Rebeldes con causa(s)

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||por JOSÉ ELIZONDO||

“¿Qué es un rebelde? Alguien que dice que no. Pero si se niega, no renuncia: es además una persona que dice que sí desde su primer movimiento.

Un esclavo, que ha recibido órdenes durante toda su vida, juzga de pronto inaceptable una nueva orden.

¿Cuál es el contenido de ese «no»? Significa, por ejemplo, «las cosas han durado demasiado», «hasta ahora, sí; en adelante, no», «vas demasiado lejos», y también «hay un límite que no pasaréis».

Ese «no» afirma la existencia de una frontera. Vuelve a encontrarse la misma idea de límite en ese sentimiento del rebelde de que el otro «exagera», de que no extiende su derecho más allá de una frontera a partir de la cual otro derecho le hace frente y lo limita”

“No rompas el silencio sino es para mejorarlo” es una frase que invita a la reflexión, a la capacidad crítica, y autocrítica, de aprender a escuchar para comprender. Atribuida al genial compositor  alemán Ludwig van Beethoven. Para este caso, mediante una interpretación libre: “Si no puedes decirlo mejor utiliza comillas”.

La cita no es literal, sino una adaptación propia que intenta dotarla de la universalidad a la que creo el autor hacía referencia, liberándolo así de ese componente sexista que siempre ha acompañado al lenguaje.

Y es que el lenguaje envejece y con él las palabras. Por ello no podemos obviar la importancia de entender su significado, su alcance, su sentido, dentro de la época a la que quieren interrogar para buscar respuestas a un presente lleno de incertidumbres.

Albert Camus

Albert Camus

Hace más de medio siglo que Albert Camí  escribió este ensayo sobre la rebeldía  que bien podría ser un decálogo ético y político en la siempre difícil tarea de leer, de interpretar adecuadamente los tiempos que nos ha tocado vivir. Tan diferentes y, a la vez, tan desalentadoramente similares.

Hablar de  fronteras se convierte, a día de hoy en un tema recurrente, parece obligado para seguir el hilo rojo de la actualidad. Pero quizás la poca libertad de la que aún disponemos nos permita aún decidir cuáles son nuestras fronteras, donde están, cual es “la geografía de nuestra rebeldía”. Nuestra rosa de los vientos para no perder el Norte de la razón.

Similares preguntas y reflexiones sobre cómo, a lo largo de la Historia, el ser humano ha alzado la voz contra Dios y contra el Amo,  contra todos los dioses y todos los amos en sus diferentes expresiones, unas, tal vez,  más reconocibles que otras.

Porque la rosa de los vientos no siempre marca el Norte quizás sea hora de romper con la razón y hacerle un nuevo  elogio a la locura. Quizás sea hora de desafiar a esa razón que llamaba locos a quienes cuestionan un orden establecido en torno a una lógica deshumanizadora.

“La única patria que tiene el -hombre- es su infancia” escribió  el poeta Rainer Maria Rilke nacido en Praga,  aquellos tiempos Imperio austrohúngaro, luego (entre otras) Checoslovaquia, y, hasta el momento,  república Checa.

Diferentes fronteras a lo largo de la historia, diferentes academias reclamando su nombre para alimentar el “ego” de la nación, compitiendo por la titularidad de su obra, de su vida, de sus versos. Diferentes fronteras pero una única patria, su infancia, su poesía.

La infancia como única patria, suena utópico, incluso pueril, y sin embargo se convierte en la “identidad refugio” para quienes hemos visto en ella el último de los territorios verdaderamente libres.

La infancia atemporal. La que duró unos días, unos años, la que vuelve con la vejez retomando la utopía perdida en forma de crónica del Olvido. La infancia arrebatada por el odio, por la ignorancia, por el miedo…

La infancia como metáfora de la utopía sin mayúsculas,  como último aliento de rebeldía, como lógica aplastante llena de sentir. Que se rebela con la inocencia de un niño marcando la verdadera línea que debiera establecer los límites que nunca se han de sobrepasar. Ese  momento de decir “No” que delimita  fronteras más allá de trapos de colores pintados siempre con el rojo de los mismos. Ayer, hoy y mañana.

Entonces el niño es el verdadero adulto. Y ve con estupor a adultos pelándose como niños por ese trapo de colores. Y entonces aparecen fronteras que se vuelven cada vez más visibles  para decir una y otra vez “No”: No a las “fronteras” levantadas para impedir que nos miremos a los ojos. No a la sinrazón, no al pensamiento único, No al dogmatismo de los –ismos sin disimulo. No a las cuotas, no  a las personas convertidas en cifras, en mercancía. No a un sistema que hace de nosotros “silencios rotos” sin voz.

Tantas fronteras -y cada vez más invisibles- tan cerca, tan cotidianas que casi ni las vemos. Todas construidas para ese “No”. ¿A qué esperamos?

Todos hablan de fronteras… y yo también.

MANIFIESTO POR LA LIBRE AUTODETERMINACIÓN DE LOS “NOES”

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