Es la guerra, hijo. Por eso disparan.

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||De la serie CONFLICTOS OLVIDADOS: LOS OTROS REFUGIADOS||

“El problema es que somos muy pocos, 350.000 habitantes a lo sumo. ¿Quien puede competir en esos términos contra Rusia? Y aparte, no estamos unidos”. Quien decía esto era Murat Keligov, antropólogo e historiador ingushetio, que acabaría siendo el presidente de la Asamblea Popular de la diminuta república norcaucásica.

La “hermana menor” de Chechenia, se desgajó de la misma hace un cuarto de siglo, para integrarse en la Federación Rusa. Y como sus parientes locales, también sufrieron la deportación ordenada por Stalin en febrero de 1944, por una supuesta colaboración con los invasores nazis, nunca demostrada.

Hasta 1957 las 225.000 almas expulsadas (durante el exilio de 13 años, murieron casi 95.000 ingushes) del Cáucaso no pudieron regresar a su patria ancestral desde Kazajistán y Siberia, una vez Nikita Jruschev ordenó su rehabilitación tras el XXº Congreso del PCUS.

Con todo, los problemas no habían hecho más que empezar. La república Checheno-Ingush se había rehabilitado, pero tras su retorno, sus casas habían sido ocupadas por pobladores cosacos, ucranianos o georgianos. Y para los ingushes, el principal problema radicaba en que un 11% de su república (el distrito de Prigorodny), había sido cedido a sus enemigos históricos (y antagónicos): los osetios, los cuales son la única etnia de origen iranio, lengua indoeuropea y credo cristiano de toda Ciscaucasia.

LA IMPLOSIÓN DE LA URSS

La situación se mantuvo en impasse hasta 1991. La implosión de la URSS, causó que no menos de 27 nacionalidades del Cáucaso, exigiesen un referéndum para su nuevo estado. Casi todas evitaron el conflicto bélico, salvo Abjasia, Osetia (estas en una guerra sin cuartel contra Georgia), Chechenia (contra el Kremlin) e Ingushetia. La cual, no luchó contra los prohombres de Moscú, sino, que en abril de 1992, inició su particular descenso al caos, preconfigurando las limpiezas étnicas balcánicas, junto a mostrar lo que sería el conflicto entre Grozny y los halcones rusos. Desde Vladikavkaz, la capital de Osetia del Norte (dado que la del sur se encontraba en su vendetta particular contra Georgia), el aún vigente soviet supremo local, se negó a la devolución del distrito de Prigorodny a sus habitantes originarios.

Si bien Ingushetia es de mayoritariamente credo musulmán, ningún consejo local de ancianos (jefes políticos de facto en base a los tujum o clanes) optó por declarar una “gazawat” o guerra santa. Pero aún con ello, si bien no hubo choque religioso, si que aparecieron los oprobios étnicos.

Y la juventud ingush no tuvo tanta paciencia como sus ancianos. En tres meses, el saldo de víctimas mortales, fue de 637. 9.000 personas se vieron obligadas a abandonar el distrito, en lo que se consideró un desplazamiento forzoso. Los hospitales evitaban tener en una misma habitación a ingushes y osetios, dado que podían intentar robar escalpelos para atacarse.

Ni el ascenso a la presidencia de Ingushetia del ex general soviético y héroe de guerra afgano, Ruslán Aushev, evitó que la república pasase a ser la zona más pobre y paupérrima de la Federación Rusa.

Y si bien desde la capital (hasta 2001), Nazrán, se evitó el inmiscuirse en la primera guerra de Chechenia entre 1994-1996; 2001 cambió todos los ángulos del conflicto.

PUTIN

La falta de entendimiento entre Aushev y el nuevo presidente ruso, Vladimir Putin, dio pie a su cese y al ascenso del antiguo director del KGB local, Murat Zyazikov a la jefatura regional. Hombre odiado a muerte, su mandato de 2002 a 2008, derivó en la llegada del integrismo desde Chechenia.

Con ello, también vino el aumento de redes clientelares y nepotistas, ligadas a Zyazikov. Y lo más terrible: Las desapariciones de población civil, acusada de nexos con el Islam radical (en la mayoría de los casos, eran disidentes o críticos de la corrupción política de las administraciones).

Entre 2003 y 2011, la ONG “Memorial” determinó que hubo unas 7.119 desapariciones, en las que 812 personas fueron localizadas muertas y el resto, simplemente, se desvanecieron para siempre de la faz de la tierra.

Consecuencias del conflicto (Foto: Reuters)

Junto a ello, el año horribilis para Zyazikov fue 2004, en el que en la madrugada del 21 al 22 de Junio, Nazran fue tomada a tiros por comandos integristas, que asesinaron al ministro de interior, 27 policías y 14 civiles, para llegar al límite del horror el 1 de septiembre (día del maestro), cuando la escuela n.º de 2 de Beslán, una ciudad otrora perteneciente a la zona ingush de Prigorodny, fue tomada por un grupo de fundamentalistas al estilo del Nord Ost moscovita, dos años atrás.

Esta vez el “rescate” causó la muerte de 330 personas. 298 de ellas, niños de entre 7-12 años. Zyazikov usó los poderes especiales otorgados por el Kremlin, para jugar la baza “contraterrorista”.

Su halo de impunidad cayó en septiembre de 2008, cuando un periodista crítico, Magomed Yevloyev -el cual iba en el mismo avión que el jefe regional-, fue cosido a balazos en el aeropuerto de Magás.

Tras la dimisión de Zyazikov, el nuevo presidente, Yunus-Bek Yevkurov (veterano del conflicto checheno), intentó una política de acercamiento, amnistiando a los jóvenes que tras “huir al bosque” (término dado a los que se integraban en la guerrilla islamista), depusieran las armas.

Despidió a todo político acusado de prácticas corruptas y estableció el pago de un salario mínimo, junto al respeto al culto musulmán. De poco sirvió. En junio de 2009, un atentado con coche bomba, casi acabó con la vida de Yevkurov.

Ese mismo mes, tres de sus principales aliados, Rashid Gaysanov, Aza Gazriyeveva (jueves de la Corte Suprema) y Bashir Aushev (ex vice primer ministro y jefe de la policía presidencial) fueron asesinos en un espacio de menos de 10 días.

Para empeorar las cosas, el joven e impulsivo presidente checheno (Ramzán Kadyrov), se tomó la justicia por su mano, enviando a su milicia personal (Kadyrovtsy) a dar caza a los guerrilleros. Yevkurov, pudo recuperarse, pero la república a día de hoy es controlada por Putin, Kaduyrov y el FSB ruso. La minoría étnica rusa ha creado unos grupos de autodefensa (Lesny Bratya, “hermandad del bosque) para dirigir asesinatos selectivos. La juventud, abocada al desempleo, optó por unirse a los integristas o bien ir a combatir a “guerras santas” en Irak o Siria. El sueldo medio de un profesor, es de 14 euros. Y la comunidad LGBT, también sufre la persecución social, junto a un clima de puño de hierro asfixiante. Como dijo un campesino anciano al dejar Prigorodny: “es la guerra hijo…por eso disparan”.

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