Contra la repetición de curso

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|| por GERMÁN TRUGEDA, profesor de secundaria ||

UNO

Santi García espera en las escaleras del Instituto junto a sus amigos. Es el primer día de clase. Cuando suena la sirena, entran empujándose; pero mientras los demás cogen las escaleras para dirigirse al aula que está en la primera planta, Santi continúa solo por el pasillo de la planta baja. Ha repetido.

Le toca la misma clase del año pasado. Allí están esperando un montón de chavales que iban a un curso inferior. Llega la tutora. La misma del curso anterior. Les anuncia el horario y los profesores. Los mismos. Repasan los libros. Los mismos. Todo igual. Nada cambia.

¿Cómo se aborda el problema dequienes tienen que repetir curso?

¿Cómo se aborda el problema dequienes tienen que repetir curso?

Mi experiencia con alumnos repetidores es, en general, mala. Normalmente me encuentro con alumnos sumamente desmotivados, con muy baja autoestima, sin expectativas académicas alguna, y, la mayoría de las veces con mal comportamiento   -disruptivo, cuando no pasivo-.

Con frecuencia se convierten en los graciosos  o gamberros de clase, interrumpen, contestan con malas formas, alardean de partes, expulsiones o enfrentamientos con profesores.

No suelen traer el material escolar, y, por supuesto, nunca estudian. También es cierto que otras veces no pueden hacer nada de lo que se les pide porque su bajo nivel curricular o sus bajas capacidades no se lo permiten.

En los casos en que el alumno repetidor tiene buenas capacidades y un nivel curricular normal, pero que repiten porque “no han hecho nada”, resulta sumamente complicado revertir esa tendencia; y aunque no suelen llamar tanto la atención en clase, si el curso pasado “pasaban de todo”, este curso, pasan aún más.

Sin embargo, hemos observado como algún caso en que a estos niños “se les ha pasado de curso” a pesar de suspender unas cuantas asignaturas es más fácil que revierta su situación desde un curso superior que no haciéndoles repetir.

Alguien dirá, con razón, que  alguna vez la repetición viene bien; el chico reacciona, mejora, y a partir de ahí, encarrila sus estudios. Cierto, pero son los menos. Cuando se da un caso de estos se suele achacar a que “ha madurado”, obviando que a este alumno no se le ha permitido “madurar” en el siguiente curso, sin necesidad de la repetición (como si el hecho de repetir facilitase la madurez).

En una altísima proporción –no tenemos datos de esto aún-, los alumnos repetidores obtienen peores resultados en el curso que repiten que en el anterior.

De manera que, salvo excepciones, he observado que la repetición de curso no ayuda a los alumnos a mejorar, ni académica, ni socialmente.

DOS

Junta de evaluación del pasado Septiembre. Tercero de ESO.

Tutor: No ha hecho nada. No ha recuperado ninguna. A inglés ni siquiera se ha presentado y en      plástica no ha presentado las láminas. Repite.

Prof. de mat.: Es una pena porque es un chaval inteligente. La separación de sus padres le hizo mucha pupa.

Prof. de lengua: Pero es un vago. No ha hecho nada en todo el curso. Y más de la mitad de los chicos tienen a sus padres separados…pero no dejan de estudiar por eso.

Tutor: Que repita.  No hay otra alternativa. Y a ver si este año espabila. ¿Alguna medida de refuerzo?

Prof. De lengua: Sí: que se ponga a estudiar.

Tutor: Siguiente: Marcos Gómez.

España está a la cabeza de Europa, la tasa de repetición es de un 32%, según los datos del Ministerio. Cuatro de cada diez alumnos de 15 años han repetido curso. Y uno de cada cuatro estudiantes no termina la ESO. Bien se podría concluir que las repeticiones son el instrumento principal por el que se canaliza el fracaso escolar y acaban siendo uno de los principales causantes del abandono prematuro del sistema educativo.

¿Por qué repiten tantos alumnos? Tendríamos que tener en cuenta los tres elementos que intervienen: alumnos, profesores y currículo.

Y francamente, como no podemos pensar que nuestros alumnos son más tontos o más vagos que el resto de europeos –que no lo son-, tendremos que concluir que el agujero viene a través de los profesores y el currículo.

Los primeros con metodologías no siempre inclusivas, en las que no caben todos, sino más bien los “buenos” o “aceptablemente buenos”; y el segundo, demasiado academicista, y seguramente, bastante desconectado de la sociedad y demasiado alejado de los intereses de unos alumnos que viven en un mundo que apenas nada tiene que ver con aquello que han de estudiar.

Cuando un alumno repite, debería hacerlo con un plan personalizado que le ayude a alcanzar aquellos objetivos que no ha podido conseguir: facilitarle otras metodologías, otros materiales, otras maneras de evaluar, refuerzos, etc. Pero normalmente esto no se hace, se manda repetir y punto.

Tal vez podríamos intentar que esto se llevase a cabo realmente; incluso sin repetir. Y sumar otras medidas, como empezar el curso un poco antes,  y asignarles profesores que sepan y quieran trabajar con estos alumnos. Si consiguiéramos disminuir el número de repeticiones, reduciríamos el fracaso escolar. Es lo que buscamos los profesores: una sociedad mejor formada, más feliz.

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