El problema no es la moción ni la salida son las elecciones

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|| JUAN CORRO es ingeniero y miembro del Comité Ejecutivo del PP de Cantabria ||

Juan Corro, miembro del Comité Ejecutivo del PP cántabro.

En estos días de zozobra política y social donde todo lo que parecía perenne se desdibuja ante nuestros propios ojos muchas personas de bien reclaman estabilidad, para no perder lo logrado de la recuperación, y catalogan la moción de irresponsable mientras otras tantas, también de bien, apoyan la moción de censura como medida imprescindible para recuperar la dignidad democrática. Ambos comparten su preocupación por el bien común y se sienten cargadas de razones y ambas se centran en lo sintomático y no en la causa profunda.

Atacar a la moción, mecanismo constitucional, como irresponsable por su efecto en la estabilidad, no hay más que ver los mercados financieros los últimos días, por sus colaboradores necesarios, las fuerzas secesionistas, antisistema y adláteres, o por su fundamento interesado, una sentencia que si se atiende a la definición del tipo penal de beneficiario a título lucrativo que ni conoce ni participa del hecho delictivo y a su localización, municipal madrileña, no permitiría derruir una legislatura, está más que justificado.

Demandar una limpieza institucional y una convocatoria urgente de elecciones para devolver “la voz al pueblo” también es una aproximación lógica para muchos después de años de escándalos, juicios, tramas y sentencias.

Pero el problema no está ahí. El problema de nuestro momento político y social no es la moción de censura ni la solución son las elecciones. El problema es que la sociedad se ha fragmentado hasta un punto que ya no reconoce lo que tiene en común y donde las posiciones han devenido en trincheras. Estamos pasando de una sociedad surgida de la exitosa transición donde la centralidad, la moderación y los consensos básicos para la convivencia primaban a una sociedad postmoderna que busca la identidad y el sentido en posiciones “puras” y “radicales”, es decir concernientes a la raíz, a la esencia. Una sociedad política que se gobernaba en centro, digamos convexa al ser el medio lo más elevado, a una sociedad cóncava donde los picos se encuentran en los extremos.

De tanto dar patadas al balón nos hemos olvidado de hincharlo o remendarlo de vez en cuando y hemos acabado dando puntapiés a un cuero amorfo que no bota. Nos hemos olvidado del nosotros, de la comunidad política y la vocación de convivir que constituye el pre-requisito de toda democracia, y de lo que nos une. Tanto buscar la diferencia nos hemos olvidado que somos hermanos o, al menos, que queremos vivir bajo el mismo techo institucional. Es como la deriva del arte donde las actuaciones “disruptivas”, “antisistema” o “transgresoras” han pasado a ser la norma vaciando el canon. Si la mayoría se opone, se rebela o se solivianta ya no quedan fuerzas contra las que luchar, rebelarse o quejarse y el delicado sistema de la democracia liberal se colapsa.

El problema no es la moción ni la solución son las elecciones sino recuperar un compromiso, es decir una autolimitación, por convivir y por seguir avanzando juntos.

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2 Comentarios

  • Raúl
    31 de mayo de 2018

    Mi admirado Juan Corro nos dice que los ciudadanos de esta monarquía ya no reconocemos lo que tenemos en común. Comparto con él ese lamento, pero me temo que no coincidimos en la etiología del fenómeno; yo al menos creo que ello se debe a que el patrimonio común de los españoles disminuye de manera continua y monótona con el PP al frente de las instituciones. Que el PP es un lince en aquello de privatizar lo público, no ya en el sentido liberal de reducir el Estado y transefrir sus funciones a la empresa privada que les financia, sino en sentido estricto y en relación a los bienes: acaparar en primera persona los activos que eran de todos.

    Es de agradecer el detalle de matizar el sentido del término “radical”, algo que le distingue de su ecosistema político, que suelen utilizarlo como “extremista” “desaforado” “orate”, no en vano he tenido la oportunidad de observar personalmente que Juan Corro utiliza el tiempo de la sobremesa en leer libros. ¡Libros! No me extrañaría que cayera en desgracia en su partido si esto llegara a conocerse.

    Pero, como tipo ilustrado que es, no puede estar ignorando que el viaje de nuestro sistema al actual extremo no tiene su origen en los partidos y movimientos ajenos al suyo. Que el diseño de la reforma laboral para crear un mercado de trabajo sin derechos, sin salarios dignos, sin seguridad, cuasi esclavista, fue un acto volitivo y calculado de su partido, el PP, sorprendentemente ayudado por el PSOE, y del que se sienten orgullosos. Por mucho que Juan Corro alegue la “hermandad”, sin diferenciar entre sicarios y víctimas, lo cierto es que recuperar cierta unidad popular pasa por devolver lo robado. Y no me refiero solo a lo robado en Gurtel y decenas de macrooperaciones de corrupción del PP. Me refiero a devolver los derechos laborales, la libertad de expresión, la memoria histórica, el prestigio académico, la marca España, en fin, tantas y tantas cosas nuestras que el PP ha vendido en los mercados para su exclusivo provecho

    • Alejandro
      1 de junio de 2018

      Tu cacao mental es digno de estudio. El equipo de gobierno de la/s última/s legislaturas de Rajoy es el que ha aplicado las políticas más socialdemócratas de toda la historia de nuestra democracia. Se pueden decir las mentiras que se quieran al respecto, pero es así. Otra cosa muy diferente es que España, como miembro de la UE, tiene que aplicar las Directivas marcadas por la misma, en cuanto a déficit y en cuanto a otras muchas cosas. Directivas que lleva incumpliendo en los últimos años cuando nos estamos saltando el déficit a la torera, y no precisamente por privatizaciones ni por medidas liberales como dices, estimado Raúl. Yo, que sí me defino como liberal, y que no tengo ningún problema en decirlo, te puedo asegurar que no hay ningún partido en el espectro político actual que nos represente a los liberales en absoluto. Me río cuando dicen que C’s es un partido liberal. A ojos de la gente de Extrema Izquierda puede serlo, pero en absoluto lo es.
      Me parece muy bien que se establezca una moción de censura para echar a un Presidente que ha seguido no ya la técnica del plasma, sino la del avestruz, con una gran cantidad de problemas que ha habido en España. Lo de la Gurtel, sin embargo, es una excusa lamentable. ¿Qué va a pasar cuando condenen al PSOE de Andalucía en 1 añito por los 3.000 millones de euros de los ERE de Andalucía? ¿O con la investigación sobre supuesta financiación ilegal del PSPV? ¿Otra moción de censura?
      Y además, si para llegar a echar al Presidente del gobierno te alías con terroristas – Bildu – con supremacistas Vascos y Catalanes, con defensores de la desigualdad territorial, con delincuentes (es lo que son los que incumplen la ley, siendo la Constitución Española la ley de mayor rango que existe en nuestro ordenamiento), con ultraizquierdistas populistas que se compran casoplones, especulan con VPOs o cobran trabajos sin hacerlos, entonces esta supuesta regeneración moral queda en nada. En la inanidad más absoluta.

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