||por MARIANO DE MIGUEL, historiador, experto en el mundo árabe||

Panga Ngunda: el destructor de la tierra, tal era el nombre dado a Leopoldo IIº, rey de los belgas, por los nativos del Congo, que explotó como una parcela propia. Hoy los destructores de la tierra, retornaron, pero en la propia capital belga, Bruselas. Sede de varias entidades supranacionales como son la U. Europea, OTAN, Parlamento Europeo…

Alarma en Bruselas

Ni se había “disfrutado” la detención de Salah Abdesalam, el cerebro de los atentados de París en aquel infausto viernes 13 de Noviembre de 2015, cuando detonaron varias explosiones en el aeropuerto de Bruselas y una de las principales estaciones de metro de la ciudad.

El saldo hasta el momento es de 35 muertos y más de un centenar de heridos. La cifra final de fallecidos puede aumentar, dado que varios se encuentran en estado crítico.

Lo peor ya no son sólo las víctimas inocentes en estos terribles sucesos. El terrible acuerdo de la UE con Turquía para la devolución “en caliente” de refugiados, a buen seguro, se ampliará en aras de “la seguridad nacional” y se puede esperar un aumento de las medidas de vigilancia, de un modo draconiano, como ocurrió en Francia.

Pese a todo, hay un hecho que no sede olvidar. Los últimos terroristas, no procedían del Machreq o el Levante de Oriente Próximo. No. Eran jóvenes europeos, quizás hijos de emigrantes de segunda generación o bien conversos a un supuesto credo, que en el fondo actúa como una secta destructiva.

En Bélgica, los jóvenes desempleados por culpa de la crisis y con el paradigma de no comprender si son belgas, walones, franceses, etc.- se unen a grupúsculos extremistas que les lavan el cerebro para que acometan actos de terror en el corazón de Europa.

Pero ni que decir tiene que la “Europa de dos velocidades” también es un hecho aquí. Atentados así, por desgracia se vivieron en los Balcanes tras la más inmediata implosión yugoslava, principalmente en Zagreb y en Tirana. EEUU, pidió al presidente de Bosnia, Alija Izetbegovic, (dado que era de es este país de donde surgieron los grupos integristas más virulentos) que expulsase a los “voluntarios” que combatieron a los serbios durante las guerras de secesión de los 90’ en esa región.

El día que entendamos que esas personas huyen de los mismos asesinos que han teñido Bruselas de sangre, habremos dado un paso de gigante para quizás poder solucionar este caos presente.

Estas gentes eran integristas llegados desde Afganistán, Argelia, Egipto…y que configuró el nuevo terrorismo de corte integrista que también golpearía a Rusia, a raíz del conflicto en Chechenia.

Por ello, los sucesos de Madrid, Londres, París y Bruselas, por desgracia han sido el resultado de las políticas europeas de “No oír el mal, no ver el mal, no sentir el mal”, midiendo con doble rasero los acontecimientos a ambos lados del Mediterráneo y sobretodo la ruptura de la conciencia del viejo continente ante dos hechos: la invasión (ilegal y plagada de mentiras) de Irak en 2003 y la forma de desentenderse de la mayor crisis de refugiados desde la inmediata postguerra de 1945.

Superando así los “fantasmas balcánicos”, se ha pasado al miedo a los refugiados que en muchos casos son definidos obscenamente como “potenciales terroristas de 5ª columna”.

El día que entendamos que esas personas huyen de los mismos asesinos que han teñido Bruselas de sangre, habremos dado un paso de gigante para quizás poder solucionar este caos presente.

Ello junto a que los gobiernos dejen de confiar en las monarquías petroleras del Golfo Pérsico como países garantes de paz. Los cuales, no han acogido en 5 años de crisis tras la “Primavera Árabe” a ningún refugiado.

Por último acabar con la frase, de que a raíz de las guerras yugoslavas citadas anteriormente, el historiador Ernest Gombrich dijo “Todo empezó en Sarajevo, en 1914, todo acaba en Sarajevo, en 1991).

Deberíamos añadir que hoy todo acaba -si no se cambia- en los Balcanes, nuevamente. En Idomeni (Grecia) y Moin (Macedonia).