La eterna escalada

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||por JOSÉ CARLOS CEBALLOS, cooperante cántabro en Palestina||

Todos los que vivimos durante una temporada en Oriente Medio, ya sea en Israel o en Palestina, y que lo hacemos desde una perspectiva consciente de lo que nos rodea tenemos un cierto sentimiento, a veces, de estar un poco de vuelta de toda la violencia y la tensión que se respira aquí. Tenemos el colmillo digamos un poco torcido.

Si hace poco más de un año que te mudaste a esta región, el verano pasado, ya como mínimo has vivido la última guerra de Gaza, las consecuencias del asesinato de tres jóvenes colonos en Hebrón, la casi intifada en Jerusalén, la pira en la que se convirtió la casa de familia Dawabsheh con ellos dentro…

Y eso son los acontecimientos destacados, a ello hay que sumar incursiones constantes del ejército israelí, ataques desesperados, demoliciones de casas, castigos colectivos, detenciones administrativas, ataques de colonos a civiles y propiedades palestinas, etc. Cosas que ya son una ración de asco suficiente para casi el resto de tu vida.

Pero la zona es generosa en este aspecto. Y no da tregua. Siempre hay otra vuelta de tuerca, otro ataque, otro asesinato, otra decisión cruel que te recuerda dónde estás.

El acceso a las nuevas tecnologías, el que en todas partes haya una cámara, no hace sino escupir fragmentos de realidad que te revuelven el estómago.

Ayer para mí lo ha sido un vídeo, una grabación que muestra cómo la policía israelí dispara y mata a un joven árabe en Jerusalén, mientras varios peatones les incitan a ello primero y lo celebran después.

“¡Es un terrorista, matadlo!”, gritan. Juicio, condena y ejecución de sentencia en apenas dos minutos y en plena calle. Hay quien lo calificaría de linchamiento.

¿Pruebas? Ninguna, no son necesarias, era un árabe, para muchos un culpable hasta que se demuestre lo contrario, señalado por esos mismos peatones erigidos en jueces como autor de un intento de apuñalamiento…

Escalada de tensión

Escalada de tensión

 

El grado de racismo al que está llegando una parte de la sociedad israelí es ya absolutamente desquiciado, y en cualquier otro país se consideraría un gravísimo problema.

Qué decir de los métodos de una policía que en lugar de reducir a un sospechoso que en ningún momento aparenta ser un peligro para nadie, según el video, o disparar a una pierna, como marcan sus procedimientos, le descerraja siete tiros.

Esta muerte no ha sido un hecho aislado en estos días. Un matrimonio de colonos israelíes fue asesinado a tiros en su coche el viernes pasado. El sábado, un chico palestino de 19 años apuñaló en Jerusalén a cuatro personas, dos de las cuales han muerto. Colonos israelíes han cortado carreteras y amenazado con vengarse. Al menos 400 palestinos han resultado heridos en 48 horas, 150 por munición real y balas de goma, y 200 han tenido que ser atendidos por inhalar gases lacrimógenos según el Creciente Rojo Palestino, que ha decretado además el estado de emergencia al ver cómo han sido atacadas 14 de sus ambulancias y personal en 72 horas.

Y aún no se sabe el número de detenidos en las numerosas incursiones que el ejército israelí ha llevado a cabo por toda Cisjordania, sobre todo en Nablus, pero serán muchos. A última hora recibimos la noticia de la muerte de un chico de 18 años en los enfrentamientos en Tulkarem.

Ayer el teléfono no ha dejado de sonar con alertas de seguridad, desgranando enfrentamientos entre palestinos y fuerzas israelíes en Ar Ram, Abu Dis, Al Issawiyah, Beit Ummar, Shu’fat, At-Tur, Qalandiya, Bab Az Zawiyah, Jericó, Al-Jalazun, Al Fawwar, Khursa, Silwan, la Explanada de las Mezquitas… Además, se ha impuesto un cierre de la Ciudad Vieja de Jerusalén, a la que durante dos días sólo podrán acceder residentes, turistas y judíos. Hoy sigue esa cantinela…

A veces alguien te pregunta que cuál ha sido el detonante, y francamente no sabes qué contestar, qué ataque o qué incidente lo ha provocado esta vez, o si es que en realidad vivimos en un bucle constante. La eterna escalada, piensas. Escalada hacia no se sabe qué escenario, hacia no se sabe qué nuevo desastre.

Estamos peligrosamente cerca de la tercera intifidada

A todo esto el gobierno de Netanyahu se limita a anunciar medidas de castigo, entre ellas la demolición de las casas de las familias de los presuntos terroristas. De los terroristas palestinos, claro. Medidas que no hacen sino ahondar en una política, la del gabinete israelí, que se han mostrado totalmente ineficaces salvo para agravar la situación.

De la Autoridad Nacional Palestina mejor ni hablamos. Estamos ante dos liderazgos, el palestino y el israelí, completamente alejados de la realidad, como demostraron en sus recientes discursos ante la Asamblea de Naciones Unidas.

Y cíclicamente, cual movimiento pendular, la eterna pregunta: ¿estaremos ante el inicio de la tercera intifada?

Estamos peligrosamente cerca, a unos cuantos incidentes de distancia de que se rebasen todas las líneas rojas, pero es muy difícil aseverar si esto llevará a un levantamiento generalizado como el que predican Hamás o grupos como Jihad Islámica, o si seguiremos con el incesante conteo de enfrentamientos aislados.

Hay mucho descontento y frustración entre el pueblo palestino, pero no parece que haya muchos líderes a quien seguir, y el desencanto es generalizado, la total convicción de ya no pueden más, de que así no pueden seguir.

Soy un enamorado de esta tierra. De sus duros paisajes, de sus aún más duras gentes y de sus enormes posibilidades si simplemente les dejan vivir en paz y prosperar.

Pero al mismo tiempo, como un tenebroso reverso de la moneda, no puedo evitar sentir una creciente repugnancia ante la imagen general que nos devuelve el espejo al que nos asomamos días tras día, un reflejo de unas posiciones embrutecidas y bárbaras, de políticos culpables e irresponsables, que dejan cada vez menos resquicio a la esperanza. Esa es mi escalada particular.

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