La prevención de los incendios tiene que llegar “a pie de monte”
Los montes, las praderías, el medio rural, son el escenario de un “montón de conflictos” que se viene prolongando durante años y “que no se acaban de solucionar”, además de, también, un lugar que está afrontando un “gran shock” por la despoblación o el envejecimiento.
Ese es el contexto en el que hay que analizar los incendios forestales, que han supuesto en su última -de momento- oleada más de 200 fuegos por toda Cantabria y la llamada de auxilio a la Unidad Militar de Emergencias, entre otros factores.
Así lo enmarcaba Virginia Carracedo, docente e investigadora de la Universidad de Cantabria, estudiosa de los incendios forestales y la biodiversidad, en una entrevista en EL FARADIO DE LA MAÑANA en ARCO FM (103.2 FM).
Lo primero de todo, es que no es correcto hablar de pirómanos –como ha hecho el presidente Revilla cada vez que ha tenido un micrófono a mano estos días–, que es una palabra con la que se define a “enfermos” o personas con un “trastorno mental” que hay que diagnosticar. “Se les debe llamar incendiarios, hay que hablar con criterio”, asevera Virginia Carracedo.
SOBRE EL PAPEL DE LA GANADERÍA
Respecto al papel de la ganadería, ha explicado que en estas épocas de viento sur o anticiclón (de subida de temperaturas, en definitiva), la vegetación pierde humedad y se pueden realizar las quemas tradicionales para subir el ganado a los montes en primavera.
“Seguramente muchos incendios tengan que ver con esto, pero no todo”, afirmaba, apuntando que “se tienen que dar cuenta de que la situación es insostenible y que cualquier día vamos a tener un disgusto”.
De hecho, Carracedo ha diferenciado entre “ganaderos” y “gente que tiene ganado”. Y ha matizado que hay lugares como Soba, una de las zonas más ganaderas de Cantabria, que “apenas se ha quemado”,
También ha puesto matices respecto a los permisos para quemas, la mayor parte en fincas particulares. “El problema son las quemas en montes de utilidad pública. Estos son los que no se piden tanto. Y a mí me gustaría saber cuántos se piden en estos montes, que es donde realmente está la situación”, precisa.
Sobre las subvenciones, ha detallado que los cupos se establecieron en 2015, antes de los incendios, y no se pueden modificar hasta que no haya una nueva PAC (la Política Agraria Común que fija la Unión Europea). “Antes de 2015 si tienen alguna vinculación, porque se estableció que el matorral de más de 40 centímetros no entraba en el cupo. Pero después no tiene sentido porque no se modifica ese cupo hasta la nueva PAC”, aclara.
HACIA UN “DIÁLOGO” ENTRE EL MEDIO RURAL Y LA ADMINISTRACIÓN FORESTAL
En la entrevista, Carracedo ha apelado a la necesidad de un “diálogo” entre el medio rural y la administración forestal.
El problema es que hasta la fecha es un asunto en el que “no han participado”, mientras que “dentro de la administración nos encontramos con un perfil de técnicos muy bien formados pero que se ciñen a criterios técnicos, que son incapaces de empatizar con la situación del medio rural, sus necesidades y sus puntos de vista”.
Desde ese perspectiva, ha remarcado que el Plan de Lucha contra los Incendios Forestales (PEPLIF) que se puso en marcha en 2015 tras una grave oleada de incendios es “uno de los mejores documentos de gestión integral que tiene el país”, refiriéndose al “compromiso” del consejero de Medio Rural, Jesús Oria, y del director general de Medio Natural, Antonio Lucio.
“Se han desarrollado muchas medidas, es verdad, más orientadas a tener instrumentos para la defensa ante los incendios que a la prevención”, ha señalado, incidiendo en que “ahí está el punto débil del plan”.
En este sentido, ha defendido que “si se siguen produciendo incendios, necesitaremos más medios de extinción”, pero “lo que hay que hacer es prevenirlos para que no se produzcan” porque “si se desarrollan medidas preventivas evitarás los incendios”. Y para eso, en Cantabria, teniendo en cuenta sus condicionantes y los “conflictos” de usos que se dan, “hace falta mucho trabajo”.
Carracedo valora que la Mesa del Fuego fue un “punto de encuentro” que sirvió para que los distintos sectores implicados “se vieran las caras”.
“Pero hay que llegar al pie de monte”, ha puntualizado, porque “cada monte tiene una casuística diferente”.
EL SHOCK EN EL MEDIO RURAL
Y luego se da una circunstancia general, que son los “tremendos cambios socio-culturales” que se están dando en el medio rural, que vive en un “gran shock”.
“Se ha ido muchísima gente, la que queda es muy mayor con poca capacidad de gestión del territorio. Se sienten abandonados y pierden la referencia de su paisaje conocido”, enumeraba, añadiendo que “el abandono hace que cada vez haya más vegetación, que se matorralice y se pierdan esas zonas que han conocido toda la vida”.
Este abandono provoca que además se esté aportando, con esos matorrales y vegetación, un combustible que lleva a incendios más grandes y con más riesgo.