En el amor y en el cáncer

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En el amor y en el cáncer

En el amor y en el cáncer

En la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en el amor y en el cáncer, hasta que la VIDA decida…Votos renovados para una vida en la que nadie piensa que le pueda tocar. O, no sé si peor, que le suceda a ella, a tu pareja, a tu padre, a tu madre, a tu hijo, a tu hija, a tu prima, a tu ser querido.

Ojalá fuera cierto, ojalá no quedara nadie atrás, ojalá alejase estos pensamientos cada vez que llega un nuevo TAG, cada vez que vamos a recoger las analíticas, cada vez que te hacen una placa de tórax, cuando se acerca el día y todo vuelve de nuevo como un leviatán de miedos y sentimientos puestos en “stand by” hasta nueva orden.

Y así aprendes a vivir a seis meses vista, el tiempo que pasa para la siguiente revisión. Una montaña rusa con marcas en el calendario. Y las emociones tan cambiantes como el viento Sur. A veces todo parece estar en calma pero, sin embargo, solo es un espejismo, la calma que precede a la tormenta. De repente cualquier cosa, por muy insignificante que parezca, se convierte en el desencadenante del mal humor, de la tensión,  de gritos, de reproches y  de silencios. Para acabar llorando juntas, en el mejor de los casos.

Y, es curioso, porque  como viene se va y todo vuelve a la calma, y todo vuelve a empezar. Como si nada hubiera ocurrido, pero ocurre y, a veces, deja poso. Un poso que no ves, que sedimenta en el lecho de tu corazón insumiso. Porque no sabe hacer otra cosa. Porque no le queda más remedio. Porque no sabes lo valiente que eres hasta que te enfrentas a ello. Porque nadie es valiente. Simplemente somos supervivientes de la palabra cáncer que atenaza nuestros paladares, como si al nombrarla te contagiaras. De la palabra miedo, de la palabra  enfado, de la palabra angustia, de la palabra culpa, de los te quiero, ¿qué te pasa? De los déjame en paz, no me agobies. De los yo solo quería ayudar,  y de los pues así no me ayudas, solo me cansas más. Y de la palabra Silencio, de la palabra “Silencio”.

Porque el miedo, genera rabia y necesita un culpable para  hacer las cosas un poco más llevaderas, y es normal. Y encontramos esa culpa en el reproche cotidiano, en el enfado sin motivo aparente. Porque sobran los motivos. Los motivos son una vida que se vuelve esquiva y se te quiere escapar entre los dedos.  ¿Por qué Yo?, ¿por qué me tiene que pasar a mí? Como si todas las preguntas tuvieran respuesta. Como si Dios, exista o no, fuera a responderlas.  Y enfadado con el mundo me enfado contigo porque formas parte de él.

Y tantos ¿Qué tal estás? ¿Te encuentras bien?, te veo mala cara,  ¿has dormido suficiente? pareces más delgada, ¿seguro que comes bien?, se vuelven insoportables. Y, tras tantas palabras, un silencio que busca a gritos hacerse un hueco. Lo que antes solo eran preguntas ahora se convierten en una patada en el estómago, en una bofetada en la cara, en una descarga eléctrica a flor de piel. La quimioterapia hace el resto.

 

Al al derecha El abrazo dentro de la composición El árbol de la vida de Gustave Klimt

A veces sobran las palabras. A la derecha «El abrazo», dentro de la composición «El árbol de la vida» de Gustave Klimt

 

No es fácil salir de ese círculo asfixiante. No es fácil saber que decir, que hacer, como expresar lo que sientes, encontrar las palabras adecuadas, lo silencios oportunos, el lugar de las caricias, o el espacio para respirar. No es fácil decir te quiero, estoy preocupado por ti, porque muchas veces también tienes miedo y solo necesitas escuchar que todo va bien. No es fácil  aprender a vivir en la cuerda floja. Pero aprendes, aunque duela la incertidumbre. Y, poco a poco, vas encontrado ese lenguaje que construye, que cura, que alienta, que conforta, que calma algo mucho peor que el cáncer o cualquier enfermedad: El miedo a morir, el miedo a perderla, el miedo a tener miedo y no saber afrontarlo.

Y las palabras son las mismas pero ya no hacen daño. Y lloramos juntos, reímos juntos, y, a veces, por separado, no pasa nada, porque sabes que hay alguien ahí. Porque nos damos cuenta que las certezas no existen y que de ahí nace, precisamente la fuerza, la esperanza.

Y  besamos,  follamos,  hacemos el amor, y a veces las tres cosas a la vez. Y nos enfadamos, y vivimos, quizás más intensamente porque sabemos que cada día cuenta, que cada beso, cada palabra, cada mirada, cada momento cuentan. Y así aprendemos de nuevo a enfadarnos por tonterías, a preocuparnos por nimiedades, porqué no. Aprendemos a seguir con nuestra vida. Y te das cuenta, poco a poco, con altibajos, que el cáncer forma parte de tu vida, pero que tu vida es mucho más que un cáncer. Quizás, como dicen “Tú no lo entiendes, porque no has pasado por ello”(o sí). Y quizás sea cierto, pero quizás haya otras formas. El libro En el amor y en el cáncer de la Fundación Más que Ideas, compuesta por el santanderino Diego Villalón, Víctor, Natalia y Teresa, cuatro ex im-pacientes de cáncer, tiene ese propósito; explicar, afrontar, ayudar, sentir, acompañar, avanzar, VIVIR…

Gracias…

Nota: Quienes quieran el libro pueden descargarlo en PDF o, si lo quieren en  papel, enviar un correo a amorycancer@fundacionmasqueideas.org. El libro es gratuito. En caso de envío postal, se tendrán que abonar únicamente los gastos de envío.

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