Periodismo que cuenta, contigo

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En el sexto capítulo de su libro “La democracia en la encrucijada” el profesor Gurutz  Jáuregui nos recuerda como, de la misma forma que el proceso de globalización está provocando una mundialización de las redes y medios de comunicación dentro de esa “aldea global” de la que nos hablara el sociólogo canadiense Marshall Mc Luham, una renovada mirada  nace desde lo local y, no solo se rebela,  sino que plantea una forma diferente de enfrentar los retos de esta saturada sociedad de la información.

En una “aldea global” que se olvida de qué es vivir en  “comunidad”, que concentra en un “clic” el mundo  que habitamos, haciendo virtualmente cercano aquello de lo que nos separan miles de kilómetros, la realidad que compartimos se aleja a golpe de teclado.  Un cambio de paradigma, de forma de “ver el mundo”, cuyas coordenadas aún son difíciles tanto de analizar  como de asimilar. Como respuesta esa  mirada  «desde lo local»  intenta explicar un mundo demasiado grande  para unos ojos aún poco preparados a la hora de digerir el incesante bombardeo de imágenes y titulares, demasiadas veces sesgados o vaciados de contexto, que nos encontramos tras la pantalla del ordenador o la propia televisión. Demasiado rápido, demasiado masticado, demasiado de todo  para dejar una huella demasiado profunda.

Propuestas alternativas que no solo se caracterizan por donde ponen el foco, sino por querer ir más allá; mostrar la carne y el hueso, la historia que hay detrás, su contexto, sus porqués. Miradas que huyen de la mirada única, que ven en  las personas algo más que una noticia, y en sus rostros mucho más que un golpe de efecto. No es solo una forma diferente de contar las cosas, sino una forma diferente de hacerlas. El “cómo” se convierte en un valor añadido al que no se quiere renunciar y que, a su vez, aspira a ser garantía de credibilidad, de pluralidad, de honestidad y de independencia.

 

Tejiendo redes. Un periodismo que cuenta, contigo. Tú tienes la llave

 

Como menciona Jaúregui estas características marcan una diferencia sustancial con la lógica de los grandes grupos corporativos o modelos de comunicación. Un modelo que participa de forma activa en su comunidad, que teje redes. Que generan dinámicas de asociación,  fiscalización, participación y  empoderamiento de aquellas formas de “ver el mundo” que esta globalización no deja ver. Como nos dice el autor:

La aparición y extensión de estos medios informativos no es casual y constituye una reacción lógica a la creciente despersonalización, estandarización y uniformización de los grandes medios de comunicación. Los medios locales y regionales suponen un importante mecanismo de defensa frente a la influencia de los grandes monopolios, y devienen así en instrumento imprescindible para el mantenimiento de los valores específicos en los que se asienta la convivencia social de esas colectividades[1]

Medios y profesionales que no se ven a sí mismos como cuarto poder ya que,  en palabras de Carlos Soria Saiz, aspirar a serlo “perjudica a casi todos. Tal vez porque el público venga a ser, en última instancia, el gran olvidado, al que sólo llegan algunos ecos de una lucha de poderes.(…) la idea del cuarto poder representa una concepción de la información, errónea pero sutil, que con el tiempo ha servido para hacer creer que el poder informativo estaría en la cima de los otros poderes: se impondría al legislativo, trazaría los criterios del judicial, y tendría la fuerza para designar, mantener o destruir al ejecutivo, condicionando a los tres poderes clásicos ”[2].

La información quizás como contra poder -cualquier poder-,  entendida como derecho fundamental en una sociedad y cultura cívico- democrática y herramienta  para pensar y actuar por uno mismo.  Así, en el prólogo no publicado de “rebelión en la granja”[3] George Orwell nos recuerda que “Si la libertad significa algo, es el derecho de decirles a los demás lo que no quieren oír”.  Quizás ese sea un buen termómetro  a la hora de valorar la salud democrática de una sociedad y de las personas, y diferentes agentes sociales, políticos, económicos y culturales que forman parte de ella.

En una sociedad donde  el propio concepto de Opinión Pública se presenta, virtual, ambiguo, difuso, apelando a él como coartada de la imagen que te revienta el iris  a golpe de titular hasta hacerte vomitar indolencia o mala baba, una y otra vez, es cada vez más urgente una forma de contar, de analizar, de aproximarse a lo que ocurre  que huya de la patada en el estómago, del argumentario de turno. Que intente respirar sin asfixiar a nadie, que plantee debatir sin despellejar, que confié en la palabra para entender, para explicar, para construir, no para ganar o destruir. Una mirada que vaya más allá del slogan, del itinerario marcado, del sectarismo, de la cuenta de resultados. Que se equivoque tantas veces como tantas veces intenta ser fiel a sus principios. Y hay personas, profesionales así, aquí, en tu comunidad, en tu barrio, en tu ciudad, poniendo su mirada al servicio de una forma diferente de hacer las cosas, de una forma diferente de mirarlas. De un Periodismo que Cuenta –contigo-. Y tú puedes ayudar a que sigan adelante, porque precisamente se apoyan en sus lectores.

 

[1] Jaúregui Gurutz, “la democracia en la encrucijada”  Ed, Anagrama 1994 pág 128

[2]   SORIA, C. (1990). . Communication & Society 3(1 y 2), 201-207.

[3] https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4934911.pdf

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