Foto: Twitter de la UIMP

«Se resucita a ETA con ganas de hacer daño»

Eulalia Lluch es la hija de Ernest Lluch, político del PSOE que fue asesinado por ETA en el año 2000. Con motivo del 20 aniversario de su pérdida, la UIMP rinde homenaje al que fue su rector proyectando un documental sobre su figura y con un coloquio posterior en el que participará su hija, que ha atendido la llamada de El Faradio.
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El 21 de noviembre de 2000 ETA asesinó a Ernest Lluch. Catedrático, escritor y político, una personalidad que pasó por muchos lugares. Incluida la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), de la que fue rector entre 1989 y 1995.

Resultó ser una de esas personalidades destacables en el avance de un país hacia la modernidad y hacia la mejora del Estado del Bienestar, pues fue Ministro de Sanidad y Consumo y su contribución a la Ley General de Sanidad de 1986 resultó clave para que el sistema sanitario español reconociera a todos los ciudadanos el derecho a ser atendidos en un centro de salud.

Ya llevaba varios años alejado de la política cuando la banda terrorista ETA lo señaló como objetivo y lo asesinó a balazos. Todavía eran tiempos difíciles en los que los asesinatos de esta organización criminal eran algo habitual en nuestras vidas, pero en unas más que en otras.

Este sábado se cumplen 20 años, y Eulalia, la hija mayor de Ernest, va a participar este viernes en un homenaje que la UIMP le quiere rendir. A las 11:00 se proyectará un documental que repasa aspectos claves de la vida de su padre, titulado ‘Ernest Lluch, libre y atrevido’, y después habrá un coloquio, a las 12:00, en el que estará presente ella, junto a María Luz Morán, la actual rectora de la Universidad, Manuel Castells, ministro de Universidades, Josep Morell, director del documental, Andrés Hoyo, que es Vicerrector de Extensión Universitaria, Relaciones Institucionales y Campus de Las Llamas, Antón Costas, que es catedrático de Economía, y Manuel Arrabal, del Departamento de Comunicación de la UIMP.

Es una figura que se puede abordar desde aspectos diferentes. Alude a un momento en que dialogar no parecía algo tabú, se podía hacer sin miedo a recibir un aluvión de críticas. Y eso que la democracia en España era todavía nueva, estaba tratando de hacerse sólida, sobre todo después de haber sufrido ese susto llamado 23-F. De 1982 a 1986 fue cuando Lluch ejerció como ministro.

Su hija nos comenta que el documental, que se podrá ver este sábado en La 2 de TVE a las 20:00, le ha gustado mucho. Trata los múltiples ámbitos de su vida, sin necesidad de hacerlo de manera cronológica, y resalta que «es muy emotivo y te mantiene delante del televisor». Es lo que cuenta en una entrevista concedida a EL FARADIO DE LA MAÑANA, en Arco FM.

Eulalia reconoce que la visión que tiene de su padre aún se sigue ampliando, porque todavía sigue encontrando gente que le cuenta anécdotas que desconoce, o incluso descubre que Ernest tuvo tiempo hasta para practicar la filatelia. Los testimonios que se escuchan sobre alguien determinado siempre son una buena fuente para conocerle mejor.

Lo que a ella no le apetece es que nadie hable en su nombre. Es víctima del terrorismo, como hay muchas, pero cree que es un error «meterlas a todas en el mismo saco». De hecho, piensa que cada víctima debe ser libre para reivindicar lo que quiera, pero también para hacerlo por sí misma, sin que nadie la represente. «Si una víctima quiere que sea utilizado su nombre, que lo diga, pero a los demás que nos dejen en paz», dice.

Eulalia recuerda, con cierto alivio, que ETA ya ha dejado de matar, «por suerte». En el anverso de esa moneda, lo que se remueve ahora con el juicio recién iniciado de los atentados de Las Ramblas y Cambrils, en Cataluña, del 17 de agosto de 2017. Es otro terrorismo, que aparece en diversos lugares del mundo, y que en España ya habíamos probado con todo su amargor el 11 de marzo de 2004 en Madrid. Y también duele.

«Bildu no es santo de mi devoción», afirma, pero entiende que está utilizando las mismas normas que el resto de partidos políticos, por lo que están legitimados para representar a los ciudadanos que escogen su papeleta en las elecciones. «Si te atañes a las normas de la democracia tienes que tener cabida».

«Parece que hayamos dado no uno, sino varios saltos para atrás». Hace referencia a los debates que se pueden vivir hoy en día en el Congreso de los Diputados, que «parece un gallinero». Señala, sin citarlas, a las formaciones políticas que hablan constantemente de la banda terrorista que tanto dolor ha causado, pero que hace ya nueve años abandonó definitivamente la violencia.

«Se resucita a ETA con ganas de hacer daño». Lo ve claramente como una estrategia de confrontación política, aunque sin mirar en el fondo del asunto ni reparar en los daños que eso provoca. Es un arma arrojadiza que pretende desgastar a un rival, en esta ocasión al Gobierno de coalición, y eso «no se debería aceptar». «Es mejor ignorarlos», concluye.

Quizá la democracia debería volver a ser concebida como un sistema en el que se abren amplios espacios para dialogar, sobre todo si lo que se pone en la mesa son las necesidades de los ciudadanos. Eso debe incluir «la sanidad, la educación, la tecnología, la investigación…», según Eulalia. Y es algo que la pandemia ha puesto de relieve, pues los servicios públicos pueden tener un mayor blindaje para evitar desigualdades que son palpables en una situación de crisis como la actual. Y ahí deberían volcarse los Presupuestos, los de Estado y los demás.

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