“Un viaje por nuestro barrio, Cisneros, una forma diferente de aprender fuera del aula”

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por RAFA CASUSO:

Psicólogo, fotógrafo, geek. Me gusta echarme al monte, caminar, usar la bici. Leer, filosofar, observar, escuchar y callar, aunque a veces resulta difícil esto último.

 

Don Quijote emprendió muchos viajes, Ulises afrontó viajes en la Odisea, Jesús Hoyos Arribas propuso a nuestro alumnado un viaje por Santander ¡No paramos de viajar!

Viajamos por placer, por trabajo o por necesidad (migrantes, refugiados…).

¿Estamos atentos cuando viajamos? ¿Aprovechamos el viaje? ¿Lo pasamos lo mejor posible dadas las circunstancias? ¿Aprendemos? ¿Cumplimos nuestros objetivos?

 Deberíamos poder contestar a todo que sí.

 Estos párrafos anteriores son la entrada del blog del colegio Cisneros de Santander titulado “Los viajes de nuestro barrio” sobre Objetivos de Desarrollo Sostenible.

El director del Cisneros, José Antonio Sánchez Rada, muy implicado con su equipo en el “Proyecto Cisneros” me invitó a dar una vuelta por el barrio con sus alumnos y alumnas de 6º de primaria.

Tengo una relación especial con el colegio Cisneros. Hice las prácticas como psicólogo educativo en dicho centro, disfruté y conocí todo lo que sus docentes son capaces de aportar al alumnado y a la sociedad, mucho. He colaborado y colaboro con charlas y cualquier actividad que José Antonio u otros docentes pidan, lo hago encantado. Y como abuelo, voy a buscar a mis nietos, Martina y Edu, cada vez que tengo oportunidad. Un placer mantener esta relación con el Cisneros.

Yo iba de acompañante, de observador y con mucha curiosidad. Una clase fuera del centro escolar, distinta de lo que se imparte en un aula normal con un currículo normal,  para recorrer “el barrio” durante dos horas de clase práctica por las calles. Paseo didáctico con 12 alumnos/as y dos personas mayores, el guía y yo,  Rafa, no Rafael, ya que me preguntaron como llamarme. Muchos me conocían a pesar de la mascarilla,  de las charlas sobre “Atención e inteligencia emocional” que habíamos compartido, virtual y presencialmente.

¿Qué se podía ver en el barrio que no veamos o vean a diario los alumnos y alumnas cuando van al colegio con su rutina? Pero quizás una pregunta más importante para mi ¿qué se puede enseñar y aprender fuera de clase, cuando los maestros del Cisneros, como José Antonio en esta ocasión, tienen un gran interés en enseñar, de una manera diferente y despertar la imaginación y la motivación de los chavales y chavalas? La respuesta al final del paseo por el “barrio”.

Empezamos por los dibujos de la fachada del Cisneros y Mendoza, explicando el guía del viaje educativo, los detalles y formulando preguntas al respecto. Como un racimo de uvas pasando de un tema a otro. El suelo, las rampas del colegio para Personas con Movilidad Reducida, la negrura y suciedad de parte del edificio, consecuencia de la contaminación, las tomas del agua de incendios, del gas, las alcantarillas, los contenedores de basura, el gran número de motos aparcadas junto a la estrecha acera de los colegios, los amarres de bicicletas, etc. Y en cada apartado preguntas y respuestas, generando durante todo el viaje, un diálogo socrático. ¡Amarres de bicicletas, muy bien! pero…si no hay vías ciclistas para llegar al colegio debido al número de coches y la falta de protección de los entornos escolares ¿de que sirven? comento.  Pasa un camión a pocos metros y profesor les pregunta si se han dado cuenta del ruido y habla de la contaminación acústica y de que la otra contaminación, la que no se ve, la de los coches, la que mata, pero se siente y tiene sus consecuencias sobre la salud.

Pasa el tiempo y hemos avanzado poco, nos dirigimos a la librería la Vorágine, parada obligatoria, una librería en el “barrio”. En la puerta, aparte del nombre de la librería “La Vorágine, cultura crítica” hay una pegatina que pone: “Este es un espacio no racista, no eurocéntrico, no patriarcal, no sexista, no capacitista, no edadista y no fascista. Si no te cuadra, no te sientas obligado a entrar. Esta ciudad es diversa y seguro que encuentras tu sitio en el mundo”. Para el guía y para cualquier docente y ciudadano, este lugar relacionado con los libros es un manantial de cultura, de conocimiento para todos. Continúan las preguntas y respuestas sobre el significado de cada palabra leída.

De pasada hablamos de las barreras arquitectónicas en algunos locales del barrio. Desde las escaleras hacia la calle Peñas Redondas, vemos el centro asturiano de Santander, Sidrería el Pegollu ¿quién sabe lo que significa pegollu? pregunta …“pie o soporte del hórreo (o panera)” explica el “dire”, nada se escapa, ningún detalle a los ojos de todos. Una pintada en la madera del gimnasio Metropolitan “si vis pacem, para bellum” da pie al latín, al significado de la frase “si quieres la paz, prepara la guerra” y a la ineludible guerra de Ucrania, cuestión que volverá a surgir otra vez en la visita de nuestro “barrio”. Hablamos de economía, si estamos de acuerdo con lo que significa la frase y el reparto del dinero del país: ¿para Educación, Sanidad, Defensa, Obras públicas, etc.? hay unanimidad en la prioridad para la Educación y la Sanidad

Echamos de nuevo a andar y vemos en un coche una etiqueta azul de “0” emisiones pegada en el parabrisas… ¿sabéis que significa esa pegatina? pregunto. Explico que es algo nuevo y que hay cuatro tipos de etiquetas en función de los años y la contaminación de los coches y que a partir del año que viene, 2023, los coches más contaminantes no podrán entrar en las Zonas de Bajas Emisiones, que los ayuntamientos de Santander y Torrelavega, tendrán que crear esas zonas contra el Cambio climático y en beneficio de la salud de las personas.

No se escapa nada para estos chavales y chavalas que se les enseña y aprenden rápido a percibir el mundo de alrededor, a prestar atención a todo lo que les rodea, como los pocos árboles, aligustres, que hay en la calle. Tenemos una calle, la ciudad en general, llena de bolardos para que los coches no se suban a las aceras y sin embargo tenemos pocos árboles. Aprovechamos para sentir con nuestras manos la corteza del árbol, mientras cerramos los ojos para notar su textura y sentir su fuerza.

En nuestro recorrido nos metemos en los Chalets de la Tierruca, una zona verde en medio de grandes edificios, en busca de la entrada a los refugios que había durante la guerra de este país, no hace mucho tiempo. Algunos vecinos nos dicen en dónde está la entrada, pero es en una finca particular. Desistimos pero disfrutamos del entorno tranquilo de la zona. A Pablo, uno de los alumnos, no le gusta el ruido, disfruta del silencio y de la naturaleza, es muy sensible, habla despacio.

Salimos, el guía sabe en dónde hay parte de un refugio muy cerca, en el bar-restaurante la Fonda que antes se llamaba la Cueva. Pedimos permiso y muy amablemente nos dejan entrar. Ahí está el refugio, al fondo, convertido en un restaurante. Hablamos de la sensación que nos produce saber que en esa triste guerra, como todas, en un tramo mucho más grande entraban mil personas durante los bombardeos.

Vuelve a nuestra mente la guerra de Ucrania, son niños y niñas de 10,11 años que saben lo que ocurre en Europa, en Kiev, en Odesa, en Mariupol, se saben el nombre de las ciudades ucranianas asediadas. Les pregunto si conocen el término que define ponerse en la situación de otra persona, en su piel. Premio, unos cuantos dicen “empatía”. Les pido que cierren los ojos por un instante y se imaginen lo que sienten esos niños y niñas ucranianos en estos momentos, cuando las bombas están destruyendo su país, su vida. Duro, pero real.

Ha pasado ya una hora y media sin apenas darnos cuenta. Nos acercamos al hospedaje del Jardín Secreto para visitar ese espacio muy agradable, con un bonito Jardín como dice su nombre. Lástima estaba cerrado. Seguimos y nos paramos enfrente del local de fotografía. El profesor les comenta que soy fotógrafo y aprovecho para hablarles de ese bonito oficio, cuando no era digital. Las cámaras, el carrete-película, los líquidos de revelar, la ampliadora, etc. La magia de ver salir del revelador una foto en papel. Pero que mejor que entrar en la tienda de Manuel Álvarez, el fotógrafo a quien conozco, colega, y que nos enseña muy amablemente ese mundo de la imagen. Tiene cientos de cámaras de todo tipo y tiempo, algunas muy antiguas. Un maravilloso espacio, un museo de la fotografía que les invita a conocer con sus cursos de fotografía. Saca a la calle una cámara de 1900 y todos en fila se imaginan y convierten en fotógrafos de la época. La imagen se ve al revés, explica, tapados con un trapo negro como hacían los antiguos fotógrafos de la calle cuando hacían fotos. Por cierto en la parte de atrás de la tienda, otra cosa curiosa, en el patio tiene una pared de muchos años, con restos de fósiles que nos sorprenden a todos. Ese patio era el camino que desde la Gota de Leche llevaba a la entrada de refugio cuando sonaban las sirenas avisando el bombardeo de los aviones, y la monjas llevaban a protegerse a los niños huérfanos que cuidaban.

Son casi las dos de la tarde, hora de ir al Cisneros, después de disfrutar de una bonita jornada, distinta, interesante. Se han quedado muchas cosas sin ver, pero tiempo habrá durante el curso.

Como reflexión me queda que hay muchas formas de enseñar y hacer que el alumnado aprenda. Esta salida por el “barrio” ha sido una de ellas, diferente, rompiendo moldes. Es probable que en muchos coles se haga de la misma manera, no lo se, pero participar en este recorrido, como ha sido en mi caso, me ha resultado una gran experiencia. Tengo que dar las gracias a los chavales, chavalas y al maestro, por su compañía, su curiosidad. Espero que en su aprendizaje, diario, reflexionen y se hagan preguntas sobre todo lo que les rodea, que usen un pensamiento crítico y curioso. Que hagan preguntas sobre todo constantemente, que no den nada por supuesto. Ese colegio Cisneros es un ejemplo de centro educativo, gracias.

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