“Los periodistas habíamos perdido el cuestionar el poder”
La cosa va de retos. El que supondrá para España acoger a la población refugiada que, en cuestión de días ya, va a llegar a nuestras ciudades.
“La llegada de los refugiados es una gran oportunidad para repensarnos”, defiende, confiado, Ramón Lobo, reportero, analista, un amante de la política internacional, ante la comunidad de La Vorágine que acudió a escucharle la semana pasada.
Será, cuando se produzca, un encuentro “muy productivo”, que permitirá una mezcla de culturas e ideas, ya que, advierte, estas personas vienen “a aportar”, y porque, en el fondo, según recalca esta eterno viajero, todos “somos mestizos”.
“La clave es la educación”, asevera, en el que es uno de los temas en los suele hacer mucho énfasis en sus intervenciones.
Y no sólo es una oportunidad en el día a día, en la construcción de la sociedad.
También puede ser “una gran oportunidad para que la Unión Europea decida como quiere ser”, y sobre todo, si la institución está tan preparada como ha demostrado estar la sociedad ante la crisis de los refugiados.
El otro reto tiene que ver con la otra gran pasión de Ramón Lobo, su trabajo, el de periodista, que concibe desde una perspectiva de defensa de los débiles frente a los fuertes.
Una profesión en la que cree que hay trabajar mucho en crear “un marco de confianza” con unos lectores mas escépticos que nunca.
“Hemos perdido el cuestionar el poder, el escuchar a Rajoy u Obama y pensar que no tienen razón, nos les creímos”.
Lobo es perro viejo, un reportero al que muchos acuden no sólo en busca de noticias, ahora análisis, sino de una voz que hable de ética y de denuncia social.
Todos le conocemos desde hace tiempo, como cronista de mil batallas, como testigo de cien guerras, como viajero de infinitos países.
A su pesar, recientemente fue conocido por ser incluido en el ERE de El País, un medio que se permitió el lujo de renunciar a buena parte de su talento.
Y eso le sirvió para iniciar una nueva etapa, muy vinculada a los nuevos medios de comunicación que, en el naufragio de la crisis, tratan de superar el descrédito en que los medios se habían visto contagiados por su excesiva cercanía a una política sumida en el descrédito total.
No es la primera vez que en EL FARADIO nos cruzamos con el Lobo. Y no es la primera vez que pasa en La Vorágine.
“Nuestro trabajo es no creernos nada”
Hace unos dos años, en un momento de pausa, de paréntesis entre el precipitado fin de Buenos Días Cantabria y en la fase previa de pensar y repensar el periodismo que cuenta, estuvo allí, invitado por Movimiento por la Paz.
Allí tomamos notas de lo que dijo. Y dijo que cada vez más los periodistas tendrían que montar sus propios medios, huir de las grandes empresas y estar más cerca de su público.
Y dijo también que había que especializarse en un par de cosas, en las que te hacen diferente, en las que eres bueno, o en las que no hace nadie porque no quiere o no le dejan.
Asentimos, reconfortados. Y nos pusimos a trabajar. Hasta hoy, desde hoy. Nosotros también somos de retos. El último, conseguir que los socios sean el principal patrocinador de EL FARADIO. En esas estamos.