La salud del presidente

Tiempo de lectura: 3 min
18e52346c6fe8479062505f4f5aa38ae

Miguel Ángel Revilla, presidente de Cantabria.

Después ha habido muchas y muy buenas series sobre los entresijos de la política y los medios de comunicación, al principio siempre yankees: House of Cards, The Wire, Boss, Homeland; hasta hace relativamente poco, cuando han salido muy buenas producciones europeas: Borgen, 1992… incluso españolas, Crematorio.

Pero El Ala Oeste de la Casa Blanca es el santo y seña de una nueva generación de todo: de guionistas, comunicólogos, analistas, políticos, periodistas y nuevos modelos de consumidores de lo audiovisual. Nuevos públicos. Casi podríamos decir que de una nueva generación de ciudadanos.

En una de las primeras temporadas del Ala Oeste, de Aaron Sorkin – creador también de Newsroom, entre otras-, se plantea el dilema del estado de salud del presidente de los Estados Unidos de América, Jed Bartlet, interpretado por Martin Sheen.

Es muy Sorkin construir guiones en base a dilemas y resoluciones idealizadas de conflictos. Y al construir escenarios ideales, no son pocos los que se lamentan, cuando la ficción se cruza con en el terreno de la realidad, al grito de “qué daño ha hecho El Ala Oeste/Newsroom”. O directamente “qué daño ha hecho Sorkin”.

Pero en la salud de Bartlet reside una cuestión de Estado, que lo es en Estados Unidos: si el hombre o la mujer que debe guiar los destinos de su pueblo está en óptimas condiciones para hacerlo.

Es el argumento de la tercera temporada del Ala Oeste, desde que el equipo del presidente ve el problema político y público al que se enfrenta hasta que se crea un Gran Comité en el Congreso para investigar su enfermedad (esclerosis múltiple), con un noveno y último capítulo para enmarcar: ‘Bartlet for America’.

Claro, alguno dirá que el Ala Oeste es una ficción. Pero es una ficción construida sobre la realidad de la democracia estadounidense, una de las más antiguas del mundo, donde el mismo dilema ha tenido lugar. Bueno, realmente hacen grandes debates hasta de la cuenta de correo electrónico que utiliza la secretaria de Estado.

Y aquí uno se pregunta qué tipo de ficciones podríamos llegar a relatar sobre nuestra realidad democrática: la española y, en el caso que nos ocupa, la cántabra.

En declaraciones a los medios de comunicación en el día de fiesta regional de la Bien Aparecida, el presidente Miguel Ángel Revilla ha vuelto a hablar de su estado delicado de salud. Titular: “Revilla pide salud a la Bien Aparecida para cumplir con su actividad política”. Lo hizo antes de la campaña de 2011, cuando llegamos a temer por un circo mediático en Valdecilla. Y lo ha vuelto a hacer. Revilla did it again.

Lo curioso de todo esto es la naturalidad con la que asimilamos que el presidente del Gobierno de Cantabria nos cuente que no está al 100% para gobernar; o eso ya lo sabía cuando se presentó a las elecciones; o que no haya habido un fuerte debate interno en su equipo sobre cómo afrontar esta parte del relato personal y sería inimaginable que pudiera haber una comisión parlamentaria sobre la salud del presidente.

Así que, en realidad, podríamos hablar de que tenemos dos problemas: el primero va de la salud del presidente; el segundo sobre la salud de nuestra democracia. Aunque también podemos concluir con un “qué daño ha hecho Sorkin”, que vale mucho para todo.

  • Este espacio es para opinar sobre las noticias y artículos de El Faradio, para comentar, enriquecer y aportar claves para su análisis.
  • No es un espacio para el insulto y la confrontación.
  • El espacio y el tiempo de nuestros lectores son limitados. Respetáis a todos si tratáis de ser concisos y directos.
  • No es el lugar desde donde difundir publicidad ni noticias. Si tienes una historia o rumor que quieras que contrastemos, contacta con el autor de las informaciones por Twitter o envíanos un correo a info@emmedios.com, y nosotros lo verificaremos para poder publicarlo.