El pasado junio tuvieron lugar una serie de convocatorias coordinadas desde la red Sur de Europa contra la Turistización: decenas de miles de personas se movilizaron en más de una decena de territorios de la zona para rechazar el monocultivo turístico que expulsa y precariza a la población, que destroza los territorios y el planeta, para exigir cambios urgentes en un modelo económico extremadamente injusto.

Las calles de Barcelona, Cantabria, Córdoba, Donostia, Eivissa, Granada, Génova, Lisboa, Menorca, Napoli, Palma, Venecia… se llenaron con grandes manifestaciones, acciones simbólicas y actos de denuncia y debate. Cada lugar con sus particularidades, atendiendo a su contexto y a su momento, pero todos con la misma idea central: la necesidad de frenar y revertir el proceso de turistización en el Sur de Europa.

En Cantabria se realizó un concejo abierto donde medio centenar de vecinos y vecinas se encontraron para hablar de las problemáticas que enfrentan día a día, consecuencia de la turistificación y el modelo que la hace posible. También las posibles medidas que harían falta para paliarlas. El encuentro lo organizó la plataforma ‘Cantabria para vivir’.

La red Sur de Europa contra la Turistización, creada en 2018, ha servido hasta ahora como espacio de apoyo y aprendizaje mutuo, y ya anteriormente había generado movilizaciones coordinadas, a menudo con motivo del Día Mundial del Turismo. Pero este 2025, tras las movilizaciones históricas en diferentes lugares del Sur de Europa el año pasado, la red comienza a mostrar su verdadero potencial.

Movilizarse simultáneamente de manera coordinada ha permitido no ya sumar, sino multiplicar las diferentes voces en un potente coro de lucha. Cada vez más personas comprenden que este modelo turístico no es sinónimo de progreso, sino de expulsión, precariedad y devastación, según dicen desde la red.

Creen que está cambiando el sentido común y que se acabó el mito del turismo como salvación económica. Lo que ven en sus vidas es bien distinto: pérdida de acceso al derecho a la vivienda, barrios vaciados de vecindario, trabajos cada vez más precarios y deshumanizantes, encarecimiento del coste de vida, destrucción del territorio, saturación de recursos básicos, e incluso limitaciones en nuestra movilidad cotidiana. Todo para sostener un modelo que, denuncian, sólo beneficia a unos pocos.

Por eso piensan que cada vez son más. Más personas que alzan la voz, más colectivos que se organizan, más territorios que resisten. La turistización, sostienen, ha dejado de ser un problema percibido por unos pocos para convertirse en una preocupación generalizada que atraviesa generaciones, clases y territorios. Y estiman que esto no ha hecho más que empezar.

Dada la situación que ven en numerosos lugares, creen que seguirá habiendo otras acciones y movilizaciones este mismo verano, de igual manera que el próximo 27 de septiembre volverán a verse acciones anti-turistización con motivo del Día Mundial del Turismo. La lucha contra la turistización, señalan, crece, se expande y se organiza.