Patrimonio

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Algo que veo cada vez que vuelvo a casa por vacaciones es la imparable plaga de plumeros que convierte a Cantabria en el territorio de la Unión Europa con mayor presencia de esta especie invasora.

Antes de volver a tierras belgas tuve la inmensa fortuna de ver una nutria en el Pintor, un afluente del río Miera a su paso por mi pueblo, La Cavada. Digo fortuna porque actualmente la presencia de la nutria en nuestra comunidad se da principalmente, aunque de forma escasa, en las zonas Ebro-Camesa y Nansa-Saja-Besaya, mientras que en el este de Cantabria ver un ejemplar es casi tan frecuente como topar con trasgus, anjanas o trentis.

Plumeros y nutrias, dos ejemplos de una realidad (medioambiental pero no sólo) cuya problemática es una oportunidad para que Cantabria, desde todas las administraciones, dentro y fuera de las mismas, apueste por su patrimonio natural como eje sobre el que pivotar sus políticas de empleo (y no sólo) de presente y futuro.

Nos llevan años diciendo que no hay trabajo y eso no es cierto. Hay mucho trabajo por hacer. Lo que no hay es empleo. Y no mejorará el escenario hasta que la administración pública tome las riendas de su responsabilidad y pase de la teoría de los planes, infografías y estudios a la práctica de contratación pública (o promoción de la privada, ya que se sienten más cómodos en ese ejercicio de sujeto pasivo que espera, una vez más, que desde fuera le arreglen la sal a su cocido).

Sólo en materia de patrimonio natural (de forma directa o indirecta) ahí van unos ejemplos de políticas a desarrollar: recuperación de especies de fauna y flora autóctonas y eliminación de las invasoras; recuperación y acondicionamiento de entornos degradados para posterior uso turístico, comercial, lúdico, educativo, etc.; labores de prevención y mantenimiento de zonas expuestas a especiales riesgos, tales como incendios -limpieza y acondicionamiento de montes, planeamiento de cortafuegos, reforestación-, inundaciones -limpieza de ríos y riberas, desembocaduras y aguas marítimas- o movimientos de tierra -tareas de sujeción de terreno, limpieza de vías de evacuación-.

Sin olvidar el tratamiento, gestión y transporte de residuos con vías enfocadas (y para ello es necesaria la apuesta por la investigación en este campo) a la mejora de la eficiencia de los procesos de reutilización, reciclaje y generación -final o no- de energía; promoción y producción de energías «limpias» -sol, ríos, mar, viento o biomasa; apoyo al sector agroalimentario ecológico y de proximidad, desde el origen (ganadería, agricultura, acuicultura…) hasta el final (bienes de consumo con/sin procesamiento). Y un largo etcétera a completar, sin olvidar la correspondiente formación a impartir a trabajadores y ciudadanos en éstas y otras materias, que falta nos hace.

No obstante, debemos ser realistas. El patrimonio natural no puede ser el único eje ya que, aunque es una materia amplia, se muestra insuficiente, no sólo en términos de generación de empleo sino como base para promover una Cantabria más cántabra, pues ese patrimonio natural es en gran parte compartido por semejanza y/o cercanía con otros territorios con similar clima y orografía.

Dotar a nuestro modelo productivo de mayor oportunidad pero también de mayor especificidad pasa por esos otros apellidos que acompañan al patrimonio y que, todos juntos, le dan su verdadera dimensión, que no es en absoluto pequeña: cultural, histórico, lingüístico, industrial, arquitectónico, musical, arqueológico o artístico.

Díganme, ¿dónde si no es en Cantabria se podría desarrollar un sector productivo cultural (turístico y educativo) con la divulgación de la literatura que nos dejaron Concha Espina, José María De Pereda, Matilde De la Torre o Eulalio Ferrer?

Díganme, ¿dónde si no es en Cantabria se podría desarrollar un sector productivo lingüístico (histórico y educativo) recuperando y promocionando el cántabro, catalogado por la UNESCO «en grave peligro de extinción»?

Díganme, ¿por qué nos empeñamos en esperar -que no buscar- soluciones homologables en lugar de aprovechar nuestro patrimonio como punto de encuentro y de desarrollo político, social y económico propio?

 

 

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