Por favor, sálvame

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Aylan Kurdi, el niño de 3 años que fue encontrado ahogado en una playa de Turquía vivía en Kobane, una ciudad en el norte de Siria, escenario de enfrentamientos entre el autodenominado Estado Islámico y los combatientes kurdos. Muchas antes de Aylan y muchas otras después, que no llegaron siquiera a la “orilla” de nuestro televisor, yacen muertas. Mientras lxs refugiadxs se amontonan contra nuestras fronteras en lo que los libros de historia conocerán como el “genocidio posmoderno”: La Indiferencia.

Campos de concentración improvisados convertidos en nuevos ghettos de Varsovia en el corazón de Europa. Leyes  que separan a quien lo tiene todo de aquellos a quienes no les queda nada. Vallas y muros que te protegen del indefenso, y campañas de criminalización del refugiado, donde se dispara primero y se pregunta después:

-“Que vueltas da la vida, pero que haces tú aquí, es que ya no te acuerdas, nos vimos en Berlín”-. Pero Berlín se olvida, y nuevos muros se levantan, nuevas esvásticas, en novedosos diseños, buscan un hueco en nuestra piel sin curtir. Y poco a poco, sin darnos cuenta, nos convertimos en “judíos alemanes” o Eichmans de compras por  Jerusalén.

¿Acaso alguien cree que “el buen alemán”, el alemán común, vivía el horror que a pocos kilómetros convertía a algunos de sus vecinos en jabón para el baño? Quizás nada puede ser comparado con tal genocidio y, sin embargo, si nos negamos  a hacerlo, podemos recorrer el mismo camino que ese “buen alemán”. Tal vez  llevemos ya parte de su recorrido andado:

refugees-welcome

Refugiados, bienvenidos

Aceptaban su suerte porque todas sus fuerzas interiores estaban paralizadas o habían sido ya destruidas; indiferentes a la vida y a la muerte, como si el experimento de deshumanización no pudiera ir más lejos; despreciados por los verdugos a quienes su sola vista ofendía, evitados por los mismos prisioneros pues veían en ellos su propio fatal destino, eran vivos murientes o muertos vivientes que habían traspasado la frontera de la dignidad y del respeto de sí; un deshecho humano que quedaba fuera, según Jean Améry, de cualquier consideración ética o racional.”

La fotografía de Aylan, tirado inerte, en la playa donde otros vamos de vacaciones, recorrió el mundo entero a golpe de “últimas noticias”, causando conmoción y avivando, entre otras cosas,  la polémica en torno a la crisis migratoria que enfrenta Europa. Pero tras las “últimas noticias” llegan otras y otras más, como si de montones de “crisis de refugiados” se tratara,  pidiendo asilo en nuestra desidia, intentando cruzar la frontera de nuestra burbuja de cristal. Tras el primer impacto lo golpes duelen menos e incluso dejamos de sentirlos. Es “la banalización del dolor ajeno”.

La noticia convertida en producto de consumo, en algo INEVITABLE, impide buscar responsabilidades y dar soluciones. Tratada y analizada siguiendo el formato “Sálvame” consigue todo lo contrario: Dejarle morir ante nuestra mirada vacía, colapsada por tanta basura, mientras tarareamos el estribillo de cabecera  del programa con el mismo nombre que tanto nos entretiene cuando, al acabar las noticias y ver en ellas sus cuerpos muertos en  otra playa sin nombre, a continuación escuchamos:

Oye! Sálvame, ven nadando a mí, /sálvame soy un náufrago. /Cógeme, llévame, /por favor, sálvame, /por favor, sálvame, /que yo te pagaré. /¡Oye! Sálvame, ven nadando a mí, sálvame soy un náufrago.” (…) /Aumenta el viento, siento pánico. /El barco salta, suelto el timón. /Cae un rayo, estalla por estribor /y yo no sé qué hacer para no naufragar. / ¡Oye! Sálvame, ven nadando a mí, /sálvame soy un náufrago. /Cógeme, llévame, /por favor, sálvame, /por favor, sálvame, /que YO TE PAGARÉ“.

¿A qué precio? Países como Dinamarca y Suiza empiezan a cobrar lo que podría llamarse como “la tasa del refugiado” confiscando parte de los bienes a quienes cruzan sus fronteras. Es la “Solidaridad” de pago. Mientras, unas cien empresas líderes en el ámbito de «elementos de protección perimetral» están en Núremberg vendiendo vallas, puertas, barreras electrónicas y muchos otros dispositivos fronterizos. ¿A qué precio?

Ese mismo estribillo podrían ser las últimas palabras pronunciadas en una patera a punto de naufragar. Y así, sin saber hasta qué punto somos conscientes de tararear la banda sonora de otro entierro en horario de máxima audiencia, nos sentamos ante el televisor y escuchamos la noticia de la detención de tres bomberos sevillanos en Lesbos acusados de tráfico ilegal de personas. Y el mundo al revés no deja de girar para ponerlo todo patas arriba, otra vez. Mientras, los escribanos del sinsentido convertido en único sentido, de la sinrazón convertida en razón hegemónica y de un único pensamiento convertido en pensamiento único, escriben lo que mañana será el testamento el relato de lo ocurrido. ¿A qué precio?

Y ante esa petición de auxilio, ante ese “Sálvame” de salitre y REALIDAD,  5 personas responden y son acusados. En un mundo donde los derechos humanos se dicen universales ¿puede haber seres humanos considerados ILEGALES?

Ruanda, Camboya, Armenia y un “ETC”…para resumir la cultura del Espectáculo, el Olvido y la Indiferencia. Porque el “buen alemán” no era un asesino, pero  oía  “Sálvame” y cambiaba de canal. Quizás hoy todos seamos alemanes. Nos queda por descubrir si “buenos alemanes” o “judíos alemanes”. Y qué “Sálvame” queremos ver o escuchar. Ojalá seamos conscientes.

¿A qué precio?

FIRMAD LAS PETICIONES DE PROEM-AID Y DE TEAM HUMANITY  AQUÍ:

https://www.change.org/p/cuanta-mas-presion-mas-accion-liberación-para-los-bomberos-de-sevilla

http://www.skrivunder.net/free_team_humanity_and_proem_ain_members

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2 Comentarios

  • jose luis quintana mantecon
    18 de enero de 2016

    Mejor no se puede decir ; por mi parte se lo agradezco profundamente y espero que el sentir de su artículo llegue al lugar más escondido.
    Me permito añadir dos datos conocidos por todos pero no suficientemente recordados:hace unos días el semanario parisiense publicaba una horrorosa viñeta en la que aparecía el niño Aylan , ya mayor , persiguiendo una muchacha . No quiero comentarlo , me quedaría corto en cualquier caso .
    El otro mensaje , sucinto , claro, contundente: el muchacho de dieciseis años , refugiado, que contesta: no queremos limosna sino que acaben con esta guerra y volver a nuestra casa.
    Gracias de nuevo

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