La Cagiga atiende el «tsunami» Trans en Cantabria

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Los 25 posibles casos de transexualidad atendidos en Cantabria en este año 2017 suponen un auténtico “tsunami” en comparación con las cifras de ejercicios precedentes, desde un primer caso que resultó “excepcional” y “rarísimo” en el año 1994 hasta los cuatro citas atendidas entre 2000 y 2008.

Rebeca

La afirmación es del único psicosexólogo del Servicio Cántabro de Salud (SCS), Roberto Oliver, adscrito al Centro de Salud Sexual y Reproductiva La Cagiga desde que empezó su actividad en el año 1984. Así que por su consulta han pasado todas las citas relacionadas con la transexualidad en Cantabria, tal y como explica en una entrevista concedida a EL FARADIO.

El dato es significativo en un contexto de intenso debate social surgido a partir del rechazo al autobús del odio de la organización ultraconservadora Hazte Oir –reflejado en Cantabria en una multitudinaria concentración de apoyo a la diversidad sexual a la que acudieron cientos de jóvenes y adolescentes–.

En nuestra comunidad autónoma, está próxima la tramitación de la Ley para el colectivo LGTBI, con medidas para proteger a transexuales – se ha presentado el anteproyecto-, conocida como Ley de Igualdad de Trato y no Discriminación por Razón de Orientación y en el Congreso de los Diputados se acaba de aprobar – sin el apoyo del PP, Foro Asturias y un diputado de Unión del Pueblo Navarro- que las personas Trans cambien su sexo legal sin declararse enfermas. Además, está en tramitación la nueva Ley LGTBI, en la que los colectivos quieren incluir el concepto de «autodeterminación de género».

A pesar de estos primeros avances legislativos, Oliver apunta una «impresión de que se ha producido una especie de efecto rebote». «En el 84 avanzamos mucho a nivel de respeto, de despatologización», pero ahora tiene la percepción de un «rebrote en términos de retroceso en respeto».

«Se está incrementando enormemente el maltrato de género entre adolescentes y en los colegios», recuerda, al tiempo que lamenta el incremento de los discursos de odio: «Parte de mi trabajo es la terapia de pareja y cómo voy a decir que es importante negociar, dialogar o llegar a acuerdos cuando todo lo que vemos en el nivel político es lo contrario».

CONSULTAS A EDADES MÁS TEMPRANAS

Este psicosexólogo apunta otro cambio de tendencia en las consultas relacionadas con posibles casos Trans. “Hasta ahora a nivel mundial había más Trans chicas (chicos que se sienten chicas ) pero cada vez hay más Trans chicos (chicas que se sienten chicos)”, tal y como explica.

Una niña en la concentración en la Plaza del Ayuntamiento en apoyo a la diversidad sexual y los menores trans

El incremento de casos atendidos y una tendencia a que haya más Trans chicas no son las únicas novedades. Oliver también destaca que las consultas llegan a edades más tempranas, desde familias con niños en edades de cinco, siete o nueve años que “preguntan cómo tienen que actuar”.

En La Cagiga se encargan de acompañar, orientar y disminuir la “angustia” de la familia. Seguir la evolución. “Un diagnóstico no lo podemos certificar porque no somos adivinos”.

A esas edades “no se va a actuar, sería claramente desaconsejable en un proceso en el que no podemos certificar si la vivencia al sexo contrario al asignado en el nacimiento se va a mantener después de la pubertad o no: no es razonable”.

En el proyecto de borrador que está en la ley de igualdad de trato y no discriminación por razón de orientación se plantean unos límites para los tratamientos bloqueadores, que “no son irreversibles, ni masculinizan ni feminizan”.

Lo que hacen es “frenar el proceso de maduración en principio contrario al que la persona desea”.  Con esto se consigue, por un lado, “tranquilizar” esa angustia y, por otro, crear un “colchón de tiempo” para “saber si la persona sigue viviendo su sexualidad de la misma manera”.

EL PROTOCOLO EN EL ANTEPROYECTO DE LEY

Jóvenes cántabros con mensajes contra la transfobia

El protocolo, en el que ha trabajado Oliver junto a otra serie de profesionales del SCS, sólo plantea tratamientos cruzados a partir de los 16 años, que “revierten la realidad física al nacer”.

Sólo a partir de los 18 años se puede plantear la intervención quirúrgica de cambio de sexo. Aunque este profesional recuerda que el mundo Trans es “complejo” y que hay personas que “se sienten bien solo con vestirse de forma contraria al rol asignado al nacer, o con cambiar el DNI” frente a otras que requieren ese “lifting completo”.

“A veces nos podemos equivocar con los términos. Alguien que no se quiera operar puede ser Trans. No es un todo o un nada y hay bastante confusión sobre esto”, enfatiza.

LA CAGIGA, CENTRO DE REFERENCIA

La Cagiga empezó a configurarse como centro de planificación familiar en el año 1984, en un momento de apertura democrática del país. Casi de forma simultánea se aprobó la primera ley del aborto en España, en 1985. Una ley de supuestos (casos de riesgo de la salud de la madre, malformaciones del feto o por violaciones) que precedió a la ley de plazos de 2010 (legal por debajo de las 14 semanas).

Como recuerda Roberto Oliver, La Cagiga se convirtió en “centro de referencia de embarazos no deseados” en el Servicio Cántabro de Salud. En dispensas de la píldora postcoital las primeras 500 pastillas fueron muy superiores a la media nacional “porque teníamos una labor comunitaria potente, cosa que ahora es imposible de hacer con sólo 5 profesionales”

En aquel primer equipo llegó a haber 13 profesionales que trabajaban en equipo “de forma interdisciplinar”. Había ginecólogos (2), enfermeras (4), matronas (2), secretarias (2), psicólogo y asistente social.

Pero el recorte de personal llevó a que se resintieran los datos se resintieron. En el año 85 Cantabria estaba 4 puntos por encima a en interrupciones de embarazos. Sin embargo, para el año 2000 se había invertido la curva y la comunidad autónoma se quedaba  4 puntos por debajo.

“HAN ESTADO PODANDO LA CAGIGA Y NO SÉ SI ECHARÁN LEJÍA EN LAS RAÍCES”

“Estaban podando tanto La Cagiga que no le podían pedir la sombra que daba antes. Desde entonces han seguido podando y podando y no sé si meterán lejía en las raíces”.

Hoy La Cagiga está en la última fase del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla pero sólo quedan una ginecóloga, un psicólogo, una enfermera (que se jubila en un mes), una auxiliar de clínica y una secretaria. Las distintas gerencias del SCS han justificado que buena parte de las tareas las asumían los centros de salud pero “la realidad es que no es así”.

Y un problema añadido es que “no se incorpora a nadie hasta que se jubila” por lo que “la transmisión de la experiencia va a quedar en un vacío, en una nube”, cuando desde La Cagiga llevaban tiempo advirtiendo al SCS que “hubiese sido más aconsejable que viniese una matrona” (la plaza es de una enfermera especializada).

En opinión de Oliver no se ha suplido el trabajo que hacía La Cagiga en institutos, con chicos y chicas, con claustros de profesores, con 6 o 7 ciclos de formación a profesores. “Todo eso hacía que hubiera afluencia de gente, no sólo adolescentes: sabían dónde estábamos y dónde venir. Ha quedado un hueco que no me consta que nadie lo haya rellenado”.

 

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