Los nueve de Peñaherbosa se adaptan a un ecosistema hostil

Los representantes de profesores y maestros se encaminan a su tercera noche de encierro mientras el ambiente se vuelve más hostil.
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Peñaherbosa es un ecosistema con un orden latente en el que conviven, estrechamente relacionados, la sede del Gobierno de Cantabria y los distintos bares: la simbiosis es tal que por las tardes, cuando el edificio prácticamente hiberna, muchos de los bares cierran y se desperezan, no todos, tal vez, ya para la tanda de los vinos y cenas.

En Peñaherbosa hasta las alteraciones tienen su ritmo: desde el desfile de las camionetas y carretillas de reparto a los señores de los pedidos –que por cierto están poco a poco cambiando la carpetita por la tablet-, pasando por los paseantes que comentan airados el último trámite, el goteo de consultores con proyectos y visitadores de despacho, o el teje y desteje de los periodistas (rueda de prensa, café –la vida sin el Ángel-, redacción), todo ante los ojos ya nunca sorprendidos de los testigos más silenciosos y permanentes, la cofradía de los vinos.

La alteración de esta semana ha sido notable y no prevista: en la sala de prensa del Gobierno duermen desde el martes los nueve de Peñaherbosa, miembros de la Junta de Personal Docente, representantes de distintos sindicatos elegidos por sus compañeros.

Los nueve de Peñaherbosa encaran su segunda noche de encierro tras recibir el aliento de compañeros docentes

Por situarnos en lo que es un encierro: no hay colchones sobre los que dormir, no hay duchas ni cocina o armarios con tu ropa y, desde luego, no está tu gente a mano.. Condiciones a las que se han ido sumando nuevas dificultades, prohibición de meter comida, ir al baño de uno en uno, y ojo con que el que salga del recinto no puede volver a entrar, enumeraban este jueves en el punto exacto que se considera dentro del recinto. (No nos resistimos a recordar la pandemia, en la que los meses de privación del movimiento se hicieron para muchos insoportables, pese a que en buena parte de las ocasiones se desarrollaban con las comodidades que tuviera el propio hogar).

Ya tienen claro que no son bien recibidos allí: la Consejería de Presidencia ha pedido a Delegación de Gobierno que les desaloje, algo que no sucederá porque el encierro se viene desarrollando de forma pacífica.

A sacarles físicamente de allí –y acabar con el encierro, en consecuencia-, parece ir dirigida la oferta que recibieron ayer del consejero de Educación. Recordamos: todo esto viene de la petición de una mejora salarial, progresiva y tras 16 años de congelación, avalada por el Parlamento de Cantabria en su totalidad, partido del consejero incluido.

Tras la reunión a negociar, citados ahí, en el ecosistema de Peñaherbosa, se encontraron con que su propuesta concreta de subida salarial (325 euros, pero escalonados, serían 70 el año que viene) no era recibida, como es habitual en las negociaciones en el mundo de la empresa, con una contrapropuesta y se pasó ya a decir que no había encaje ni posibilidad. Al pasar al encierro y pedir la mediación de la presidenta Buruaga para que se cumpliera el acuerdo parlamentario que había votado el PP, el titular de Educación reaccionó, explicitando que por indicación de la jefa del Ejecutivo, citándoles a una reunión con la que confiaba que se acabaría el encierro. No pareció surtir efecto: los nueve de Peñaherbosa seguían sin ver una propuesta concreta, y la reunión incluía un cambio de escenario que contradecía al propio Gobierno que les había citado allí de primeras.

Los ecos del encierro llegaban al Parlamento de Cantabria, donde se producía la votación de la enmienda a la totalidad de los presupuestos para 2025, en los que debería reflejarse la subida salarial, en un pleno en el que las alusiones del portavoz socialista Pablo Zuloaga no sólo a la educación, sino a la sanidad elevaron un par de grados la temperatura del debate que no llega a los micrófonos. –Los conductores de las ambulancias, por cierto, siguen directos a la huelga después de que la nueva empresa, Diavida, se haya estrenado sin cumplir con su obligación de pagarles la primera nómina, cuyo dinero debería tener garantizado –no hablamos de una fábrica que pierda pedidos- ya que es dinero público de los presupuestos autonómicos reflejado en un contrato tras ganar un concurso–

En Peñaherbosa, dentro de las distintas muestras de apoyo, hoy recibían la visita de la Coordinadora de Pensionistas: citados para una cacelorada antes de que se produjera el encierro, en reivindicación de medidas contra las listas de espera o de mejora de la atención a la despedida. ¿Necesitáis algo? es una pregunta que empiezan a escuchar –o leer- mucho estos días.

Dentro, van pasando las horas, entre preparar documentos para negociar, contactos con otros compañeros, con la familia y amigos, por supuesto, y expandiendo el mensaje, que en 2024 encuentra pocos límites, a base de vídeos, directos, en una campaña informal que va a ir expandiéndose por redes y colegios, y que muchos profesionales de la educación están mirando con orgullo. Mientras, esperan una nueva llamada que suponga una vuelta a negociar en torno a cosas concretas, lo que esperaban el martes, en un intento de desatacarse de los últimos 16 años de congelación. Al final, va a resultar que los nueve de Peñaherbosa son los únicos que quieren restablecer la normalidad del ecosistema.

 

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