Pañuelos mágicos para pequeños héroes

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Al entrar en la página de Kimo-Kap, una de las primeras cosas con las que te encuentras es con un precioso cuento infantil sobre esperanza y valentía.

En él, un niño pelón (así es como denominan a los pequeños a los que se les ha caído el pelo en su lucha contra el cáncer) se queda dormido, donde viaja a un lugar mágico con otros niños pelones que le dicen que él tiene, como ellos, un poder especial. Comprende entonces que es un héroe, tal y como le susurra siempre su madre entre abrazos.

Las muñecas representativas de Kimo-Kap con uno de sus pañuelos mágicos.

Las muñecas representativas de Kimo-Kap con uno de sus pañuelos mágicos. Foto: Kimo-Kap.

Los niños de ese cuento llevaban en las cabeza los Kimo-Kap, unos pañuelos de colores que tienen dos caras distintas. Por un lado son lisos y por el otro con estampados, con diferentes diseños, cada uno diferente porque cada niño lo es también.

El liso significa los sufrimientos que pasan cada día estos niños, y la parte estampada refleja el «poder» de cada uno, su fuerza, su entrega y su generosidad.

UN SUSTITUTO DE LOS GORROS DE LANA

La Asociación Kimo-Kap se dedica precisamente a confeccionar estos pañuelos, que posteriormente reparten gratuitamente entre los hospitales oncológicos pediátricos.

En España esta asociación cuenta con 37 delegaciones. Y en Cantabria la dirige Isabel Prieto, una valiente mujer de Los Corrales de Buelna que día a día se sobrepone a la fibromialgia que sufre para entregarse a esta labor solidaria y sin ánimo de lucro.

La historia de la Asociación Kimo-Kap la comenzó una voluntaria en los hospitales madrileños con los paciente infantiles oncológicos. En el mes de marzo de hace dos años, la capital contaba con unas temperaturas agradables por lo que ella apreció una mañana que los niños que iban llegando a consulta se quitaban acalorados sus gorros de lana y de tejido caliente.

Entonces comprendió que necesitaban otro tipo de pañuelos para mejores temperaturas, y con motivos alegres y divertidos. Pronto el movimiento se extendió por toda España, y los propios niños fueron los que sugirieron que fueran reversibles, y una de las partes fuera lisa y la otra estampada.

Cantabria fue una de las primeras comunidades en formar grupo, y le tocó a Isabel dirigirlo. «Somos personas de a pie, normales y corrientes», nos cuenta. En Santander ha conseguido reunir dos grupos de unas quince mujeres que se reúnen semanalmente para coser, y otras tantas voluntarias que lo hacen desde sus casas.

El año pasado contactaron mediante la página unas 17 mujeres que están presas actualmente en la prisión de El Dueso (Santoña) para ofrecerse voluntarias para coser. «Reconozco que me llamó la atención que con la situación en la que viven se preocupen un poco por los demás», reconoce Isabel, que pronto reunió las telas y se las llevó ella en persona.

Y parece que la historia no será un caso aislado. «Hace poco volvieron a ponerse en contacto conmigo para decirme que les llevara más metros de telas, que les había parecido que habían hecho pocos pañuelos. A ver si podemos juntar unos 100 metros y se los puedo llevar pronto», confía.

TELAS DE DOS CARAS PARA TODOS LOS ESTADOS DE ÁNIMO

Isabel y otras dos voluntarias preparando la entrega de los pañuelos en Valdecilla en agosto de 2014.

Isabel y otras dos voluntarias preparando la entrega de los pañuelos en Valdecilla en agosto de 2014. Foto: Facebook de Kimo-Kap.

Ella misma es quien envía las telas con los patrones marcados y cortados. «Las telas las dona la gente, no tenemos ningún patrocinador», asegura. Y precisamente telas son lo que más necesitan. También hilos, bolsas y propaganda para darse a conocer, pero Isabel admite que «es complicado que hagan panfletos en las empresas, y los hilos los tienen en casa las que cosen, así que lo principal son las telas».

Los pañuelos deben ser de algodón 100%, sin ningún tipo de mezcla, y los colores lisos deben ser coloridos, para evitar aquellos blancos y de colores claros que sean más tristes. Los estampados deben ser acorde con las edades.

Los pañuelos se hacen de tres tallas, de una manera un poco orientatitva. Unos pequeños, para niños de entre 0 y 3 años; otros medianos, para niños de entre 3 y 6 años, y unos grandes para niños de entre 7 y 18 años.

«Sé que a la hora de comprar las telas nos gustan más los dibujos de estilo infantil, pero hay que pensar que los que se hacen de la talla grande se los pueden poner también chicos de 18 años, y a esos chicos hay que buscarles motivos más de adultos, como calaveras o cosas así», asevera.

BUSCAN UN LOCAL EN LOS CORRALES PARA CONTINUAR COSIENDO

Los pañuelos se entregan en todos los hospitales donde hay secciones oncológicas para niños. En Valdecilla concretamente hay pocos niños pelones porque no se tratan todos los tipos de cáncer, y muchos casos se derivan al País Vasco. Es por ello que muchas veces sobran pañuelos, que se envían a otra ciudad de España. «El año pasado enviamos más de 500 a Almería, Murcia, Alicante, Zaragoza, etc…» enumera Isabel.

De hecho, la asociación está a la espera de que desde el hospital Valdecilla hagan una presentación para dar a conocer su proyecto, y que más padres y familiares conozcan que existe. Son iniciativas gratuitas y totalmente solidarias, que parten de personas que simplemente buscan dar algo de su tiempo para hacer más llevadera la enfermedad para los más pequeños.

Actualmente Isabel se encuentra negociando con el Ayuntamiento de Los Corrales de Buelna para que le ceda algún local, sobre todo para guardar las telas y los pañuelos. «Yo solo necesito un local pequeño», asegura, pues no requieren de reuniones sino que solo precisa que «tenga un punto de luz para la máquina de coser y donde pueda enchufar la plancha. Con una mesa y unas estanterías para guardar me vale», expresa, confiando en que pronto pueda disponer de uno para seguir avanzando en el proyecto.

MÁS INICIATIVAS SOLIDARIAS

Cada mujer de la asociación fabrica hasta 100 pelones semanales, y la lista de espera para adquirir uno sigue formándose.

Cada mujer de la asociación fabrica hasta 100 pelones semanales, y la lista de espera para adquirir uno sigue formándose. Foto: Pelones Cantabria.

Hay muchas iniciativas solidarias que merecen reconocimiento, como es la que sacaron adelante cuatro amigas hace apenas un año.

Pelones Cantabria comenzó con la elaboración de imanes y muñequitos que las jóvenes mujeres hacían para amigos y familiares, y que en menos de un año ha supuesto toda una revolución.

Comenzaron su artesanía para recopilar financiación precisamente par la causa del Kimo-Kap, pero pronto tuvieron tanto éxito que supieron que debían utilizarlo para ayudar a más casos.

Actualmente colaboran con varios proyectos de investigación de enfermedades oncológicas y raras en niños, como son el proyecto VOI, la Fundación Josep Carreras o la asociación Julia la princesa valiente, creada en 2014 por los padres de una niña diagnosticada con un sarcoma de partes blandas localizado en la parte inferior de la columna.

Además, también ayudan a financiar las visitas de la Fundación Theodora. Esta fundación, que está presente en Valdecilla como uno de sus puntos principales en España (funciona en 8 países), se formó hace veinte años y está integrada por los Doctores Sonrisa, profesionales y expertos en hacer felices a los niños y amenizar sus largas estancias en los hospitales.

Las chicas de Pelones tienen productos como broches, imanes, muñecos, llaveros o pulseras que ellas mismas elaboran, siempre con la carita característica del ‘Pelón’. En Cantabria tienen diferentes puntos de entrega que constan en sus redes sociales, y donde los interesados pueden recoger los productos previo encargo. Además, están presentes en todos los actos y mercadillos que sus respectivos trabajos y vidas familiares les permiten.

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