Este viernes se leerán en Santander los nombres de las niñas y niños asesinados en Gaza

De nuevo habrá una acción reivindicativa para que se ponga el acento en la terrible situación humanitaria que está viviendo la Franja de Gaza y, en especial, la infancia
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No se puede decir que en Gaza la situación esté tocando fondo. Desde que comenzó esta nueva ofensiva en 2023, las formas de violencia que el Gobierno de Israel ha desatado sobre el pueblo palestino han adquirido una dimensión devastadora. Personas, animales, árboles, huertos y fuentes de agua son masacrados y condenados a la inanición, a la sed y al hambre. El sufrimiento y la destrucción territorial y cultural son insoportables.

El gobierno sionista de Israel y su ejército están perpetrando un ejercicio de desprecio por la vida humana brutalmente doloroso, incomprensible por venir de personas que dicen representar a un pueblo que también sufrió una de las mayores atrocidades conocidas. Además de arrasar con todo lo material, que constituye depósitos de cultura y vida en común. En Gaza no queda ya casi nada en pie. Hospitales, escuelas, mezquitas, iglesias, bibliotecas, cafés, comercios, viviendas, han sido destruidos en su mayor parte.

Hombres y mujeres palestinas de cualquier edad, y sobre todo niños y niñas están siendo masacrados. La bestialidad impune del gobierno israelí, consentida miserablemente por la mayor parte de los gobiernos del mundo, pone al descubierto la vergüenza de tener que reconocer que lo vivido en la primera mitad del siglo XX en Alemania, no ha sido una excepcionalidad en la historia humana.

Según cifras recientes, más de 16.800 menores palestinos han sido asesinados. Esto representa poco más de una muerte cada hora. Son cifras escandalosas y aún así representan una infravaloración de la realidad, ya que seguirán aumentando a medida que se desescombren las ruinas. Y son muchos los niños y niñas vivos mutilados, huérfanos, enfermos, aterrados y consumidos por el hambre.

Según la Corte Penal Internacional, matar o causar graves daños físicos o mentales a los miembros de un grupo, someter a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial, imponer medidas destinadas a impedir los nacimientos o trasladar a la infancia de un colectivo a otro son elementos constitutivos de genocidio.

Todas esas cuestiones son acciones que describen lo que Israel lleva haciendo contra el pueblo palestino no sólo desde 2023, sino desde decenios antes, incumpliendo, uno detrás de otro, acuerdos y resoluciones de Naciones Unidas. Miembros del Gobierno de Israel ha manifestado, explícitamente, la intención de aniquilarlo y eliminar al pueblo palestino.

Estamos, sin duda, ante un genocidio. Televisado y consentido. El Gobierno de Israel convierte a su población más joven en hordas deshumanizadas. Empujándoles a perpetrar estas masacres, burlándose de su sufrimiento les deshumaniza y les arrebata la paz para siempre.

Son cifras que golpean y duelen. En ausencia de gobiernos dignos, tal y como señala la Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos, Francesca Albanese, los y las ciudadanas deben ser anticuerpos contra la brutalidad. La sociedad civil sigue movilizándose en contra de todo lo que ocurre en Gaza. Participa en concentraciones y firma manifiestos demandando el cese de relaciones y de venta de armas a Israel, también hay quien boicotea productos israelíes. Todo para denunciar el genocidio del Gobierno de Israel sobre el pueblo palestino.

Este viernes, 1 de agosto, se celebrará en la plaza del ayuntamiento de Santander un acto simbólico de homenaje en el que se leerán los nombres de los niños y niñas asesinadas en Gaza. Una lectura dolorosamente larga, desde las 9 de la mañana hasta las 12 de la noche. Aún sabiendo que necesitaríamos más tiempo para poder leer los más de 16.800 nombres, detrás de los cuales hay vidas truncadas, hay madres destrozadas, hay personal sanitario comprometido e impotente. Esta es una forma de no ser cómplice de lo que sucede allí.

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