Pérez Galdós vuelve a Santander

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El hecho de que dé nombre a uno de los paseos más señoriales de la capital y su integración formal en el relato más oficial de la ciudad corre el riesgo de hacer olvidar que el canario Benito Pérez Galdós, residente habitual en Santander, no era, ni mucho menos, un personaje cómodo: sus tesis críticas con la Iglesia le granjearon no pocos odios y protestas cuando se estrenaban sus obras, en especial su polémica ‘Electra’. Más de un siglo después en Santander hemos seguido viendo obras de teatro críticas con la Iglesia recibidas entre protestas, como bien sabe Leo Bassi cuando hace casi una década representó (con empujones e insultos al público y un rezo de rosario a las puertas), un espectáculo sobre las religiones que el CASYC acabó trasladando a la Facultad de Medicina

Una escena de Tristana, con Olivia Molina

No será con Electra, pero Pérez Galdós vuelve esta semana a Cantabria, con la representación de ‘Tristana’ en el Palacio de Festivales, relativamente cerca de la casa en la que pasaba veranos y otros períodos y que convirtió en punto de encuentro con otros intelectuales cántabros, con los que compartía pasión por la literatura y por no estar de acuerdo en otras cosas, en una finca que pertenece a particulares.

En concreto, Tristana se representará el viernes 1 y sábado 2 a las 20.30 horas en la Sala Pereda del Palacio de Festivales, con entradas a precios entre 10 y 25 horas.

Es una producción de Secuencia 3 Teatro, dirigida por Alberto Castrillo-Ferrer, en una adaptación de Eduardo Galán con la colaboración de Sandra García, y con un reparto del que forman parte Olivia Molina, Diana Palazón (ambas de la factoría que fue Al Salir de Clase), José Luis Ferrer y Alejandro Arestegui. La escenografía es de Mónica Boromello, la iluminación de Nicolás Fischtel , el vestuario de Cristina Martínez y el sonido de Tuti Fernández.

Tristana, la heroína de Benito Pérez Galdós, sueña con estudiar, trabajar y ser libre en un mundo dominado por el hombre. Se une así a la explosión de protagonistas femeninas que a finales del siglo XIX claman por la independencia de la mujer.

Galdós funde en el personaje de Tristana sus experiencias amorosas con la joven actriz Concepción Ruth Morell y con la novelista Emilia Pardo Bazán.

Frente a ella, como en un triángulo imposible, el seductor caduco don Lope y el joven pintor Horacio, incapaces de respetar sus deseos de aprendizaje y emancipación. Y a su lado, como cómplice y confidente, la criada Saturna, la mujer apegada a la realidad.

Al morir su madre, la huérfana Tristana, ya de veintiún años, es recogida por un amigo de la familia, Don Lope, que acabará convirtiéndose en su tutor-seductor.

Don Lope, de cincuenta y ocho años, es un don Juan en decadencia, en retirada. Tras haber sido seducida por Don Lope, la joven protagonista se rebela ante la situación y al poco conoce y se enamora de Horacio, un pintor que no acepta el espíritu feminista de Tristana.

El pintor tiene que ausentarse de Madrid durante una larga temporada y la relación se enfría (aunque Tristana sigue idealizando a Horacio).

Durante este tiempo, Tristana enferma y pierde, por amputación, una pierna. El joven Horacio viene a visitarla más por piedad que por sentimiento y desaparece. Nada queda en él del antiguo amor.

En esta situación, Tristana se ve nuevamente atada a Don Lope. El pintor acabará casándose con otra mujer y Tristana cambiará sus sueños de ser actriz o pianista por una vida estéril y casi autómata, con Dios como único “objeto del deseo”, mientras asistimos a la decadencia de un Don Lope, cada día más viejo y arruinado.

Sin embargo, la cesión de unas tierras de un familiar a cambio de regular una relación escandalosa facilita que la obra termine, de forma irónica, en una boda de conveniencia entre los protagonistas.

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2 Comentarios

  • Francisco Valcarce
    30 de mayo de 2018

    Qué gracia ese recuerdo a la presencia de Leo Bassi en la Muestra de Teatro Contemporáneo del Aula de Teatro de la UC. Las presiones que sufrimos algunos fueron impresionantes. El grado de imbecilidad que demostraron algunos sectores de esta ciudad, es para enmarcar.

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