Razones personales

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||por DANIEL AHUMADA, responsable del área de Anticorrupción de PODEMOS CANTABRIA||

Hace unos días nos sorprendía Beatriz Fernández, Directora General de Ganadería, dimitiendo por “razones personales”, apenas 48 horas depués de que hubiera dimitido, por las mismas “razones personales” o por otras, su mano derecha, Francisco Fernández, Jefe del Servicio de Sanidad Animal.

Los cántabros, que no solemos pensar mal (al menos de entrada), creímos que las dimisiones tendrían más que ver con las increpaciones a Revilla por los ganaderos en Ruente el once de Abril o con la tensión vivida en la Consejería de Oria por el rebrote de la brucelosis y los vaciados sanitarios.

El presidente Revilla manifestaba al respecto que “la gente a veces se agobia”, admitiendo a continuación que no la conocía personalmente, lo que convertía a Beatriz Fernández de manera sutil en una especie de “esa persona de la que usted me habla” que tanto le gusta utilizar a Mariano Rajoy. Abría así la puerta a una sospecha indefinida, más aún cuando en la web del Gobierno de Cantabria se pueden encontrar fotos de de la directora y el Presidente juntos en alguna reunión.

La sospecha creada por la toma de distancia del presidente fue confirmada el sábado, cuando aún más sorprendidos nos desayunábamos con la noticia publicada en el Diario Montañés de que el marido de la ya ex-directora estaba imputado, investigado o como le guste al Gobierno que se diga ahora para que suene menos feo en el Juzgado de instrucción Nº 2 de Santander por un delito de “tráfico de influencias” para el que, presuntamente, se habría valido del puesto que ocupaba su mujer.

Y, por mucho que el marido se empeñe en desvincular la dimisión de la investigación que le afecta y por mucho que los cántabros queramos pensar bien de entrada, parece que las “razones personales” que motivaron ambas dimisiones tienen más que ver con la instrucción en curso que con la increpación de los ganaderos a Revilla o con el que “a veces la gente se agobia” que nos sugería el Presidente.

No es un caso aislado. En la misma semana, y también por “razones personales”, había dimitido Israel Marcos, el director de la Sociedad Jubilar Año Lebaniego. La gente se agobia.

Pocos días después aparecía en prensa que el contrato de merchandising para el Año Lebaniego en el que La Gallofa era curiosamente la única empresa que aspiraba a conseguir este contrato de alrededor de 200.000 euros y en la que trabaja Ana Abarca, conocida militante del PRC de Torrelavega. Las redes sociales ardían comentando las vinculaciones de esta empresa con otros conocidos regionalistas del Besaya, y si bien los rumores no tienen ningún valor periodístico, de nuevo la sospecha parece que se apodera de las tan vagas “razones personales” en las que se apoya la dimisión.

Pero en Cantabria no todo es regionalismo. En el PSOE, socio de Gobierno del PRC, las razones personales fluyen en dos direcciones. Por un lado, en junio del año pasado la directora general de Empleo, dimitía aquejada por el mismo mal, es más, como insistía Sota a los pocos días, se iba por cansancio y “todo lo demás” eran elucubraciones.

Finalmente, el “todo lo demás” acabó con un registro de la UDEF a las dependencias del Gobierno de Cantabria tan espectacular como las maniobras de la UME, sólo que en este caso no se trataba de un simulacro, sino de una investigación todavía en curso sobre las academias de Formación que tiene pinta de derivar en más problemas para el Ejecutivo Autonómico en fechas próximas.

Por otro lado, la resistencia del socio de Gobierno a cesar a gestores como Salvador Blanco pese al informe de Intervención, o a Víctor Gijón, o a la propia Feli Lois que tan bien ha gestionado el caso de Samuel hacen pensar que en el caso de estos últimos “las razones personales” operan en su favor, ya que las razones de gestión no lo hacen.

En las filas del principal partido de la oposición el panorama no es mucho más halagüeño. Divididos como están entre Ignacio Diego, aquel a quien le prescribieron unos baños en un Balneario de Asturias y que trajo La Trama del Agua a Astillero, y María José Sáenz de Buruaga, la consejera de Sanidad que introdujo La Trama Sanitaria en Cantabria a través del Contrato Público Privado con Ferrovial en Valdecilla, la competencia es sin duda entre iguales.

Por suerte para ellos y para la alcaldesa de Santander el Partido Popular, con Mariano Rajoy al frente, ha prohibido el uso y la conjugación del verbo dimitir en todas las sedes del partido, por lo que, aunque tengan “razones personales” o de otra índole para hacerlo, parece que se ven obligados por los estatutos del partido a aferrarse al sillón y al sueldo por muy doloroso e indeseable que les resulte.

El Gobierno de Cantabria se está desmontando “por razones personales”, se cae a pedazos: no es ningún secreto que Sota recorta el presupuesto y pasa de informar al presidente, que el presidente va a “hacer un apaño” al PGOU de Santander pasando de la vicepresidenta o que el consejero de Industria, que ya no sabe si es del PRC o del PSOE, lo único que sabe es que no puede acercarse al presupuesto de Sodercan a menos de treinta metros sin salir perjudicado.

El único rayo de luz en el horizonte es que, mientras los tres partidos viejos de Cantabria están encerrados en una lucha intestina por los sillones y por la porción de humo que va a vender cada uno, la sociedad cántabra los va dejando atrás, es más plural y abierta de lo que ha sido nunca, y encuentra cada día “razones personales” para pasar de siglo.

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