Sobre el futuro de Siria

Tiempo de lectura: 7 min

||por MANUEL CORBERA, miembro de LIBRES y de PASAJE SEGURO||

¿Debemos felicitarnos -y sobre todo felicitar a la población siria- por la tregua impulsada (pactada) por EE.UU y Rusia? ¿Cuál es en realidad la situación hoy del conflicto sirio? ¿Es posible pensar en una solución definitiva?

Bombardeos en Siria

Bombardeos en Siria

Con la información de que disponemos ningún ciudadano o ciudadana –en caso de que le interesase pensar en ello- podría siquiera construirse un criterio de valoración propio, no mediatizado por la pobre, superficial y manipulada información de los principales medios de comunicación.

Las siguientes líneas son el resultado de una lectura atenta de numerosas noticias sobre el conflicto y de las reflexiones a las que me han movido. Con ellas pretendo, simplemente, provocar reflexiones en quien las lea.

A lo largo de estos cinco años de guerra los medios de comunicación mayoritarios, más que esforzarse por permitirnos comprender un conflicto de gran complejidad que está generando enormes sufrimientos en la población siria, han contribuido a la confusión, a presentar a todos los actores como equidistantes en la responsabilidad del conflicto.

EL DAESH

Cierto que, cada vez más, el Daesh, es decir, el Estado Islámico, aparece como el frente más bárbaro y sanguinario. Sus crímenes filmados en vídeo se instalan en nuestras retinas y nos llevan a aborrecer a sus ejecutores muy por encima del horror que debiera inspirarnos los miles de asesinatos con armas químicas perpetrados por Al Assad en las inmediaciones de Damasco.

Claro que esa diferencia de sentimientos, fruto del diferente énfasis con que se nos presentan las cosas, resulta conveniente a algunas partes. El Daesh sabe que presentando públicamente sus atroces crímenes provocan una reacción de miedo en todos los que consideran infieles, y particularmente en los occidentales.

Y, curiosamente, ello resulta también útil a Occidente, en tanto que le permite fortalecer la construcción de ese nuevo “otro” anunciado por Huntington en la teoría que formuló en los años noventa de “choque de civilizaciones”, muy presente sobre todo en EE.UU.

El “otro” es el Islam, los musulmanes radicales, y por extensión todos los musulmanes, también los que viven en el interior de nuestros Estados, también los migrantes y refugiados. Así se construye cuidadosamente un discurso cada vez más xenófobo que poco a poco va penetrando en la sociedad civil sin que ésta se de cuenta.

Lo que muy pocos medios rebelan es que quien más contribuyó a que el Daesh -que es lo mismo que decir la extrema derecha islamista- se convirtiese en una realidad, fue el propio Bashar Al Assad, el mismo enemigo a quien combaten.

Fue el presidente sirio quien desde el principio presentó la guerra como la resistencia del laicismo contra el yihadismo y quien, a la vez, excarceló a más de 1.500 islamistas radicales de sus prisiones. De ese modo Al Assad eligió a su enemigo en el conflicto, pretendiendo con ello conseguir que Occidente legitimara la represión contra su pueblo, que la aceptase como una lucha contra el terrorismo.

LA OPOSICIÓN

Pocos recuerdan ya, al cabo de 5 años, que el origen de la guerra se encuentra en la rebelión popular que exigía “pan y libertad”. Contra ella lanzó Al Assad su criminal represión.

Hoy apenas sabemos nada de aquella oposición dispersa en múltiples grupos que acabaron confluyendo en la Coalición Nacional de Fuerzas Revolucionarias y de Oposición, apoyada por el Ejército Libre de Siria formado a partir de muchos oficiales y soldados que desertaron del ejército del régimen.

Allí no había yihadistas; era una oposición democrática, reconocida incluso por la propia Unión Europea como legítima representante del pueblo sirio.

Sin embargo, cuando se vio atacada, se cansó de pedir ayuda, de pedir armamento antiaéreo para repeler los bombardeos del régimen y sus aliados Rusia e Irán sobre sus posiciones y la población civil.

EE.UU y la Unión Europea la tenían miedo, les parecía demasiado revolucionario su objetivo expresado en el lema: “pan y libertad”.

¿Qué fue de esa oposición? El silencio mediático o la confusión que generan para hacernos creer que la oposición es un totum revolutum dominada por el yihadism la han hecho casi desaparecer. Ha dejado de ser «oposición democrática» para denominarse en los medios con el eufemístico nombre de «oposición moderada», denominación que nada indica de sus objetivos ni de su legitimidad.

Evidentemente dicha desaparición es ficticia; sólo se encuentra oculta detrás de la tramoya mediática. Ciertamente ha sido duramente reprimida, en ocasiones desde el exterior y por otros regímenes criminales vecinos como en el caso de los kurdos desde la Turquía de Erdogan.

Ha sufrido muchas bajas y muchas personas que se levantaron contra Al Assad en aquella primavera árabe han engrosado las filas de los refugiados. Pero con toda seguridad aún resisten muchas otras.

En un reciente libro de Robin Yassin-Kassab y Leila Al-Shami titulado Burning Country: Syrians in Revolution and War, se menciona la existencia de más de 400 consejos locales y provinciales que gestionan democráticamente áreas liberadas del régimen y los yihadistas.

¿TENDRÁ EFECTO LA TREGUA?

Son sin duda brotes de esperanza dentro del paisaje de horror, que resisten heroicamente con todo en su contra. La tregua que comenzó el lunes 12 de septiembre es calificada por la mayoría de medios de precaria y poco esperanzadora.

Y así parece ser a juzgar por los antecedentes y el contenido del acuerdo. Fue precedida (y no es novedad) por bombardeos y ataques del régimen y sus aliados, como si pretendiesen avanzar el trabajo que se interrumpiría durante el alto el fuego.

No supone, además, el fin de todas las hostilidades; los bombardeos continuarán contra el Estado Islámico y al Frente de Conquista del Levante (antes Frente al Nusra, filial de Al Qaeda) que siguen dominando una parte del territorio en el que vive atrapada población inocente.

Y la delimitación de las áreas libres de bombas controladas por la oposición no parece estar claras y, es evidente, que Al Assad y Rusia no distinguen del todo entre «oposición radical» y «oposición moderada». No parece, por tanto, que estemos ante el inmediato fin de la guerra.

Sin embargo, posiblemente se están consolidando los agentes que se reconocerán internacionalmente en un futuro –quizás no tan lejano- tratado de paz.

Con la tregua Al Assad, el dictador genocida condenado por Occidente en los inicios del conflicto, se está convirtiendo en una pieza imprescindible a sus ojos, en la cabeza del ariete contra el Estado Islámico.

Por supuesto la prioridad es la paz. Pero la pregunta es ¿podrán con esa paz los seis millones de personas desplazadas en el interior del país y los 4 millones de refugiados externos regresar a sus lugares de origen de forma segura?

Está claro que en el Estado que surja tras la guerra (reconocida) habrá un gran negocio de reconstrucción para los Estados aliados y el propio régimen. Pero para nada está claro en qué condiciones la población civil podría reconstruir sus vidas.

Muchas sombras se ciernen sobre el futuro posible de imaginar. El Estado sirio postbélico será, seguramente, una nueva edición de la dictadura de Al Assad que convencerá a una crédula comunidad internacional de que iniciará reformas, de que perdonará a la oposición moderada, para a los pocos meses olvidarse de las garantías dadas.

Su poder absoluto se verá reforzado por la presencia del terrorismo islámico, nunca erradicado y siempre a mano para justificar desmanes contra cualquier tipo de oposición democrática. Un Estado inseguro al que muy posiblemente muchos refugiados temerán volver.

Ojalá el futuro sea otro. Por el momento la guerra continúa.

 

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1 Comentario

  • Luis Enrique Antolín
    19 de septiembre de 2016

    Recuerdo un coloquio en el que participé tras una conferencia,hará unos cuatro años sobre la situación tras la llamada primavera árabe. Dije que el ponerme a pensar sobre Siria me producía auténtico vértigo.Hoy en día este vértigo es aun mayor.

    No es cuestión de intentar un análisis pormenorizado,sólo,a modo telegráfico,hacer constar algunos puntos sobre el artículo.No me convence lo de que EE.UU.y la UE tuvieran miedo de la denomonada oposición democrática,más bien parece que ésta se ha visto desbordada,y anegada,por los acontecimientos.Recordar que EE.UU. consideró muy en serio la opción de intervenir contra las tropas del régimen mediante bombardeos.

    El Daesh ha traspasado las fronteras de Siria,aun hoy tiene bajo su control una amplia zona de Iraq,incluyendo Mosul,la segunda ciudad en población,tras Bagdad. Es bastante más,por desgracia,que un trampantojo útil para desviar la atención,aunque ciertamente este papel también pueda cumplir.

    Por fin,señalar que el artículo, si bien pretende poner en evidencia cómo el regimén de el-Asad pretende mantenerse y «legitimarse» a través de las estrategias que se indican,al final viene a confirmar que no es nada improbable el que de hecho las cosas deriven en esta dirección.

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