Los titiriteros de El Dueso

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Alguien ha abierto una puerta de los sótanos del Ministerio de Tiempo, una serie que no sabe que ha elegido para estrenar su segunda temporada una fecha tan histórica en Santander como el aniversario del incendio que cambió la fisonomía de la ciudad para siempre.

En el Ministerio del Tiempo, la serie en la que estás a punto de asistir a la detención de un Lazarillo de Tormes, los viajes en el tiempo son sencillos, casi tanto como los cambios: entras por una puerta en el Madrid 2016, en el camino oyes un «Muera la inteligencia» y llegas a la prisión de El Dueso en Santoña en la posguerra.

Buero Vallejo, el primero por la izquierda, en El Dueso

Buero Vallejo, el primero por la izquierda, en El Dueso, 1944 (Foto localizada por el investigador Juan Aguilera)

No han cambiado tantas cosas. En ambos tiempos nos encontramos con autores de teatro encarcelados.

Porque en las celdas de El Dueso coincidieron en el tiempo dramaturgos referentes como Antonio Buero Vallejo o Cipriano Rivas, sin delitos de sangre o crímenes, bajo un genérico (y paradójico) “adhesión a la rebelión”.

Buero Vallejo, reconocido por crítica y público por ‘Historia de una escalera’ (un drama costumbrista que tiene de fondo, sin nombrarla, la Guerra Civil), es autor de obras como ‘La fundación’ (inspirado precisamente en un intento de fuga de otra prisión, previa), ‘En la ardiente oscuridad’ o ‘El concierto de San Ovidio’, entre muchas otras.

Si bien inicialmente su padre le impidió alistarse como voluntario en la Guerra Civil, acabó participando en ella, en el bando republicano, ocupándose de actividades culturales, como dibujos y textos, así como en la Jefatura de Sanidad de Valencia.

Estuvo preso en un campo de concentración primero, y condenado en 1939 por delito de “adhesión a la rebelión”, una pena de muerte que se le acabó sustituyendo por la de prisión durante 30 años, que le llevó a recorrer varias prisiones españolas, entre ellas la de El Dueso, en Santoña, durante tres años.

Retrato de Miguel Hernández dibujado por Buero Vallejo (Biblioteca Nacional)

Retrato de Miguel Hernández dibujado por Buero Vallejo (Biblioteca Nacional)

Tras finalizar la etapa de prisión, en libertad condicional, vivió en Madrid, como desterrado.

Comenzó su actividad literaria, en la que tuvo encontronazos con la censura (que prohibió su obra ‘Aventura en la gris’), asunto, el de la censura, contra el que escribió algún artículo en clave irónica.

Entre sus obras se encuentra ‘El tragaluz’, ya en los años 70, en la que se hace por primera vez una alusión directa a la dictadura.

También escribió contra la tortura, en una obra que no pudo representarse hasta después de la muerte de Franco.

Buero Vallejo mantuvo relación con otro ilustre encarcelado: Miguel Hernández. De hecho, es autor de un famoso retrato del poeta de Orihuela (que da nombre a un instituto de Castro Urdiales.

Sus dolorosas ‘Nanas de la cebolla’ (canciones de cuna escritas a su hijo desde la cárcel) duelen más cuando se sabe que si pudo recibir visitas del niño en prisión fue gracias a su compañero, el dibujante Eusebio Oca, que pedía a su mujer que llevara al hijo de Hernández a las visitas, en lugar de las suyas, ya que el poeta en realidad no podía recibirlo: le estaba prohibido, al no estar casado.

Otro de los presos relacionados con el mundo de las tablas en El Dueso es menos conocido por el gran público: se trata de Cipriano Rivas Cheriff, dramaturgo que se movió con grandes referentes como el propio Lorca o Margarita Xirgú, y cuñado del presidente de la República Manuel Azaña al estar casado con su hermana.

Admirador de Valle Inclán, el teatro fue una de sus grandes pasiones, y fundó varias compañías (El mirlo blanco, El cántaro roto, El caracol), muy volcadas en el teatro experimental, hasta recalar en la de Margarita Xirgú, la musa de Lorca.

Rivas Cherif, agachado, preparando una representación en El Dueso (Foto localizada por el investigador Juan Aguilera)

Rivas Cherif, agachado, preparando una representación en El Dueso (Foto localizada por el investigador Juan Aguilera)

Aunque su proyecto más conocido es TEA (siglas de Teatro Escuela del Arte, con una antorcha como logo), con sede en el María Guerrero, y concebido como una cooperativa.

Fue a él a quien le robaron parte de los conocidos diarios de Azaña, a quien acompañó en el exilio en Francia hasta que fue detenido.

De allí pasó a España, donde se le condenó por “adhesión a la rebelión”, a una pena de muerte que fue sustituida por prisión de 30 años, que le llevó también a recorrer distintos penales, entre ellos el de El Dueso, donde coincidiría con Buero Vallejo.

Y allí desarrolló un proyecto teatral, la TEA de El Dueso, la compañía teatral del penal santoñés, con la que representó tanto clásicos como modernos, con pocos medios y con condicionantes ideológicos que le imponía la dictadura, si bien la actividad de la compañía cesó y Rivas pasó a una celda de castigo, acusado por motivos políticos.

Al salir, se exilió a México, donde publicó sus obras y acabaría falleciendo. Él es una de las personas que conocía a Rapún, el último amante de Lorca, enterrado en Ciriego, cuya historia se cuenta en la obra ‘La piedra oscura’, que vendrá en marzo al Palacio de Festivales.

Es una figura menos conocida que otros compañeros de generación, que ha estudiado el profesor riojano Juan Aguilera, y que fue recuperado en un programa de radio realizado por los propios presos de El Dueso.

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