El «clamoroso silencio» de Gema Igual en su valoración de las fiestas ante lo vivido en el Ensanche durante la Semana Grande «es ensordecedor», afirma la Asociación de Vecinos Pombo, Cañadío, Ensanche. «O es desprecio, o es una alarmante falta de empatía hacia los residentes que hemos soportado diez noches de auténtico caos», denuncian. Creen que negar los hechos no oculta la realidad, «que demuestra que, durante las fiestas, el Ensanche ha sido el escenario de un botellón masivo y descontrolado, convirtiendo sus calles en un vertedero a cielo abierto».

Describen la Semana Grande como diez noches seguidas de consumo libre de alcohol, ruido constante e insoportable, desperfectos, peleas, insultos, acumulación de basura por todas partes, cristales rotos, vómitos y un persistente olor a alcohol y orín. Esto ya no les parecen «hechos aislados”, como suele decir la alcaldesa, sino que lo viven como un grave problema de salud y de orden público que no puede pasar inadvertido a quien gobierna la ciudad.

La ausencia de Policía Local en el Ensanche, dicen, ha sido manifiesta, porque no han visto ni presencia disuasoria, ni control del orden público, ni vigilancia efectiva. Recuerdan que las autoridades tienen la obligación de proteger y garantizar el descanso de la gente que trabaja, que madruga y no está de vacaciones, de las personas que ejercen profesiones que necesitan de un especial descanso, de las personas enfermas, de los menores o de los que simplemente quieren dormir. El resultado es que se han sentido desamparados, ignorados y desprotegidos por parte de sus representantes en el gobierno de la ciudad.

La Asociación ha publicado diversas fotos, vídeos y testimonios de residentes que los vecinos les han hecho llegar y que muestran una cara menos amable de Santander, lo que la Asociación llama «atropello contra la salud, el medio ambiente y la convivencia cívica en que se han convertido estas 10 noches de festejos».

Todo el material publicado dicen que lo ponen a disposición de las Concejalías responsables para que valoren la realidad y «no recurran a una narración-ficción de fiestas idílicas». Exigen que la próxima Semana Grande se planifique garantizando el derecho al descanso y a la convivencia cívica, a la vez que reclaman la puesta en marcha del tantas veces prometido recinto ferial para eventos ruidosos y masivos. Quieren unas celebraciones más respetuosas y compatibles con la vida diaria de las personas residentes en el Ensanche y se ofrecen para una reflexión conjunta sobre un modelo de celebración más plural, menos tóxico y más respetuoso con la salud de todos/as.