A mandar, que para eso estamos

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Dice Terele Pávez que el servilismo al poder es algo propio del ser humano. Una situación que se repite una y otra vez a lo largo de la historia, y que solo cambia en su forma de manifestarse.

Y precisamente por ello conviene recordar un extracto de una de sus películas, ‘Los Santos Inocentes’. Este largometraje, dirigido por el cántabro Mario Camus, inmortalizó la novela de Miguel Delibes, de la que se ha cumplido este año su 35 aniversario.

Paco y Régula de Los Santos Inocentes, personalizan esa España sumida en la resignación y el conformismo extremo ante la desigualdad y la injusticia.

Paco y Régula, de Los Santos Inocentes, personalizan esa España sumida en la resignación y el conformismo extremo ante la desigualdad y la injusticia.

En esta película, la familia pobre, los oprimidos, se ponen a disposición de los mandados de los señoritos. Da igual lo que pidan, lo injusto que sea. La respuesta para todo era claro y sin dudarla: A mandar, que para eso estamos.

Es verdad que hoy en día han cambiado las formas. Ese a mandar, esa resignación se ha convertido en un conformismo y en un encogimiento de hombros ante todo lo que ocurre. A mandar, que para eso estamos, ahora se traduce con frases que nos suenan más: “no hay más remedio”, “es lo que hay”, o “siempre ha sido así”.

Con esos mantras nos justificamos entre nosotros para continuar con este servilismo, ese mirar para otro lado y ese encogerse de hombros que solo produce una corrupción tan extendida que ya cuesta ver más allá de ella. Las tarjetas Black, la Gürtel, los ERES, la Púnica y un largo etcétera son casos sangrantes, que nos indignan a todos, pero que a la hora de la verdad pasan a un segundo plano. Porque es lo que hay.

Nos dicen que no hay remedio a los recortes, que los impone Bruselas, que nada se puede hacer. Que es lo que hay. Que a mandar, que para esto estamos.

Se recorta en sanidad, en educación y en servicios sociales mientras se financian los rescates bancarios, mientras se usan tarjetas Black, mientras vuelan sobres en B. Los partidos se niegan a llegar a grandes acuerdos en beneficio de los ciudadanos pero sí acuerdan modificar la Constitución para poner la economía por encima de sus intereses.

Se rescata al Racing con dinero público, se rescatan puertos deportivos, se da dinero a fondo perdido a empresas amigas como Ecomasa. Se otorgan obras públicas con bajas temerarias a constructoras amigas, se inflan los sobrecostes posteriores, se reconocen mordidas, se rescatan proyectos ruinosos y triunfa el clientelismo.

Y no pasa nada. Porque es lo que hay. Porque siempre ha sido así. Que a mandar, que para eso estamos.

A un mar de aquí se dejan morir a refugiados, a personas, en el Mediterráneo mientras las instituciones europeas se preocupan más por blindar acuerdos con países como Turquía,  que ya están muy puestos en duda por legislación en cuanto a derechos humanos. Porque se dice que no se puede hacer nada, que no hay remedio, que la situación es inasumible.

Pero resulta que la sociedad civil sí lo está asumiendo. Las personas de a pie de calle sí se movilizan para organizar una carrera solidaria y recaudar fondos para llevar la ayuda a Siria cuando la propia ONU se manifiesta incapaz de entrar al país. Las ONG’s sí se lanzan al mar para salvarle la vida a los que lo encuentran más seguro que las bombas de tierra, como hacen diariamente los de Pro-Activa Open Arms y su barco ‘Astral’, junto a muchos otros.

Pero ellos siguen con su discurso de que no hay más remedio, que es lo que hay. Un discurso que se compra, que se vende y que acaba calando. Una y otra vez, con el servilismo acostumbrado. Pues nada, a mandar, que para eso estamos.

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