Mayo del 68: La imaginación al poder, 50 años después

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||por LUIS RUIZ AJA, sociólogo, autor del libro «LA CONTRACULTURA: ¿ QUÉ FUE, QUÉ QUEDA»||

Mayo del 68

Probablemente el slogan más emblemático del Mayo del 68, aunque tras todos estos años le haya ocurrido como al propio movimiento contracultural de los 60-70: ha acabado banalizado y absorbido por la sociedad de consumo a la que se enfrentaba, hasta el punto de ser utilizado en diversos anuncios publicitarios. Cabe, por tanto preguntarse -50 años después- sobre el significado del slogan y el porqué se convirtió en una referencia de toda una generación.

De hecho, aunque el slogan ‘La imaginación al poder’ surge de un panfleto-discurso de uno de los grupos estudiantiles más activos del mayo francés (los situacionistas), posteriormente fue vertido a las famosas pintadas de las paredes universitarias, y acabó traspasando fronteras al convertirse en un ‘grito de guerra’ de los movimientos juveniles que proliferaron en tantos países a finales de los 60, cobrando dicha frase un significado simbólico mucho más amplio que el que ostentaba en el texto inicial.

Y es que la frase reflejaba ese ‘cambio social cualitativo’ -en palabras de Marcuse- que reclamaban en el 68 para pasar de una sociedad tan obsesionada por ‘tener’ a otra más preocupada por ‘ser’; así como ese cambio individual en las consciencias que debía preceder al anterior (los jóvenes contraculturales partían de la constatación de que no era posible alcanzar la emancipación del hombre por la vía meramente institucional o revolucionaria, si ello no iba acompañado de un cambio psicológico, necesario para salvar a la humanidad del desastre nuclear y ecológico que le acecha, y liberar al individuo de todas las formas de represión -internas y externas- a las que se ve sometido en las sociedades avanzadas).

Más concretamente, creo que el slogan enlaza con tres aspectos básicos de los movimientos juveniles de finales de los 60:

1- Creatividad y búsqueda interior: La contracultura del 68 se rebeló contra los excesos de la ‘razón razonante’ (el sueño de la razón produce monstruos, decía Goya), en el sentido de rechazar la razón como modo único de conocimiento y tratar de que el hombre experimente y desarrolle todo su potencial creativo, imaginativo, sensitivo, espiritual , o lo que es lo mismo: compensar el abuso que hacemos del hemisferio izquierdo del cerebro (el lógico-analítico) con un desarrollo de las capacidades del hemisferio derecho (creatividad, arte, intuición ) Y es que el hemisferio derecho resulta muy útil para muchas de las tareas que realizamos cotidianamente (comprar, vender, escribir, elucubrar, temer, preocuparnos ) pero es incapaz -por poner un ejemplo- de componer una bella canción, ni siquiera de arrebatarse escuchándola

Esto equivale a la diferencia que popularmente se resume en la expresión ‘pensar con la cabeza o sentir con el corazón’. En su día vi la película de Scorsese sobre los Rolling Stones, ‘Shine a Light’, y me llamó la atención la respuesta de Keith Richards cuando le preguntaron en qué pensaba cuando estaba tocando en un concierto. Con esa expresión de ‘viejo pirata’ que le caracteriza, contestó señalando al escenario: «!yo ahí no pienso, yo siento! ése es nuestro terreno, donde me siento yo mismo y donde disfruto». No en vano Richards fue uno de esos ‘hijos de las flores’ que en los 60 trataron de ensalzar -frente a la razón- otros aspectos como: el juego, el gozo, el vitalismo, la espontaneidad del sentimiento, el júbilo, la pasión , y en definitiva la vertiente humana más ‘dionisíaca’, creativa e imaginativa.

Decir, antes de pasar al segundo punto, que lo anterior tiene mucho que ver con la frase de Punset, cuando señala que la revolución pendiente del siglo XXI es la revolución del cerebro y sus capacidades latentes. Sin embargo, resulta sintomático que -en los colegios- aquellas asignaturas que ayudan a desarrollar las capacidades del hemisferio derecho (música, arte, deporte ) sigan siendo las ‘marías’, y a los niños que más usan la imaginación les sigamos reprendiendo por ‘estar en babia’

2-Carácter alternativo: La Contracultura hizo un esfuerzo por ‘repensar’ desde un punto de vista humanista todos los aspectos y valores establecidos de las sociedades occidentales avanzadas, trabajando subterráneamente en la creación de formas alternativas de vivir, producir y consumir.

Para ello resultaba básica la imaginación, que unida a su rechazo por un ‘paternalismo estatalista del bienestar’, les llevó a idear fórmulas comunitarias de auto-ayuda tan imaginativas como las ‘bicis blancas’ (bicicletas gratuitas que los jóvenes ponían a disposición de los ciudadanos para que las utilizasen y dejasen en cualquier parte de la ciudad, dónde otro pudiera acceder a ellas) o las ‘redes de intercambio local’ (fórmula de ‘trueque’ al margen del dinero, mediante la cual tú aportas un bien o servicio al resto de la comunidad -por ejemplo cuidando niños- y a cambio recibes las mismas horas de trabajo por parte de otras personas, por ejemplo recibiendo masajes, clases de idiomas etc.).

Estas y otras interesantes fórmulas que surgieron de la imaginación de los activistas y ‘jipis’ de los 60-70, hoy han sido recogidas e institucionalizadas por muchos ayuntamientos del nuestro y otros países.

3-Utopismo (bienentendido): Vinculado al punto anterior, la imaginación es necesaria para no abandonar el impulso utópico, que partiendo de la constatación de que ‘otro mundo es posible’, nos impulsa hacia una horizonte deseable por muy lejano que hoy nos parezca (Alejando Jodorowsky suele repetir aquello de que ‘yo no puedo cambiar el mundo, pero puedo empezar a cambiarlo’). No en vano el himno musical del movimiento contracultural, que recoge el ideario hippie, lo hallamos en la hermosa canción de John Lennon llamada -como no- Imagine. Asimismo, conviene no olvidar que todos los logros sociales de los que hoy gozamos fueron un día vistos como utópicos (en su acepción más despectiva) por el estatus quo del momento, aunque también fueron ‘soñados’ -y posteriormente reclamados- por otros sectores sociales más imaginativos.

En definitiva, han pasado ya 50 años pero ‘La imaginación al poder’ sigue siendo una de esas mágicas frases que consiguen transmitir y evocar mucho, en muy pocas palabras. Todos los logros sociales de los que hoy gozamos fueron un día vistos como utópicos por el ‘estatus quo’ del momento, aunque también fueron soñados por otros sectores sociales.

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