Entrando en modo ‘Este muerto está muy vivo’

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||por VÍCTOR GUTIÉRREZ LARRAÑAGA, de WAAHI CONCEPT||

Como muchos nacidos en los 80, me es imposible negar la influencia que la tv, la música popular y el cine han tenido sobre mi crianza. De igual manera, aquí entre nosotros, sabemos que los 80 y los 90 destilan al mismo nivel joyas culturales y caspa a raudales. Hoy toca recordar la caspa, que hace falta echarse unas risas. Algunos dirán que 1989 fue el año de la caída del muro, de la plaza Tiananmen o el lanzamiento de nuestro amado Ibex 35, pero hoy hablaremos del segundo acontecimiento cultural del año más importante tras la lambada. A nivel mundial la conocen como Weekend at Bernie’s, pero por estas tierras, donde nos gusta ponernos flamencos (aunque sea en verano y en Santander, because YOLO), tuvimos la ocurrencia de atrozmente traducirla como ‘Este muerto está muy vivo’. Para explicar al público más joven, Weekend at Bernie’s narra la historia de dos pringados corporativos que descubren una estafa en la compañía de seguros para la que trabajan. Los dos pringados, intentando ganarse el favor y trepar en la compañía, corren a contarle el hallazgo al jefazo, el susodicho Bernie, desconociendo que es el propio jefazo quien ha cometido la estafa. El taimado Bernie les felicita y les conmina a celebrar el fin de semana en su casa de la playa, con la secreta intención de matarlos por medio de sus socios de la mafia (hay que poner un mafioso, no vaya la gente a pensar que los ejecutivos son mala gente per se). Sin embargo, por un giro del destino que ni Shakespeare, Bernie es asesinado por sus socios mafiosos y dejan el cadáver en su casa de la playa. Los pringados llegan y, encontrando el fiambre, se sobresaltan y asustan pensando en que puedan ser culpados por su muerte, tomando la decisión muy lógica de simular que el bueno de Bernie está vivo, festejando, haciendo ski acuático, moviendo los brazos con hilos, paseando por la playa… y, en fin, increíblemente la libran. Si uno mira en wikipedia, verá que esta película costó 15 millones de dólares y recaudó 30 millones, que con la inflación serían hoy casi 90 millones sólo de taquilla, lo que es el equivalente a casi 8 presupuestos del Racing. Por eso, amigos y amigas, si tienen menos de 30 años y les hablan de que ahora sólo se ven pelis de superhéroes y música ratonera, tienen permiso para sonreír…

La escena que cataliza toda la historia es muy sencilla. Los pringados descubren el cadáver de Bernie sentado en el sofá y con gafas de sol, pero al mismo tiempo comienzan a llegar los distintos invitados, básicamente Jet Set de distinto pelaje. Para sorpresa de la chavalada, no se dan cuenta de que Bernie está muerto, dado que están muy ocupados intentando desbarrar, pidiéndole dinero e incluso intentando venderle un coche. En resumen, la fiesta continúa sin control ante la atónita mirada de los dos pringados, que aprovechan la situación y se pegan un buen fin de semana a costa del finado.

En medio de este verano, con esta inflación que no se va a ir y a la espera de esa recesión que llega, pero todavía no, estamos viendo escenas un poco deudoras del surrealismo chusco de esta película, añadiendo nuestro chorrito de absurdo made in Cuerda, Berlanga, Azcona y Gila. Como en su momento pasó con los momentos del ‘chuletongate’ de Garzón, vemos ahora esas mismas escenas a colación de las medidas de ahorro energético, con el matiz de que ahora se amenaza con pasarse la ley por el forro. Honestamente, no es intención soltar una parrafada sobre la necesidad de las medidas y su efectividad, ya que, telegráficamente, servidor ve esto como un parche más para un sistema cadáver. Por otro lado, si ponerle un parchecito a un problema estructural desata este pandemonium, sólo queda esperar lo peor ante la putrefacción que vamos a presenciar en los próximos meses y años. ¿Qué carajo tiene eso que ver con Weekend at Bernie’s? Ahí va. Si seguimos las reglas de humor de Gila, donde diferencia el absurdo del surrealismo, se llega a la conclusión de que los invitados  la fiesta de Bernie no se dan cuenta de que Bernie está muerto porque están muy ocupados siendo guays. Sin embargo, atención al giro truculento, puede haber una segunda opción: les importa un reverendo pepino que esté muerto y quieren seguir de fiesta mientras puedan. Dejo a los lectores la decisión de si esto es fruto de la ignorancia o de la estupidez, aunque apunta a la retroalimentación de ambas. de cualquier manera, un parche es un parche por mucho que miremos para otro lado. Seguimos empeñados en traducir ‘Collapse’ por ‘este muerto está muy vivo’. Seguimos, en esencia, sin darnos cuenta de que Bernie está muerto y los que mueven los hilos, sin parar la fiesta y sin darle cristiana sepultura antes de que huela o, aún peor, que esto tenga una secuela peor que la primera. Para los no iniciados, Weekend at Bernie’s tuvo una secuela épica por lo mala que era (Weekend at Bernie’s II… ante todo, creatividad), pero que sigue la secuencia lógica de que primero viene la ignorancia/indiferencia y luego la avaricia pura, regando todo con el absurdo y el surrealismo. El argumento gira en torno a recuperar el dinero que estafó Bernie, para lo cual usan una reina Vudú (Olé!) que convierte a Benie en un zombie (Olé!) que se mueve con música de marimba caribeña (y Olé!). Los pringados van aprendiendo y quieren huir con el dinero estafado mientras le pegan sablazos a la tarjeta de Bernie. ¿Alguien se apuesta unas corbatas (de Unquera) a que algo parecido no va a suceder?

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