FIS 2025 3: 1 pianista (András Schiff), 4 saxofones (Kebyart), 7 bailarines de rap con orquesta (Le concert de la Loge). Semana variada y movida, a ratos tranquila.

Hay semanas de agosto en que las ofertas culturales y de festejos son tantas que es difícil elegir. Hay una fórmula a seguir: no perderse ocasiones únicas de músicos y danzantes. El FIS de este año las tiene y una detrás de otra. Gran programa y grandes artistas. Tres muestras de la semana pasada que acabaron el domingo en una orquesta china con director surcoreano tocando ritmos toreros de Bizet. Pero esta historia para la próxima entrega.
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Fotografía: Pedro Puente/FIS

Sir András Schiff – Sala Argenta – 8 de agosto – 20:00 horas

Lleno en la sala. Un piano Steinway de gran cola en el escenario. Se esperaba al oficiante: un pianista nacido en Budapest en 1953, suave y parsimonioso en su entrada. Saludos al respetable y rápidamente suena Bach, ese músico al que recurre una y otra vez András Schiff para su tranquilidad interior (y de paso regalar a los auditorios momentos de belleza interpretativa). Dos primeras piezas de Johann Sebastian (un “Aria” de las Variaciones Goldberg y el Capriccio en si bemol mayor “Sobre la partida de un querido hermano”) mostraban la forma de ver el mundo y el piano de Schiff: precisión, claridad expositiva, lentas transiciones, pasajes que hace juguetones, notas remarcadas casi extasiado. Cada pieza acabada tenía su ritual: inclinación agradecida al piano (se supone con el espíritu dentro del compositor) y breves inclinaciones dirigidas a los varios puntos cardinales de la sala.

Después de Bach llegó Mozart, pero antes se oyó la voz de András -grave, barítono puro- mezclando idiomas que explicaban lo que iba a tocar. Siguiendo un instinto de maestro de cocinas, Schiff se ve como un chef que ofrece en su restaurante un menú que adecúa a cada comensal: “Siempre va a haber Bach, Bach puro, nunca transcripciones. Y Haydn, Mozart, Beethoven, Schubert, Schumann, Mendelssohn y Brahms. A veces Janacek y Bartok. Liszt o Rachmaninov: nunca. Tampoco Stockhausen. Para eso, hay que ir a otro restaurante”. La cena en palacio santanderino tuvo todos sus ingredientes preferidos, pero fue el segundo plato -el Concierto italiano en fa mayor (de Bach)- en el que el artista se mostró virtuoso en cada movimiento.

Anunció que con la Sonata para piano “La tempestad” de Beethoven “è finita la commedia”. Pero no… aplausos y bravos esperaban los postres. Los hubo, en una triple propina deliciosa: el vals nº 3 de Chopin, la “Canción giratoria” de Mendelssohn y un andante de los “Cuatro impromptus” de Schubert. Todo un festín de uno de los grandes pianistas actuales, sabios y con estrellas.

Curiosidad final: el chef no permite fotos en el que se vea cómo elabora sus platos. Por ello, no las hubo en el recital santanderino. Una lastima, pues explicar esa forma de acariciar al piano y llevarlo por caminos de excelencia merecen verse reflejados en una foto.

 

Fotografías: Pedro Puente/FIS

Kebyart, cuarteto de saxofones – Auditorio Centro Botín – 7 de agosto – 20:00 horas

Pere y su saxo soprano

Una de las agrupaciones de música menos frecuentes -incluso raras- es la de juntar cuatro saxofonistas tocando clásico, moderno y obras nuevas frente al mar. Kebyart lo hicieron el pasado jueves con un programa lleno de sorpresas: Stravinski, fantasías norteamericanas, un reciente homenaje a Ravel con saxos y un estreno mundial. Ellos son Pere Méndez al saxo soprano, Víctor Serra al saxo alto, Robert Seara al saxo tenor y Daniel Miguel Guerrero al saxo barítono. Un cuarteto que gusta explicar sus elecciones y hacer accesible al público sus interpretaciones. Esto permite disfrutar de los seis movimientos del ballet Pulcinella (1920) de Igor Stravinski, sintiendo serenatas y tarantelas danzantes, o los ritmos del lejanísimo este y oeste estadounidense de los Fantasy Etudes (1993-1995) de William Albright. Además -en rigurosa exclusiva- dos compositores presentes en la sala iban a hablar de sus obras.

Mikel Urquiza (1988) defendió sus Les perfectibilités – traite d’ornement (2024), un homenaje a Ravel y Rameau, maridaje difícil a base de adornos. Dani López Pradas (1994) explicó las entretelas de su estreno mundial, un homenaje a George Gershwin en su Echoing Rhapsodies. La conjunción del cuarteto resultaba perfecta y con actitudes singulares: Pere yendo y viniendo, Víctor más hierático, Robert juguetón y Daniel pendiente de todo, incluso de sí mismo. Recién estrenados mundialmente y alegres, su bis fue una delicia: Summertime (1935), una nana de Gershwin que deja mucho espacio para la improvisación y los Kebyart la tienen. Satisfechos todos, hubo declaración final: “Lo más difícil del concierto ha sido no poder despistarnos de las vistas no vistas de la bahía”.

 

Fotografías: Pedro Puente/FIS

Le concert de la Loge – Vivaldi: Las 4 estaciones bailadas– Sala Argenta – 6 de agosto – 20:00 horas

24 artistas en escena, 7 bailando y 17 interpretando la música más conocida de Antonio Vivaldi (1678-1741), 4 estaciones y otras sinfonías. La propuesta era conjuntar baile y música barroca, algo que se intentaba conseguir con bailarines con el hip-hop como bandera y músicos descalzos deambulantes. La mezcla resultaba atrayente.

La parte musical brilló con un ensemble que arropaba las idas y venidas de su violinista director: Julien Chauvin parecía el octavo bailarín y sus andanzas repartían momentos muy plásticos. Más moderado, pero igual de brillante, fue escuchar el violonchelo de Jerôme Huille al que le movieron la plataforma buscando visibilidad. Vivaldi sonaba y los bailarines generaban saltos, acrobacias, giros sobre el aire o sobre el suelo, break-dance; coreografía y escenografía de Mourad Merzouki que jugaba con las sombras y los reflejos (además de con focos un poco a su aire, algunos deslumbrando al público). El resultado de estas estaciones del siglo XVIII bailadas en el siglo XXI fue una decisión dividida entre el público: que bien bailan, que bien tocan, que largo se nos ha hecho todo.

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