Leer, la cadena que nos une

En tiempos en algunos nos quieren enfrentar, y otros quieren que les enfrenten, los libros, sus historias, sus autores, nos conectan.
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Ahora que nuestro mundo es más pequeño, con menos escenarios por la menor movilidad, con menos personajes por la limitación de contactos, y con menos miras por que todo es más difícil y la vida es casi exclusivamente trabajar, cuidar y sobrevivir…

Ahora es cuando los libros pueden sumarnos escenarios, historias y personajes…

Con un libro podemos cambiar de fase y romper el cierre perimetral.

Pero, sobre todo, cuando todo nos aísla, los libros nos conectan, como saben muy bien aquellos lectores que acaban hermanados entre sí por ser seguidores del mismo autor. Los lectores de García Márquez lo entenderéis.
Vamos con varios ejemplos de autores cántabros, conectados entre sí.

PERIODISTAS, NEGROS Y OTROS INDESEABLES

Podemos empezar con Javier Lafuente, compañero, periodista, que desde El País y El Faro ha formado parte del equipo ganador del Premio Gabo de periodismo, sobre la frontera sur de América Latina y sus desconocidas particularidades.

Un  territorio en el que las desigualdades están conectadas con el racismo y el racismo con el modelo económico, como ha planteado Paco Gómez Nadal, de La Vorágine, en ‘indios, negros y otros indeseables’.

La complejidad de la raza en el continente es lo último que ha novelado un autor que nos llena de orgullo, Juan Gómez Bárcena, con ‘Ni quisiera los muertos’, un asfixiante viaje por la historia, el racismo y el capitalismo, valga la redundancia.

A la realidad más profunda de las razas y las costumbres, en este caso de África, no se nos ocurre mejor forma de acercamos que por Lola Hierro, de quién aprendimos hace años en Cantabria hasta que desembarcó en El País para contarnos su planeta futuro.

Empezamos con un premio y cerramos con otro, que siguió en Huellas Negras el rastro de la esclavitud que todavía sigue, Diego Cobo, también con premio de la fundación Gabriel García Márquez.

DE MACONDO A MÉXICO PASANDO POR BUELNA

El autor colombiano, universal ya, se inventó un pueblo en el que pasaba todo, para contar todo lo que pasaba.

Eulalio Ferrer

Pero antes de Macondo, y cuando decimos antes decimos un siglo, Concha Espina ya había creado su Luzmela, que a veces hasta aparece en los GPS, pero que era un nombre ficticio que, como si esto fuera un relato de Borges, acabó llegando a la realidad, sea lo que sea eso.

Si García Márquez es uno de nuestros referentes en la literatura, el otro es Cervantes, con ese quijote que es Quijano, un apellido que nos suena mucho a Buelna.

Pero da igual, cuando pensamos en el Quijote, por aquí pensamos en Eulalio Ferrer: el libro le salvó la vida cuando estaba en un campo de concentración y a coleccionarlos dedicó su vida este republicano, publicista, filántropo, exiliado en México, pero que nunca olvidó su ciudad. Su Santander, mi Santander, como título a uno de sus libros.

Es uno de nuestros santanderinos de referencia, junto a otro que también perdimos y que también vivió en Méjico, que también escribió sus vivencias. Para la leyenda, el encuentro, el rescate, de Eulalio Ferrer a Vital Alsar, autor de Las balsas, el relato de su travesía por el Atlántico.

Se nos va un poco a la memoria histórica, del Santander que vamos perdiendo y en el que vivían Manolo Arce o Pepe Hierro, premio Cervantes , poeta encarcelado al que le descolocó, como a Lorca, Nueva York.

LA CÁRCEL OSCURA

¿Hemos dicho Lorca? ¿Lo hemos dicho en la Cantabria en la que actuó su barraca, cuando la UIMP era el proyecto republicano heredero de la Institución Libre de Enseñanza?

Federico García Lorca y Rafael Rodríguez Rapún, su pareja, enterrado en Ciriego(FOTO: Fundacíon García Lorca/ABC)

¿Lo hemos dicho desde la misma Cantabria en la que está enterrado su último amor, Rafael Rodríguez Rapún, preso en El Dueso, enterrado en Ciriego, como ha contado la premiada y sofocante obra de teatro ‘La piedra oscura’?

¿La misma Cantabria, decimos, desde la que se embarcó para huir de la dictadura que se venía, del odio y la muerte, la que fuera su musa, Margarita Xirgú, que llegó, pero bueno, a ese México de Eulalio Ferrer, de Vital Alsar?

Conectamos a Rapún y a Pepe Hierro por su prisión (Pepe Hierro es hoy nombre de centro de inserción, por cierto) porque la de la calle Alta ya no existe.

La que si existe es El Dueso, que también vivió el confinamiento, es un decir, de Antonio Buero Vallejo, de Cipriano Rivas -cuñado de Azaña, embarcado en proyectos con Lorca o Xirgu) y donde llegó, en prisión, a haber su propia escuela de teatro.

LA GENERACIÓN DEL 27

Hierro y Lorca por el surrealismo, Lorca y Gerardo Diego por la generación, del 27, un Gerardo Diego que supo moverse entre la tradición y el puro experimento.

La Generación del 27, con tantos secretos que custodio José María de Cossio, que están allí, en la Casona de Tudanca.

El surrealismo, que nos lleva hasta el actual grupo surrealista de Madrid, con representante cántabro, Vicente Gutiérrez, un estilo tan creativo y experimental como el descenso a los infiernos en nuestra ciudad de Leonora Carrington, pintora y escritora de su propia tortura.

Tortura a la que llegó en plena dictadura, en plena posguerra: en una ciudad en la que todavía dolía la muerte de ese líder social, escritor de a diario que fue Luciano Malumbres, de La Región, que fue sucedido por Matilde Zapata, primera directora de un periódico en Cantabria, salvajemente asesinada frente a la tapia del mismo Ciriego donde yace Rapún.

TIERRA DE MUJERES Y LETRAS

¿Va de Matildes? Matilde de la Torre, diputada, articulista, escritora, defensora de los derechos de la mujer. Y, menos conocido, gran divulgadora del folklore.

Concha Espina

Lo mismo que, efectivamente, Manuel Llano, que nos descubrió que teníamos nuestras propias leyendas. Podemos hacer una ruta por la Cabuérniga de Manuel Llano, la Mazcuerras de Concha Espina o la Tudanca de José María de Cossío.

Concha Espina, volvemos, así son los libros, que se nos cruzan, que seguramente tendría mucho que hablar con las dos Matildes sobre mujer y derechos: fue una de las primeras mujeres en divorciarse en España.

Podemos decir que, en las letras también, esto es Tierra de mujeres, mujeres de pueblo, como el libro de María Sánchez, autora no cántabra, pero que hemos tenido por aquí y que enseguida nos lleva a pensar en María Montesino de La Ortiga, en Yayo Herrera, muy cercana a Cantabria o, en época de cuidados, con Patricia Manrique y su búsqueda de lo común, de lo colectivo.

Y nos vale como pueblo, aunque sea Santander, otra Matilde, Camus, poeta y estudiosa, entre Monte y Cueto. Estudiosa de su entorno, como Carmen González Echegaray, investigadora por ejemplo de la Virgen del mar, con mucha tradición en San Román, nuevamente el Santander rural.

La experiencia extrema de lo rural la ha vivido la mediática Beatriz Montañez, que tiene relación con Cantabria  no por el apellido, sino porque su aventura aislada la ha publicado Errata Naturae, editorial afincada en los Valles Pasiegos, con un modelo de empresa diferente de verdad.

Es que si hablamos de mujeres tenemos que constatar, porque es así, su labor de custodias de las letras, mujeres libreras como Paz Gil, de librería Gil, o Carmen Alquegi, en la vorágine. Y también en la divulgación de las letras, como hace el referente premiado que es Equipo Peonza, donde está Ainara Bezanilla.

Sumamos autoras como Pilar González, que nos cuenta nova histórica ambientada en el Santander palaciego y conspirador de El baile de la serpiente; Conchi Revuelta, con quien nos hemos asomado ya a la historia de las mujeres tabaqueras o las amas de cría pasiegas; o Rosa Pereda, escritora y maestra de escritores.

Que nos lleva, aparte de por su propia trayectoria, por la vía del parentesco (la misma que la conecta con Gloria Torner, Gloria Pereda o Marcos Ricardo Barnatán) a cuando la literatura se mezcla con la música.

TOCAR RELATOS, ESCRIBIR CANCIONES

Lo sabe su hijo, el polifacético Jimmy Barnatán, actor, músico bluesero Cocooner y autor de varios libros; lo sabe Raúl Real, músico de trayecto que ha cambiado las canciones por los relatos porque todo lo normal es tan absurdo que es que hay que contarlo en el formato que sea.

José Ramón Sánchez

Música y letras las aunaba también Pérez Galdós, canario afinando en Santander, menos convencional de lo que nos dice su calle, y cuyo legado entre la música y las letras conoceremos este fin de semana en un espectáculo en Laredo pergeñado por una compañera, Felisa Palacio.

Tampoco fueron tan como nos contaron (entre otras cosas porque apenas nos han contado) un Pereda o un Menéndez Pelayo, tradicional y creyente, que sin embargo no dudó en apoyar a Augusto González de Linares cuanto los más tradicionales no terminaban de aceptar la teoría de la evolución.

Le pudo a Menéndez Pelayo el saber frente a la tradición.

Su biblioteca personal es el germen de la biblioteca municipal (al lado de la sede de la fundación Gerardo Diego) que poblaban las ilustraciones de José Ramón Sánchez, dibujante, si, autor de varios libros que recopilan sus trabajos,

Vecino de Gloria Torner, la pintora de la bahía; padre de Daniel Sánchez Arévalo, también escritor, compañero de editorial (planeta) de Javier Gómez Santander,  que antes de la casa de papel  pasó de las predicciones del tiempo a pronosticar la fuga de un oso de Cabárceno en sus tricotosas.

¿Hablamos de ilustradores, de novela gráfica? Tenemos por aquí al autor de los cabezones, o a Álvaro Iglesias, en Marvel, la Casa de las Ideas.

DE CINE

Ay, hemos dicho cine, eso nos lleva a hablar de Gutiérrez Aragón, nuestro primer entrevistado, de director o escritor, y, por supuesto, de José Ramón Saiz viadero y su prodigio de memoria sobre cine (varios libros sobre rodajes en Cantabria), periodismo, literatura o feminismo. En realidad, de todo.

De cine en Cantabria ha escrito Fran Diez, por el que hemos descubierto que Conan el Bárbaro se rodó en Liébana. La Liébana del Beato (que quiso ser más que un comentarista).

Sobre todo, la Liébana de los maquis, cuya leyenda han contado Isidro Cicero, Antonio Brevers, Javier lezaola y Ana Rodríguez Cañil.

Pero estábamos con el cine y tenemos que recordar que, por ejemplo, Historias del Kronen se basa en un libro cuya última escena estaba ambientada en la mismísima primera playa de El Sardinero.

En la película vimos a un joven Eduardo Noriega que luego rodaría con Aménabar, que ambientó en Cantabria, en Las Fraguas, su Los Otros.

Los noventa se nos hacen retro ya, pero la suerte es que podemos entender todo lo que ha pasado después y lo que sigue pasando gracias a la lucidez de Alberto Santamaría.

LA TRILOGÍA DE SANTANDER CIERRA EL CÍRCULO

¿Estaría mal que nos citáramos a nosotros ? Sí, pero peor estaría que no lo hiciéramos: mientras en los picos estaban los maquis, en Santander vivimos la reconstrucción, más bien destrucción, de parte de la ciudad tras el incendio del 41, cuyas llamas avivó la dictadura y cuyos efectos todavía vemos.

Nos gusta ver nuestro Expulsados como parte de una especie de trilogía local, junto al Santatipo de Federico Barrera o la forma de permanencia del Racing de Marta San Miguel en Libros del KO.

Con quien cerramos el círculo: el fundador de esta editorial, Emilio Sánchez mediavilla,  ganador por sus crónicas de Bahrein de un prestigioso premio periodístico, como su socio, Javier Lafuente.

Porque al final, de esto va todo, de que en tiempos en que algunos nos quieren enfrentar, y otros quieren que les enfrenten, los libros, sus historias, sus autores, nos conectan.

Leemos en soledad, sí, pero no aislados, lo cierto es que leer nos acerca a otros,. En tiempos de pantallas –y estrategias- que aislan, cada vez tenemos claro que somos seres lectores y somos seres sociales, y es por pura supervivencia: hace tiempo que aprendimos que las estirpes condenadas a cien años de soledad no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra.

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