Velos (físicos, mentales y demagógicos)

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||por MARIANO DE MIGUEL, historiador, experto en el mundo árabe||

En una playa de Niza, Francia, una mujer de credo musulmán, descansa en la playa junto a sus dos hijas pequeñas. Luce un bañador de cuerpo entero y un hijab (o velo que cubre cabello o gran parte de la cabeza, mostrando sólo el rostro, según el conservadurismo moral que siga la persona de esa fe).

En menos de 10 minutos, varios agentes de policía se presentan ante ella, exigiéndole que proceda a retirar esa vestimenta, no sólo el pañuelo, también un abrigo corto que llevaba por encima del bañador de una pieza. No, no era un burkini -que para que se sepa, es una prenda textil diseñada por la empresaria libanesa Aheda Zanetti, radicada en Australia desde hace 2 décadas-.

La imagen de la polémica, varios policías francesas obligaron a quitarse la ropa a una mujer que tenía una túnica sobre el bañador.

La imagen de la polémica, varios policías francesas obligaron a quitarse la ropa a una mujer que tenía una túnica sobre el bañador.

La afectada asimismo, tuvo que escuchar de viva voz asimismo por parte de otras personas, gritos xenófobos como “¡Vuelve a tu país!”, cuando es una ciudadana nacida y criada en el país galo, aunque de padres de origen magrebí.

La creadora de la polémica prenda atendió a los corresponsales de la BBC para declarar que “Quise crear una prenda que le permitiera a las mujeres vestirse de forma modesta y a la vez poder participar en el estilo de vida australiano y en las actividades deportivas» . De poco o nada sirvió, dado que la polémica estaba servida. Como bien es conocido, uno de los pilares de la Vª República Francesa es la laicidad en todo su territorio y especialmente en lo ligado a la administración pública.

En 2006 la prohibición del velo islámico en escuelas -junto a la muestra de crucifijos en el caso católico, o kippot (cubre cabeza hebreo) en el judío- dio respuesta a grupos ultras y hasta el co-líder de Al Qaeda en esa época, el egipcio Ayman Al Zawahiri, se pronunció en virulentas y amenazadoras palabras contra el ejecutivo francés.

¿Pero hay algo más allá de todo esto? Desde luego, lo hay. Hemos pasado los últimos 20 años horrorizados por la vista de como los talibán primero y el DAESH después, junto a otros grupos integristas como Boko Haram en Nigeria, obligaban y subyugaban a las niñas desde los 14 años a lucir una prenda llamada burka en todos los casos -y de modo incorrecto-.

Deberíamos volver la cabeza atrás. La burka original era una prenda de origen persa que el Sha obligaba llevar a sus concubinas para que nadie se atreviese a mirarlas o desearlas. Del mismo modo, el modelo “más conocido” (afgano) es típico de las regiones pashtunes ultraconservadoras.

Pero, esas mismas zonas se basan en un código de “honor” llamado pashtunwali, que es 800 años anterior al Islam. Es decir, es una prenda pre-islámica. De hecho, las mujeres nobles del antiguo Imperio Otomano lucían burka en distintas regiones de Anatolia para protegerse del sol abrasador de esa zona. No es esto una justificación -ni mucho menos- de esta prenda. Sobretodo, si su uso viene impuesto por un sistema patriarcal y violento.

Pero todo sea dicho. En el Afganistán ocupado por la URSS no existía el concepto de burka -a pesar de que la secularización se hizo de un modo más brutal que en la Turquía de Ataturk de 1924-, pero EEUU no dijo nada cuando los muyahidines tomaron Kabul en 1992 y la primera norma fue la imposición del hijab obligatorio -que no burka, pero esto dio pie poco después a los edictos de los talibán-.

El veto al burkini, fue impuesto «por motivos de seguridad pública» y porque según las autoridades francesas, la prenda «no respeta la secularidad en que está basado el Estado francés”. Del mismo modo también se añadió (de una manera cuanto menos, irrisoria), el factor de la higiene. Si una prenda así puede despertar recelos por esto último, quizá como decía un humorista canadiense hubiese que “pedir a hombre de vello pectoral prominente que usen un neopreno en la playa, como medida de higiene preventiva”.

En las Olimpiadas de Río también se levantó la polémica cuando una de las jugadoras de Egipto decidió ir tapada en el voley playa.

En las Olimpiadas de Río también se levantó la polémica cuando una de las jugadoras de Egipto decidió ir tapada en el voley playa.

Y efectivamente es una polémica antigua, que ya se caldeó este verano con una imagen marcada a fuego de los pasados Juegos Olímpicos, donde dos mujeres competían en volea playa. Una luciendo un tipo y shorts estilo bikini, la otra, egipcia y credo islámico, con un burkini. Polémica servida.

Nadie observa asimismo que si bien Egipto es una sociedad patriarcal y muy machista, en muchos caso el uso de hijab -que no burka- en ese país u otros como Jordania, se debe al peligroso incremento del acoso sexual y tocamientos a chicas jóvenes en los autobuses o trenes de ese país (durante la revuelta de Febrero de 2011, no menos de 173 muchachas fuera violadas o tocadas en el plazo de tres semanas).

Repito, esto no es una justificación del uso de esta prenda. Pero antes de juzgarse, debe saberse todo el contenido y continente del caso. Del mismo modo, en la secular -aún- Turquía, abuelas laicas se desesperan al ver a sus nietas de entre 18-25 años con el velo islámico, como “respuesta» y ”crítica” a las instituciones.

Y aunque estas palabras, que seguro crearán polémica, también se debe añadir que los primeros en legislar contra vestimentas impúdicas, modos de vida o incluso música, fueron los nazis tras el congreso de Núremberg. Del mismo modo, también se puede observar una analogía con el caso contrario al burkini: El conocido como Freikörperkultur (movimiento de cuerpo libre o naturismo), fue prohibido en la Alemania Hitleriana por “desviacionista”, “seguridad pública” y “evitar el fomento de una enfermedad como es la homosexualidad”.

No muy distinto salvo el último apunte, a lo que se ve en Francia hoy. Nadie debería legislar acerca de la vestimenta o estilo de vida de las personas. Sólo debería ser así, si estos factores atacasen la libertad de cada individuo o coaccionasen su día a día y vida.

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