Ruth Beitia, medalla de oro: «A veces los sueños se hacen realidad»

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Ruth Beitia en lo más alto del podium en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro

En un tuit la noche anterior, velando armas para la gran final, la atleta cántabra, Ruth Beitia, transmitía toda su buena energía. Y es lo que ha hecho esta madrugada en Río de Janeiro, paso a paso, zancada a zancada, salto a salto, para colgarse la primera medalla de oro que consigue una mujer en Atletismo para la delegación española en unos Juegos Olímpicos.

El tercer oro en Atletismo, después de Fermín Cacho y de Daniel Plaza. La primera mujer que lo consigue en este deporte. Había conseguido 13 medallas en distintas competiciones internacionales pero nunca un metal olímpico. Había pensado en la retirada después de quedarse a las puertas del bronce en Londres.

Pero no hay una medalla más merecida, al menos porque es el relato de un deportista que más conocemos, y a sus 37 años de edad, la más veterana de la competición (aunque no le haya gustado mucho que se lo recuerden en TVE) ha alcanzado la gloria.

En nuestra memoria deportiva quedará grabada para siempre la madrugada del 21 de agosto de 2016, en la que Ruth Beitia fue eliminando rivales a golpe de fe, mandando e intimidando con su solvencia, siempre con una sonrisa que parecía lanzar hacia el listón a través de las ondas emitidas por el balanceo de los dedos de su mano derecha.

Llegó a la última ronda, a los 2 metros, con la ventaja de haber pasado limpio en cada tentativa, frente a adversarias teóricamente más potentes, que habían fallado en sus primeros saltos acometiendo el 1,97 metros.

Siempre la primera en acometer cada uno de los tres intentos, fue trasladando la presión a sus tres adversarias en la ronda final: la búlgara Demireva, la croata Blanca Vlasic y la estadounidense Lowe.

Tumbada sobre el tartán del Estadio Olímpico de Río de Janeiro, su cara cubierta con la bandera española, parecía más concentrada que todas ellas incluso cuando no era su turno.

Estuvo muy cerca de saltar los dos metros a la tercera, pero como tampoco lo consiguieron Demireva, Vlasic y Lowe, se llevó el gato al agua.

Antes de desatarse toda la emoción, justo antes de que la atleta cántabra fuera trending topic por unas buenas horas, en cuestión de pocos segundos falló la búlgara su tercera tentativa: Ruth ya tenía asegurada la medalla. Tumbó el listón la croata: la cántabra ya era plata. Y no pudo con los dos metros la estadounidense: Beitia se convertía en oro.

Con la bandera rojigualda al viento, Ruth salió corriendo a abrazar a su entrenador, Ramón Torralbo, el primer español que superó los dos metros de altura.

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«A veces los sueños se hacen realidad»

Una medalla que es para él, para su manager y para su psicóloga; para todos los que la han apoyado en su carrera deportiva y que la convencieron para continuar después del cuarto puesto en Londres 2012; para su padre, para su madre y para su ciudad, porque en sus primeras declaraciones en RTVE, Beitia ha anunciado que el preciado metal irá al Museo del Deporte de Santander para que todo el Mundo lo pueda contemplar.

A estas horas de la madrugada, Ruth Beitia sigue recibiendo en su teléfono móvil la euforia que se ha desatado en su tierra. Felicitaciones de cargos públicos e instituciones, reactivación de las peticiones para que sea Premio Princesa de Asturias y, sobre todo, el éxtasis de muchos paisanos desvelados en una de las noches de sábado más especiales del verano.

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