Tres-dos y dos-tres. Con la excepción hecha de la burbuja electoral del 4-1 a favor del PP (que más bien hay que enmarcar en la ola contra Zapatero y el PSOE de 2011), las elecciones generales en Cantabria no solían tener mayor misterio, a excepción de que eran de las pocas citas electorales que alguna vez ha llegado a ganar el PSOE en la comunidad autónoma (hace tiempo ya, en tiempos del Felipismo).

Pero esta vez es distinto. Estas generales vienen después de dos avisos de que el panorama político ha cambiado:

– Mayo de 2014 y las Europeas que auparon a Podemos o Ciudadanos (partidos “frikis”, llegó a decir algún asesor experimentado) a puestos ni de lejos sospechados.

– Y por si alguien pensaba que eso fue un lapsus en unos comicios sin repercusión real en España, llegó mayo de 2015, las Municipales y Autonómicas en las que, sin grandes victorias, pero con significativas irrupciones, los pactos propiciaron cambios de gobierno en la Comunidad Valenciana y simbólicos relevos en las alcaldías de Madrid o Barcelona, complementados con la demostración de fuerza de Ciudadanos, necesario para apuntalar gobiernos en Madrid (PP) o Andalucía (PSOE), o de Podemos, en Castilla-La Mancha (PSOE) o aquí mismo, en Cantabria (PRC-PSOE).

Diego Movellán, número 3 de la lista al Congreso

De momento es pronto para saber si Podemos y Ciudadanos han llegado para quedarse. Pero lo que está claro es que han llegado al Parlamento de Cantabria y al Ayuntamiento de Santander, como cómplices de sus respectivos equipos de Gobierno, pero sin formar parte de ellos.

Así que la tendencia lo dice y las encuestas también: en los cinco diputados al Congreso de los Diputados habrá nuevos protagonistas. Y la pregunta es si serán tres partidos o cuatro los que logren representación.

AIRES DE CAMBIO

Ese cambio que se respira y que reflejan las encuestas, no viene de los de siempre, ni siquiera en las caras, porque los partidos tradicionales han captado tan poco el mensaje de cambio que repiten a sus cabezas de lista, la popular Ana Madrazo y la socialista Puerto Gallego.

Pero de momento el CIS da entrada a un diputado de Ciudadanos (3-1-1) y la consultora Redondo a uno de Ciudadanos y otro de Podemos (2-1-1-1), dejando al PP en tres diputados o en dos, respectivamente.

Dicho de otro modo, el 20 de diciembre, por la noche, hay dos personas que necesitarán una buena dosis de tila: el tres de la lista del PP, Diego Movellán, y la uno de Podemos, Rosana Alonso, que de confirmarse la tendencia que marcan las encuestas, se disputarán el escaño por un puñado de votos.

Para el PP, ese resultado de tres diputados supondría en sí mismo una victoria, porque, si descontamos la burbuja de las pasadas, el tsunami de 2011, supondría mantenerse en la tradición (3).

Rosana Alonso, cabeza de lista de Podemos

Y un único escaño sería una derrota para el PSOE. Porque si aplicamos el mismo criterio, aunque sea mantener el diputado de 2011, bajarían respecto a anteriores citas (sin la distorsión del tsunami pepero). Y todo después de cuatro años ‘liderando’ la oposición en el Congreso.

Además, hay otro factor que lo distorsiona todo respecto a 2011: el error de cálculo de un PRC que se presentó a unos comicios que no eran su entorno general y sin el músculo que les hubiera dado la presencia institucional en Peña Herbosa, perdida en mayo en un presagio de la ola que venía.

SIEMPRE REVILLA

Con todo, Revilla, siempre Revilla, logró unos nada despreciables 44.000 votos (pero venía de casi 100.000), que se quedaron sin el premio del diputado nacional.

El pasado mes de mayo, Revilla prácticamente calcó el resultado de 2011 – cuando perdió el Gobierno por el desplome del socio, el PSC-PSOE, y no por demérito del PRC-, con 96.000 votos, un 30% por el que ahora suspiran PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos.

Esa gente que en mayo tuvo claro que tocaba bigote, más que coleta o moda naranja, en estos comicios tiene que buscar otro partido al que votar. Un factor en el que han reparado todos los demás.

Quizás no tanto un PSOE que no contará con Pedro Sánchez en campaña en Cantabria (el único líder nacional que no viene), pero sí en especial un Pablo Iglesias que visitará por vez primera nuestra comunidad autónoma y que ya le ha pedido cita a Revilla – coincidirá el 15 con Mariano Rajoy-.

Además, los suyos, el equipo morado de aquí, han teñido con el lábaro buena parte de sus mensajes y han envuelto al presidente en un manto de protección, centrando sus críticas en un PSOE con el que les ¿une? una enconada animadversión.

Y aunque Revilla no hará como en el pasado – pedir el voto públicamente para el PSOE, como con Zapatero en 2008. Ni para el PSOE ni para nadie-, mientras, se deja querer. Se divierte incluso con esta campaña que le da aire, porque como no se cansa de repetir el PRC, todo lo que pasa desde septiembre es porque los demás están en campaña. Todos menos ellos.

Revilla le da incluso algo de aliento al PP – Mariano Rajoy y su mejoría en las distancias cortas o el buen rollo con De la Serna en el sofá de El Diario Montañés-. También señala sus complicidades con Albert Rivera, además de con Pablo Iglesias.

Y, todavía, le da para marcar el mensaje de que un Gobierno socialista en Moncloa, del mismo signo que sus compañeros en Peñaherbosa, pues no le vendría mal a Cantabria – aunque de gobiernos del mismo signo estemos curados de espanto-.

De cómo interpreten sus votantes, los de Revilla, los 96.000 del PRC en mayo, todos esos mensajes del líder regionalpopulista, dependerá en buena parte la ruptura del 3-2 en la distribución de los escaños en Cantabria.