Vecinos de los valles de Cantabria rechazan la industria eólica en Torrelavega

En la mañana del sábado más de 250 personas, provenientes de todos los valles de Cantabria, se dieron cita en Torrelavega para denunciar que “la industria eólica nos echa de los pueblos”.
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Diversas personas bajaron de sus comarcas interiores para exigir la anulación de todos los permisos de polígonos eólicos y fotovoltaicos.

Todas las vecinas y vecinos llegaban a la plaza (boulevard) del Ayuntamiento portando maletas y enseres, muchas de ellas con sus trajes tradicionales, escenificando el despoblamiento que traería consigo la implantación de esta industria energética en la práctica totalidad de los montes de media Cantabria. A ellas se unieron habitantes de Torrelavega y otras zonas urbanas de la Comunidad. Tras su encuentro en este lugar, se recorrieron las principales calles de la capital del Besaya.

Los polígonos eólicos siguen apareciendo en el BOC, la última tanda en la que aún estamos fueron siete, y esta misma semana apareció también publicado en el BOC la amenaza de la eólica marina frente a las costas de Cantabria. Este mismo mes el Ministerio presenta a consultas otro polígono eólico más, Carabeos y un polígono solar fotovoltaico, Campoo FV, ambos en el centro-sur de Cantabria.

Desde la Asamblea Contra Viento y Marea, que es quien promovía esta acción de protesta, dicen que hay muchos hechos contrastados que demuestran que acarrearían una merma de la actividad económica y social en los territorios afectados. Por ejemplo, «la práctica desaparición de cualquier negocio turístico, la pérdida del valor patrimonial de casas, fincas y cabañas (entre un 10 y 50% según su distancia a los polígonos) o las graves afectaciones sobre el paisaje».

También afirman que, según el propio Gobierno cántabro, «la calidad paisajística en la Sierra del Escudo pasaría de 5 a 1». Y añaden a los inconvenientes de estos parques la pérdida de bienestar y calidad de vida que conlleva toda actividad industrial, en este caso «potentes y constantes ruidos de aspas y rotores, luces intermitentes de posicionamiento, amplificados por el eco en los valles o las nubes y niebla».

Esto puede conllevar «la quiebra de negocios de cualquier tipo, las limitaciones a los usos ganaderos tradicionales» por la ocupación de suelo y la extracción de tierra para poder ubicar los molinos y que eso lleve también a una «disminución de superficie agraria susceptible de subvenciones de la PAC, limitaciones de actividades de ocio en la naturaleza y cinegéticas y tendidos eléctricos de alta tensión atravesando todos los valles».

La Asamblea se preocupa también por «los irreversibles efectos sobre el entorno natural, como montes cosidos de grandes pistas, muerte continua de aves de todo tipo y murciélagos, migración de fauna silvestre, graves afectaciones sobre manantiales y captaciones de agua, sobre las cuevas y el patrimonio subterráneo».

Subrayan la afectación que la construcción de parques eólicos tiene más allá de Cantabria, como con las «explotaciones ilegales de madera de balsa en zonas tropicales (para las aspas, además de polímeros químicos), la dependencia absoluta de minerales escasos y tierras raras (en un 97% dependientes de China) y la dependencia absoluta del petróleo y sus conocidas consecuencias climáticas.

En Contra Viento y Marea creen que «el mercado energético español está ya saturado: 112Gw instalados y 30Gw de consumo medio y cayendo. Con electricidad, por mucha que se produzca, no se podrán construir ni renovar nuevas instalaciones de esta energía, pues necesitan petróleo, básicamente diésel. Todo ese proceso industrial se hace con maquinaria dependiente de los combustibles fósiles». Se refieren a la eólica y a la fotovoltaica como energías que no son tan limpias como se suele decir, por los procesos necesarios para fabricar los elementos con los que generar la energía y el consiguiente agotamiento de materiales.

Desde La Asamblea se preguntan quién va a poder pagar la factura de la luz si todos los costes de producción y distribución «se van a disparar más aún». Y piensan que «tampoco es sostenible en el tiempo sin seguir quemando combustibles fósiles para mantenerlo. Nos va a salir mucho más caro. No viene para asegurar nuestro bienestar. Se pretende implantar ‘externalizando’ todos sus problemas a costa de las zonas periféricas. Y Cantabria va a ser una de ellas si no lo impedimos».

La conclusión a la que llegan es que «nos enfrentamos a una nueva burbuja financiera con la que repartirán muchos dividendos las grandes constructoras y las multinacionales energéticas. No resolverán ninguno de nuestros males. Hipotecarán -aún más- el porvenir de nuestras hijas y nietos».

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