¿Y esto era el futuro?

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Ha pasado algo. Algo va mal. Habíamos cogido el Delorean con la idea de dar un salto en el tiempo para ver cómo era la Cantabria del futuro… Esperábamos llegar a un mundo de coches voladores, rascacielos gigantes y robots inteligentes… Pero hemos llegado al 21 de octubre de 2015 y nos hemos encontrado con coches contaminantes trucados, un edificio que lleva años en obras y gente repitiendo argumentarios.

Hemos viajado al futuro...y no nos gusta

Hemos viajado al futuro…y no nos gusta

Lo peor, es que vemos que seguimos con los mismos debates: ¿por qué, si acabamos de llegar al futuro, estamos oyendo hablar otra vez de alta velocidad, de infraestructuras, de desarrollo eólico, del proyecto Comillas, de la discriminación del Gobierno central, de polémicas entre Gobierno de Cantabria y Ayuntamiento de Santander, de los problemas en los sectores ganadero e industrial?

El reloj de Cantabria se ha quedado parado en el día de la tormenta. 

Está claro: algo ha ido mal. Ahora que Vargas Llosa es un personaje del corazón, por fin podemos hablar de él sin sonar pretenciosos, e imitarle preguntándonos… ¿cuándo se jodió Cantabria?

¿Fue cuando lo que hoy es el Partido Popular priorizó el tirón por encima de las formas y decidió que Juan Hormaechea podía ser un buen presidente para los cántabros? ¿Fue cuando Martínez Sieso pensó que con normalizar la vida institucional tras ese ciclón bastaba y renunció a cualquier ambición mayor?

¿O cuando Revilla empezó a acariciar la idea de ser presidente? ¿En qué Congreso del PSOE decidieron que la única forma de pisar despacho era darle la presidencia al PRC? ¿Cuando Revilla pisó el primer plató y los focos le deslumbraron? ¿Cuando su socia se compró el primer bolso?

¿Tal vez sucedió la primera vez que a Ignacio Diego le dio rabia comprobar que Revilla era presidente? ¿Ese día en que De la Serna se dio cuenta de que la silla de su despacho le estaba estrecha? ¿O cuando al ver que no contaba con el poder de sus compañeros empezó a pensar que tendría que buscar otros poderes?

¿Quién fue el primer político que descalificó a una asociación porque no le gustaba lo que decía? ¿Quién fue el autor de el primer ‘y tú más`? ¿Quién el primero en fraccionar un contrato? ¿Cuál sería el primero de nuestros líderes en poner trabas a una idea empresarial porque ya tenía la suya?

Algunas élites le han pasado el testigo a la próxima generación

Algunas élites le han pasado el testigo a la próxima generación

Tenemos que viajar a ese momento y arreglarlo.

Porque algo ha pasado: alguien cogió el almanaque, juega con información privilegiada y ahora la ciudad es toda suya.

Sabe antes que nadie cuando se toman las decisiones políticas y si no le convienen, se cambian.

Y si pierde dinero o su empresa no sale rentable, ahí estamos todos con nuestro dinero, con nuestros constantes rescates, para evitar que se caiga sobre la furgoneta cargada de estiércol.

Extendemos la mano y vemos que comienza a desaparecer, como a punto estuvo el Racing, con ese letrero en el que las letras se desdibujaban. Como ya lo ha hecho esa Caja Cantabria que no ve problemas en los desahucios o el éxodo juvenil. Como han hecho tantas cosas que nos identificaban y nos hacían sentir orgullosos. Porque las cosas van peor cuando las cosas desaparecen, como puede pasar con la sociedad civil.

Y los que peligran ahora son, como en la película, nuestros hijos. Esto va de su futuro.

Queremos huir de esto, y no nos vale con un monopatín volador. Tenemos que conseguir que nuestros padres se conozcan, que a Doc no le maten los del ISIS.

Vamos a viajar en el tiempo, como el Doctor Who, una y otra vez, para tratar de solucionarlo.

Y volveremos al futuro, y trabajaremos para que sea un sitio distinto, que nos guste a todos. Y sí, vamos a seguir contando esos nuevos momentos en que veamos que nos siguen jodiendo el futuro. Al menos no vamos a estar solos: tenemos unos socios que nos ayudan a echar gasolina en el Delorean, pero necesitamos más porque el viaje va a ser largo.

Aunque merece la pena, y encima tenemos a mano a la sociedad civil, las pequeñas empresas y los creadores, la gente que lucha día a día por su futuro. Y lo vamos a conseguir. Porque a nosotros, nadie, repito, nadie, nos llama gallinas.

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