Eva, la más joven, despedida con un mensaje de texto

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Eva Berodia es la más joven. En septiembre cumplirá 29 años y en junio habría hecho seis desde que entró a trabajar en Aon Mobile, aunque el despido evitó que pudiera celebrar ese aniversario.

Anteriormente había trabajado como administrativo y también en el comercio, siempre de cara al público. “Acabé en esto porque no queda otra, por la necesidad económica, a pesar de que no es lo que querría. Pero no queda otro remedio”, me confiesa cuando se sienta conmigo en la mesa apartada que hemos elegido mientras las demás se toman un café en otra más grande a tan solo unos metros.

Algunas de las nueve de Aon, arropadas por compañeras. Eva, de cuadros, a la derecha de la fotografía.

Ella es la única del grupo que trabajaba en el turno de tarde, por lo que recibió la noticia del despido igual que los cobardes acaban las relaciones, ya sean sentimentales o profesionales: por un mensaje de texto.

“Lo recibí e imagínate mi cara al verlo. Así que vine a las cuatro y media para pedir una explicación. Pero solo pude hablar con la chica de recepción que me confirmó que era de la empresa y que se trataba de un despido. Que ya me llegaría un burofax. Y nada más”.

Y eso fue todo. A las demás les había tocado el turno unas tres horas antes y todavía no habían reaccionado. “Al formar la lista siempre te cabe el miedo porque sabes cómo funciona la empresa, pero yo ese día no me lo esperaba para nada”.

En su caso, la excusa de falta de rendimiento se cae por sí misma ya que el día anterior su coordinador se había reunido con ella para felicitarle por su trabajo. “Me dijo que me quería para la campaña más potente que hay dentro de fidelización”, que es el departamento en el que estaba asentada.

Desde entonces, no ha vuelto a hablar con nadie más que le dé una explicación coherente de cómo una trabajadora a la que querían para su mejor servicio al día siguiente es despedida sin ningún argumento. Existe una explicación, no es coherente pero está ahí. Su nombre, como el de las demás, coincidía con el de la lista sindical que iba a presentar Comisiones Obreras. Y no parece casualidad.

CONTINÚA MEDICÁNDOSE POR ANSIEDAD

Eva

Eva, como otras compañeras, también ha sufrido ansiedad por las condiciones que se viven diariamente en Aon Mobile. “Es un trabajo que sin darte cuenta te lo provoca”, me confiesa. “Hay una gran exigencia diaria y acabas poniendo en juego tu salud”.

Por ello ha debido medicarse para combatirla, tratamiento que aún sigue tras el despido. Su familia ha sido su principal apoyo en todo este tiempo. “Les tenía pendientes a todos de mí porque sabían que no estaba bien”.

“Y claro, eso se contagiaba”, lamenta, siendo consciente de que la situación también ha afectado a sus padres, su hermano pequeño y su pareja, con el que vive y con quién va a casarse en breve.

“Si ya de por sí tenía una ansiedad, esta situación te lo empeora y no ayuda”, me dice, haciendo una mueca, echándose tras la oreja su melena castaña. Lo cierto es que es fácil imaginar el proceso que han sufrido sus ya tocados nervios. “Afortunadamente me apoyan por encima de todo. Dicen que si no lucho yo por lo mío, ¿quién lo va a hacer?”.

“VENDEN UN BUEN ROLLO DE LA EMPRESA, COMO MUY FAMILIAR, PERO NO LO ES”

Era la primera vez que se presentaba a una lista sindical y me asegura que nunca antes había pertenecido a un sindicato. “Creo que este tipo de trabajos te hace sacar la fuerza para luchar por ti y por todos”, razona.

Lo que lamenta también es la diferencia entre la política que venden públicamente desde Aon y el Grupo Pitma y la realidad, que conlleva no solo engaño sino también decepción y frustración. “Ellos venden un buen rollo de la empresa, como muy familiar pero, cuando lo vives allí, no lo es sino que se centran en que no puedas sentarte al lado de alguien con quien te llevas bien para que no puedas hablar con nadie”.

Algo que ya sería difícil de cumplir, pues cada una solo puede centrarse en su trabajo. En la empresa no rige el convenio colectivo que dice que hay que esperar veintitrés segundos entre llamada y llamada para que la teleoperadora descanse.

Veintitrés segundos. Ese es todo el descanso que tiene la voz de cada una de ellas, así como los nervios si, por el motivo que sea, la llamada ha sido algo movida. Y, como digo, en esa empresa no cuentan con esa levísima pausa porque rige un convenio interno más restrictivo. Mucho menos cuentan con tiempo suficiente como para girar la cabeza de la pantalla y ponerse a hablar con la compañera de al lado.

Por eso sus antiguos colegas les apoyan en su mayoría, aunque no puedan demostrarlo en público, ya que incluso vigilan las redes sociales de cada empleado para saber si le han dado ‘me gusta’ a la página de apoyo a ellas que se ha creado en Facebook. Lo que explica que los seguidores subieran y, posteriormente, bajaran en cuestión de días.

Y entre ellas sobrellevan las cosas lo mejor que pueden. “Con las nueve es más fácil y no estar sola ayuda a apoyarnos entre nosotras. Además, estamos teniendo mucho apoyo, afrontándolo para ver si pasa cuanto antes”.

Para que pase antes, primero debe celebrarse un juicio que se ha fijado para el 17 de julio, después de que la empresa no tuviera ninguna intención de llegar a un acuerdo en el acto de conciliación que se celebró en el Orecla.

Todas ellas confían en conocer el veredicto antes del final del verano para saber qué les espera. No sabemos si será un verano caluroso, pero para ellas será largo mientras dure la incertidumbre.

Conoce mejor a Las 9 de Aon en este reportaje de Eva Mora

I – Virginia, la delineante de la construcción que quiere que su hija la vea luchar

II – Isabel, la más antigua y a la que le rebajaron el puesto tras su embarazo

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1 Comentario

  • Mahatma Handhi
    16 de junio de 2018

    Adelante campeonas. No ceseis en el el empeño de vuestros derechos y el del resto de trabajadoras y trabajadores. Sois un ejemplo a seguir. Sois las Nueve Rosas. Estoy convencido vosotras.

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