Escuchando a la gente rural: montañas vivas sin molinos

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La unión hace la fuerza: Emotivos testimonios de personas de las zonas rurales cántabras, argumentos más que suficientes para impedir y demoler cualquier instalación eólica que se atrevan a instalar.»

«El techo de mi casa es azul, las paredes son verdes, mi grifo vierte agua de río y así quiero que sea siempre por eso no desistiré jamás ante quienes se empeñan en destruir nuestro hogar. ¡Viva las montañas!»

Rondando el medio millar de personas subieron por el monte de Corconte cargados de infraestructura eólica, pancartas y micrófono en mano los vecinos argumentaron y expresaron sentimientos, abogando por una tierruca limpia de molinos,  los tiraron con fuerza y decisión, un acto de psicomagia popular, mezcla de simbolismo y realidad, unión vecinal para proteger la tierra de intereses empresariales que arrase con la flora, la fauna, la ganadería, la agricultura y el turismo rural, tierruca ya azotada por el despoblamiento, la crisis y el desarraigo.

Amelia Diez oriunda del pueblo campurriano de Soto relata su preocupación en cuanto a las mujeres rurales, la mayoría prefieren irse a las ciudades y no queda quien dé continuidad a las profesiones de los ancestros, abandonándose así el sector primario tan relevante para la economía de Cantabria. Desde pequeño su hijo siente pasión por los animales salvajes y subir al monte, se encarga de las vacas de la familia y quiere ser operario de montes, les dice a sus padres que «me habéis dado una manzana envenenada»,  sigue con ello porque le da pena y tiene cariño a las vacas. Miliuca ante la injusticia se encara con quien haga falta y dice valiente: «hay que estar al pie de cañón no hay que rendirse nunca».

Evangelina Fernández invirtió en energía geotérmica en su vivienda, estudió secretariado lo que le sirvió para su negocio ganadero, orgullosa de su profesión lucha a diario en Nestares, en la Granja La Mesqueria, sobrevive a la crisis del precio de la leche, el encarecimiento del cereal y otros costes de producción como el gasóleo o la luz, han decidido ampliar su ganadería con corderos y caballos que venden para mantener a flote la empresa y las familias que de esta granja dependen.

Dispone de instalación robotizada para el ordeño,  pone música a las vacas, un rascador las masajea y afirma que las cuida y las mima porque ellas la cuidan a ella, es mutuo. Habría que ponérselo más fácil a los jóvenes, mis hijos se han quedado porque no querían estudiar, venir a la nave era como un juego, estas profesiones son muy necesarias mis hijos sienten es vocacional y así da gusto. Chema y Eva lograron su sueño, se sienten orgullosos de que  sus hijos sigan su pasión,  involucrándose en el negocio familiar y trabajando los dos como un equipo, ya que son conscientes de que es un trabajo muy esclavo, sin vacaciones, ni festivos y que este sector está en peligro de extinción como el oso pardo, el milano real o el urogallo.

«Newton se equivocó profundamente cuando teorizó que la suma de las fuerzas es igual a cero, esto no es cierto pues cuantas más personas hagamos frente a los proyectos eólicos más posibilidades tendremos de garantizar un porvenir saludable para nuestros descendientes».

Todos tenemos un pueblo del que procedemos, debemos ser capaces de honrar la tierra de nuestros ancestros.  Es necesario hablar con vuestros vecinos, familiares, no van a entender, es necesario que comprendan que cuando el último litro de petróleo o de gas se consuma se darán cuenta de que el dinero no se come.

Somos el sur de Europa, en otros países hacen comunidades energéticas sostenibles, aquí invaden toda la cordillera  con gigantes molinos energía que ni siquiera es para consumo local sino para exportar a Europa.

Nuestro consumismo tiene un precio. Generar empleo y a la vez cuidar el entorno no es utopía. El desarrollo sostenible implica un cambio de modelo, la única forma de salir de esta crisis es uniendo codos, uniendo testimonios, historias, proyectos, esperanzas, anhelos, ilusiones, construir entre todos una sociedad en la que todos podamos vivir con dignidad y no sólo unos pocos, los mismos listos a costa de despojar la tierra, hacerla sangrar, erradicar los seres vivos, generar recursos tóxicos, destruir los oficios de quienes nos dan de comer.

Los empresarios y políticos prometiendo rebajas en las facturas, no tienen los pies en la tierra y negocian con el territorio.

Nosotros los vecinos humildemente, confiando en nuestra poder juntos, con los pies hundidos en la tierra por donde la salvia penetra y nos hace fuertes gritamos:

¡Viva la tierruca!
El fracking lo paramos y esto lo paramos.
¡Viva la Cantabria rural!
¡Arriba la ganadería cántabra!
¡Viva el apoyo mutuo vecinal!
¡Vivan la montañas!
¡Viva la vida!

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