FIS 2025 1: Inauguración saltarina con inquietos bailarines -Ballet Junior de la Ópera de París- y un marco histórico nuevo con flautista de… Milán

Agosto es un mes de muchas actividades de ocio y cultura, pero en Santander y Cantabria es el mes del Festival Internacional de Santander (FIS para los amigos) que este año cumple su edición 74 (sí, la septuagésimo cuarta). Una edición que ha nacido con bríos renovados en una inauguración con muchos saltos y piruetas de giro. Día 1 con ballet, día 2 con Giovanni Antonini, un flautista muy armónico y con jardín. Primera crónica FISgona.
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Fotografías: Julien Benhamou/OnP

Ballet Junior de la Ópera de París – Sala Argenta – 1 de agosto – 20:00 horas

Los conciertos inaugurales del FIS tienen una dinámica curiosa: autoridades, patrocinadores y gentes importantes lucen sus mejores galas (más en un día muy y mucho francés). El de este año tuvo su protocolo, sesión de fotos y toma de posesión del palco. Sentados todos, pudo comenzar el espectáculo.

La apuesta de apertura de esta edición era atrevida: un ballet casi juvenil (los franceses llamando “¡Junior!” al ballet más nacional) con un director de danza español al frente -el bailarín y coreógrafo José Martínez, Cartagena, 1960- y cuatro variadas presentaciones, tres coreografías conocidas y una cuarta novedosa. En orden de aparición programática: primero George Balanchine -un ballet más clásico-, luego Maurice Bejart -un ballet más contemporáneo-, tercera Annabelle López-Ochoa -un ballet innovador- y finalmente José Martínez -un ballet con muchos maridajes y buen humor-. 17+1 bailarines en escena, algo comentado en directo pero que no se supo la causa hasta después: hubo una baja por lesión que alteró la segunda y cuarta coreografía. Músicas de los siglos XVIII y XIX, con añadidos de algún entorno acústico (forma de decir que se oyen sonidos que Schubert no compuso). Alineaciones:

1- “Allegro brillante”, Chaicovski y su “romanticismo ruso expansivo” del Concierto para piano nº 3. Ocho bailarines comenzaron unas evoluciones muy geométricas, simétricas, llenas de técnica que parece sencilla, sin esfuerzo aparente. Una entrada con sabor a calentamiento.

2- “Cantate 51”, Bach la tituló “¡Aclamad a Dios en todas las naciones!”. Una cantata muy espiritual, que Bejart centró en la Anunciación a María y que los percances redujeron de ocho a dos los bailarines. Pero, ¡que pareja!, capaz de trasmitir la intensidad del momento y emocionar con sus evoluciones. Un dúo con un bailarín español para seguir: Jaime Almaraz Baizán.

3- “Requiem for a Rose”, Schubert y percusiones modernas. Una pieza que deslumbra por la belleza plástica de sus ejecuciones, por la perenne rosa de la solista, el vestuario pétalo de sus compañeros y unos latidos que marcan pasos a dos, grupos de cuatro y seis, giros y composiciones atrevidas. Perfección y hermosura.

4- “Mi favorita”, Donizetti y retazos de su ópera más española de amoríos medievales. Final de fiesta danzante con muchos cambios: solistas, dúos que se besan o reciben un sonoro tortazo, cuerpo completo -menos uno- feliz. Alegría y humor como gran cierre.

Parece que la Ópera de París ya tiene una escuela de jóvenes talentos que genera estilo diferenciado y ganas de explorar muchos mundos coreográficos posibles. Gustó, fue muy aplaudido, incluso con interrupciones y bravos. Buen comienzo, apuesta notable, sobresaliente alto.

 

Fotografía: Pedro Puente/FIS

Giovanni Antonini – It’s as easy as lying – Claustro de la Catedral – 2 de agosto – 21:00 horas

Los conciertos en el claustro de la catedral de Santander son angulosos, es decir en una esquina. Un marco histórico incorporado al FIS que permite escuchar gaviotas, motos y algún estruendo callejero. Un estreno que combinaba un eminente flautista italiano con un programa un poco medieval, un poco renacentista, un mucho barroco. Un título, extraño: “Es tan sencillo como mentir”, algo que se inventó Shakespeare en boca de su Hamlet (1603). Los artistas son así y a Giovanni Antonini (Milán, 1965) no se le oyó ni saludo, ni palabra, ni explicaciones hamletianas. Ser o no ser comprendido, esa era la cuestión.

Antonini es un referente de la música barroca y clásica como interprete flautista y como director de un gran ensemble: Il Giardino Armonico, que fundó en 1985. Una mesa llena de flautas y dos atriles contrapuestos eran el pequeño escenario al que llegó Giovanni tocando una flauta doble medieval en un tema anónimo del siglo XIV. Su digitación era prodigiosa y su maestría fue variando con nueve flautas dulces, de pico y traversas cada una con un tema adecuado.

El programa trascurrió plácido con composiciones de Georg Philipp Telemann (1681-1769), Johann Sebastian Bach (1685-1750),

Jacques-Martin Hotteterre (1674–1763) y Jacob van Eyck (1590–1657), donde la rápida continuidad era la marca de la casa. Solo hubo dos momentos diferentes con piezas del coreano Isang Yun (1917-1995), la primera un canto pastoril incesante en un paisaje chino y la segunda un tema llenó de resonancias sonoras, aunque “The actor and the monkey” fuera un título donde no había monos y sí pájaros (o eso se entendió con las gaviotas colaborando). Poco más de 60 minutos y una propina fue el recital. En el recuerdo queda un gran flautista que solo habla con sus instrumentos. Alguna vez miró al público y pareció iluminársele la cara; no es fácil sonreír (“It’s not easy to smile”, algo que no dijo Hamlet, pero lo pensó).

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