Un duro retrato de la corrupción que rodea al poder en España y una fábula sobre lo difícil que resulta la comunicación entre las generaciones mayores y los jóvenes.

A veces, más de las que nos pensamos, a los escenarios teatrales se suben fragmentos de la vida real y de la historia reciente.

Una escena de Sueños, de Quevedo

Esta semana a las tablas del Palacio de Festivales se asoma a la visión más oscura de la España de la corrupción, de la mano del mismísimo Quevedo, y sus ‘Sueños’, en una versión libre de José Luis Collado, con Gerardo Vera dirigiendo a la Compañía Nacional de Teatro Clásico en coproducción con La llave maestra producciones artísticas y Traspasos Kultur.

El montaje, que se representará el sábado 7 a las 20.30 horas en el Palacio de Festivales, cuenta en el reparto con Juan Echanove, Óscar de la Fuente, Markos Marín, Antonia Paso, Lucía Quintana, Marta Ribera, Chema Ruiz, Ferran Vilajosana, Eugenio Villota y Abel Vitón.

Es una obra que se ambienta en el siglo XVII, es decir, en la decadencia del imperio español con los reyes Felipe III y Felipe IV, con una corte marcada por la corrupción y la evasión de la realidad, con la primacía de la religión frente a otras disciplinas como la filosofía en lo que, en una mezcla de caricatura y pintura, se convierte en el retrato de un imperio que empieza a desmoronarse.

Pero previamente, el miércoles 4 a las 20.30 horas en la Sala Argenta se representará ‘Proyecto Dédalo. Consejos para disfrutar de un vuelo perfecto’, de Áureo Gómez, un montaje dirigido por Pati Domenech de Ábrego Teatro, una compañía que ya se ha acercado en varias ocasiones a las relaciones entre padres e hijos, entre mayores y jóvenes.

En esta obra interpretada por Fernando Madrazo y Áureo Gómez se cuenta como un agente de seguros se ve obligado, como parte de su terapia, a escribir una obra de teatro dirigida a los jóvenes sobre el alcohol y las consecuencias de su abuso.

Al no saber cómo hacerlo, recurre a su hijo para que le ayude y dé ideas, pero en ese contacto es cuando surge el conflicto y las historias que habían callado hasta entonces.

Es entonces cuando se acuerda del personaje mitológico Dédalo, constructor del laberinto de Minos y de su discípulo hijo, Ícaro. Y decide crear el Proyecto Dédalo que consiste en reunir una serie de consejos para una buena convivencia y tener un vuelo perfecto.

Ese es el objetivo de Ábrego, que mira al público juvenil con una propuesta a adaptada a ellos en el plano ético y estético.