No a las concertinas en el Puerto

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Jesús Puente González, de Pasaje Seguro

El Puerto de Santander ha iniciado la instalación de concertinas y cuchillas en su perímetro vallado, tiene la intención de cubrir, con esos instrumentos de sangre y vergüenza, más de siete kilómetros de valla. ¿Cuál es el objetivo? Según el Presidente de la Autoridad Portuaria, Francisco Martín, disuadir a los migrantes albaneses que intentan llegar al interior del recinto portuario, para acceder a una bodega o un contenedor que les lleve al Reino Unido.

El Sr. Martín sabe que las concertinas no disuaden a ninguna persona que quiera cruzar una valla, lo único que hacen es desgarrar a unas cuantas de esas personas. Lo conoce perfectamente por lo que ha sucedido en Ceuta y Melilla, donde tras años de sangre y heridas que no han impedido los intentos de cruzar las vallas, las concertinas finalmente se están retirando. El Sr. Martín lo que hace, es proseguir la escalada de buscar cabezas de turco y de eludir responsabilidades que ya comenzó cuando era Consejero de Industria, es decir, acusar a los migrantes de pérdida de tráficos, acusaciones que se han demostrado falsas. También ha mostrado una gran preocupación por la seguridad de los migrantes, expresando su miedo a que sean atropellados dentro del puerto, o fallezcan en un contenedor. Sin embargo, tiene una manera muy rara de combatir esa preocupación, instalando concertinas que pueden malherir y matar a esos migrantes.

Rarezas aparte, la comprensión de esta aparente contradicción tal vez se encuentre en la incapacidad que tiene el Sr. Martín, y no solo él, de nombrar a las personas migrantes tal y como lo que son, personas migrantes. No, el Sr. Martín habla siempre de polizones o de intrusos. Es decir, elude su condición de seres humanos con derechos y deberes, y niega su condición migratoria. Los sitúa en el comienzo de su negación como personas.

Los migrantes que intentan acceder a un medio de transporte al Reino Unido, lo hacen saltando vallas porque no se les quiere vender el billete aunque lo pueden pagar, porque no se les quiere dar un visado, aunque tienen un pasaporte de un Estado soberano miembro de Naciones Unidas. Esa situación se ha repetido constantemente en la historia, también en la nuestra y se seguirá repitiendo cada vez más, a menos que empecemos a dar respuestas inteligentes y humanitarias a los crecientes flujos migratorios.

El responsable de un puerto donde arriban migrantes con estas condiciones tiene que cumplir las normas, tiene que cumplirlas todas. Tiene que mantener la vigilancia y seguridad de las instalaciones portuarias de manera proporcionada, y sin recurrir a la violencia contra quien no es violento. Las concertinas son una respuesta violenta, y al recurrir a ellas el responsable del puerto incumple las normas gravemente. ¿Está dispuesto el Sr. Martín a asumir los costes humanitarios de los desgarros en las concertinas? ¿Está dispuesto a asumir su coste reputacional para el Puerto de Santander? ¿También el penal? ¿Qué hará la Autoridad Portuaria cuando las concertinas no eviten los saltos? ¿Electrificarlas?

El Sr. Martín se escuda en los técnicos, claro, siempre son otros los responsables de las decisiones cuando tienen un coste, y pide ayuda. La mejor ayuda que se le puede ofrecer es la de exigirle que deje de criminalizar a personas migrantes en difícil situación, y que termine con la magnificación del problema del salto de las vallas, empezando por retirar las concertinas instaladas.

A partir de ahí, puede dedicar parte de los tres millones de euros que iba a gastar en concertinas en aumentar la plantilla de la policía portuaria, asegurando una mejor vigilancia del recinto que la que le van a dar esas cuchillas. Puede plantearse actuar como intermediario entre los migrantes y las autoridades británicas para facilitar la concesión de visados, esa actividad entraría de lleno dentro de las funciones de mediación que un puerto internacional realiza todos los días, y le saldría mucho más barato que las concertinas. Puede ofertar primas de seguro adicionales para los operadores que se puedan ver perjudicados por el acceso a contenedores y bodegas de migrantes sin visado, puede publicitar esa prima como otra ventaja comparativa más del Puerto de Santander.

Hay más responsables además de las autoridades del Puerto. La Delegación del Gobierno que, lo quiera o no, tiene la responsabilidad de la seguridad en una instalación que actúa como frontera. Puertos del Estado, el ente público del Ministerio de Transporte en el que se sitúa el Puerto de Santander, que tiene la obligación de controlar medidas que contradicen la política gubernamental en materias de seguridad. El Gobierno regional, cuyos responsables se han manifestado en contra de las concertinas y que ahora prefieren mirar para otro lado, o, como hace la secretaria de organización del PSOE de Cantabria, Noelia Cobo, pronunciarse en contra de las concertinas y decir acto seguido que no es cosa suya. Lágrimas de cocodrilo.

Desde Pasaje Seguro no estamos dispuestos a aceptar una agresión a los Derechos Humanos de esta importancia. Estamos seguras que muchas más personas en la región tampoco lo están. Entre otras cosas, porque el ataque contra personas más vulnerables es siempre el preludio del que se produce contra quienes todavía mantenemos derechos de ciudadanía que a otras personas se les niegan. Por esa razón hemos denunciado ante el Defensor del Pueblo la instalación de las concertinas. Por esa razón estamos recogiendo firmas digitalmente contra esta medida Por esa razón nos concentraremos el sábado 20 de noviembre a las 12 de la mañana en la Plaza del Ayuntamiento de Santander.

Porque queremos todos los derechos para todas las personas. Porque ningún ser humano es ilegal.

PETICIÓN EN CHANGE.ORG

 

 

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