Un nuevo grito por Gaza se lanza en Santander pensando en los trabajadores sanitarios
Cada vez que la sociedad civil, en estos ya cerca de dos años de genocidio, ha salido a la calle para protestar por lo que se está viviendo en la Franja de Gaza, los motivos siempre han sido variados, empezando por los miles de niñas y niños que han sido asesinados.
En esta ocasión se han exigido las mismas cosas. Lo primero, que haya un alto el fuego para que deje de morir gente. Restablecer la entrada de ayuda humanitaria para que miles de familias desesperadas puedan volver a comer alimentos con normalidad y que puedan tener unas condiciones mínimas de aseo. Pero también que el Derecho Internacional Humanitario tenga un sentido y no siga siendo algo inservible. También que la UNRWA y las organizaciones humanitarias puedan volver a trabajar sobre el terreno, en un momento donde hay carencia de todo y necesidades extremas.
Esta vez, sin embargo, se ha querido poner un foco especial en el personal sanitario que trabaja y ha trabajado en Gaza. Especialmente, quien sigue ahí y que trabaja en unas condiciones precarias y no puede salvar todas las vidas que desearía. Ni mucho menos.
Las cifras estimadas que se han leído en el acto, en la calle Burgos de Santander, son de 400 trabajadores sanitarios y 1.200 de la salud muertos, y otros 300 secuestrados. También se ha recordado que 15 trabajadores de Cruz Roja aparecieron en una fosa común.
Las instalaciones hospitalarias están total o parcialmente destruidas. Las que aún funcionan no pueden proporcionar los tratamientos necesarios para enfermedades, ni tampoco tienen muchos de los materiales que se utilizan para curar a los heridos que llegan.
En el acto se ha leído un mensaje del Complejo Médico Nasser de Gaza en el que se relata que tienen los tanques del ejército israelí a sólo unos metros de distancia. Sienten que están más cerca de la muerte que de la vida. Pero su profesión les hace seguir allí para tratar de ayudar a quien llega con alguna necesidad.
Lo que piden es que no se conviertan en simples números si se produce un fatal desenlace. Que no sean sólo las cifras que van aumentando con el paso de los meses. Lo que quieren es que se hable de ellos y de la labor que hicieron entre las máximas dificultades, cumpliendo con lo que consideran su deber humanitario.
Después se leyó también el testimonio de un médico gazatí que habla de falta de telecomunicaciones, de escombros por todas partes, de bombardeos que pueden suceder en cualquier momento, vidas perdidas sin que nadie lo sepa, vidas que tratan de seguir adelante, la ayuda que no llega y el silencio, que no llega a ser total, porque aún voces que resisten y que cuentan lo que está sucediendo.
Un acto muy emotivo en el que se quiso extender las palabras dedicadas a toda clase de personal sanitario también a las personas voluntarias, que también hacen lo que pueden en medio de la barbarie. De nuevo, se ha tratado de hacer llamamientos para que Gaza no quede sepultada, ni bajo las bombas, ni bajo el silencio, ni bajo la indiferencia.