Lejía

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Ya puedes ponerte a estudiar si no quieres acabar como……… y sobre la marca de los puntos suspensivos se ponía la profesión de…………. (Es algo así como el juego del ahorcado).

No ha sonado el despertador y es la tercera vez que te despiertas esta madrugada. No ha pasado ni una hora desde el último desvelo que se alargó tanto que sientes que es hace un minuto cuando lograste dormirte. Tienes que dormirte, tienes que dormirte te repites una y otra vez mirando al techo, y no hay manera de coger postura, ni de un lado ni de otro; te sientas en la cama y miras tras la ventana, al otro lado una pared. Tienes que dormirte, tienes que dormirte, vamos joder…que si no duermo el día va ser mas largo de lo que ya es…Respiras hondo para intentar calmarte porque ya notas que te falta el aire y se te acelera demasiado el corazón. No, si al final me va a volver a dar el puto ataque de ansiedad. Te arden los pulmones pero no sabes exactamente el motivo, el termómetro es incapaz de cogerle la medida a la temperatura de tu cuerpo, y tos la verdad es que tampoco tienes. Quizás sea yo que soy muy aprensiva y con todo lo que está pasando ya no sé ni donde me pega el aire. El mismo aire que intentas coger ahora, más suave, buscando que la cabeza se quede en su sitio y te deje dormir por lo menos un par de horas más antes de que suene el despertador. Es que no quieres ni mirar la hora, porque sabes que te vas a poner más nerviosa y así será imposible descansar, aunque solo sea un poco, solo un poco, no es pedir demasiado ¿no? Respiras hondo y el olor a lejía y desinfectante que te acompaña durante todo el día se hace más presente, tanto que es el único lugar que sientes como espacio seguro.

Antes, cuando te desvelabas por alguna preocupación, ahora lo recuerdas, encendías la radio para distraerte hasta que te acababas quedando dormida escuchando como alguien desgranaba algún detalle de su vida acompañado de una música demasiado “sentimentaloide” para tu gusto y no te daba más opción que trastear con la ruedecilla del transistor que siempre te acompaña. El móvil también tiene radio, pero tu prefieres ese pequeño aparato que te ha acompañado desde ni sabes cuándo, en el primero colegio donde trabajaste y las horas se hacían tan largas hasta que te fuiste acostumbrando, te gustaba manejar esa soledad  de  “tengo todo el tiempo del mundo sin que nadie me moleste” pero, a la vez, necesitabas sentirte acompañada. La llevabas encendida en el bolsillo de tu bata, aunque no había nadie siempre te puedes encontrar a quien necesita tocar las narices para estar entretenido y recuerdas como cuando trabajaste en las oficinas del INEM, te llamaron la atención por llevarla encendida ¿A quién podía molestar, si no había nadie más que tú? En fin, te compraste unos cascos para tenerlos siempre a mano, por si acaso.

Y es que los turnos de noche pueden se te pueden hacer eternos. Da para pensar y darle muchas vueltas a la cabeza y tú eres de las que necesitan poner la mente en otra cosa que no seas tú, por lo menos de vez en cuando. Recuerdas cuando a tu chaval le preguntaron en clase en que trabajaba su padre y a él le avergonzó decirlo, es cierto que era muy pequeño y a esas edades ya se sabe….Pero cuando te enteraste de su “no lo sé….” Te rompió el alma. Las cosas cambian, es cierto, pero también lo es que hay cosas que se te queda alojadas ahí y se te quedan para siempre.

No te decides a encender la radio, cuando lo has hecho lo único que ha conseguido es ponerte mas nerviosa, todo el rato con el dichoso monotema, tienes tanta información que cada vez entiendes menos y la cabeza te va a explotar, no sabes si por el estrés, la ansiedad, la tensión o la fiebre, estos malditos termómetros de saldo….”A ver si me duermo de una vez…” y la mirada clavada en el techo. Cierras los ojos intentando no pensar en que mañana, bueno, mejor dicho, luego, tendrás que levantar otra vez y vuelta a empezar esta “pesadilla de nunca acabar…”. A ver que piense: mascarilla, guantes, pantalla, equipo de limpieza, lejía……No entiendo porque no me hacen la prueba….distancia de un metro ¿O eran dos? Pero si…No te olvides de nada, es muy importante pasar el trapo por cada pomo, por cada puertas, por cada rincón, y lejía, espero tercer suficiente, el sudor de la mascarilla y este calor en el pecho, y esa pobre gente, cuando pasará todo esto….Tengo que dormirme, tengo que dormirme, no puedo quedarme en casa, no queda otra, espero que él no se aburra demasiado y aproveche para estudiar un rato, tiene una edad complicada y…

En la otra habitación un joven escucha a su madre hablar sola, y siente miedo, tristeza, angustia, pero también un orgullo que no le cabe en el pecho. Siento no haberme dado cuenta antes mamá, te quiero….

(Quizás la próxima reunión del cole, de amigos, de trabajo,  de familia, sea diferente….Ojalá.).

Y suena el despertador…#undiamenos

 

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