una petición en este enlace)

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2 Comentarios

  • Javier
    20 de julio de 2015

    Me parece perfecta la idea de copiar a ingleses y franceses en cuanto a sus formas e intenciones a la hora de buscar nombres para su callejero. En París, por ejemplo, el monumento más visitado y centro neurálgico de las principales calles (el arco del triunfo) lo mandó construir el que finiquitó la revolución francesa (Napoleón) y en el están grabadas todas las batallas ganadas por ellos y el nombre de 588 generales. En Londres la plaza mas importante y visitada, Trafalgar Square, representa su victoria más importante para ellos sobre el odiado enemigo…las franceses y nosotros…y en el centro de la plaza, el monumento al vencedor de la misma: Nelson. Eso si es escribir la historia con mayúsculas en las calles.

    PD.- A los que les guste Portobello Road en Londres (preciosa calle, por cierto), la misma obtuvo su nombre para conmemorar el día en el que el general Vernon (con una calle muy cerquita) conquistó a los malvados españoles una fortaleza caribeña (Porto Bello) allá por mediados de 1700.

  • Roberto Ruisanchez
    Erreyerre
    20 de julio de 2015

    Lo co-firmo Oscar. Ejemplar. Por sencillo y didáctico. Además hay una ley que el Ayuntamiento de la capital, quizá muchos otros, incumple. Y no interviene el fiscal general…

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