FIS 2025 7: Erase una vez un niño que jugaba en el patio del cole de Numancia. Ahora dirige una gran orquesta y comparte escenario con… Khatia Buniatishvili. Noche entrañable, noche memorable

Fotografías: Pedro Puente / FIS
Orquesta Sinfónica de Melbourne / Khatia Buniatishvili / Jaime Martín – Sala Argenta – 24 de agosto – 20:00 horas
La noche del domingo 24 de agosto fue muy especial: tocaba una orquesta girando por sus antípodas -la Sinfónica de Melbourne, sureste de Australia-, dirigida por un chaval de Santander que toca muy bien la flauta -Jaime Martín, Santander, 1965- y que tuvo como invitada a la pianista con más energía y mediática del momento: la franco-georgiana Khatia Buniatishvili (Batumi, 1987). Noche con expectación grande. Lleno absoluto, como el oído musical de Khatia.
Para algunos, además de vecino municipal cercano, Jaime Martin es el chaval que fue al mismo colegio que el cronista, que correteaba por la calle Magallanes y que era ya disciplinado, charlatán y con buenos recuerdos en los profesores. El colegio Numancia (entonces con niños y niñas separados) podría dedicarle ahora que se llama C.P. Cisneros el aula de música. El salón de actos, hoy remozado, fue lugar de actuaciones escolares de Jaime y en medio de su paso por la etapa Primaria surgió su interés por la música. Lo relató al final del concierto:
“He nacido aquí. La razón de que empezara mi amor por la música se debe a mi padre Paco. Me llevó a un concierto a la Plaza Porticada (FIS 24º, 1973) cuando tenía ocho años. Estaba superexcitado, porque el concierto era… a las once de la noche. A mi la música sinfónica ni me iba ni me venía, pero escuchar a una orquesta fue toda una revelación. La noche orquestal la dirigía el maestro Odón Alonso con la RTVE y la pieza que escuche maravillado era la misma que hemos tocado hoy: Cuadros de una exposición. La música es increíble. Me siento como un chaval con sesenta años”.
Fueron palabras que emocionaron y que a este cronista le llevaron a los tiempos en que las clases se tocaba flauta, en que los del Numancia empezaban a jugar a voleibol y que Jaime ya estaba enganchado a lo que hoy es su vida: la música. Luego vino el conservatorio santanderino, un profesor Tomás animoso con alumno provechoso y el salto a otras formaciones. Flautista reconocido internacionalmente (primera flauta de la Royal Philharmonic Orchestra desde 1997 hasta 2001 y lo es de la Chamber Orchestra of Europe, de la Academy of St Martin in the Fields y de la orquesta de la English National Opera). En 2012 es nombrado director artístico del Festival Internacional de Santander. Como director de orquesta coge la batuta por primera vez en 2008 de la mano de Sir Neville Marrimer y continúa en ello por escenarios de todo el mundo. La MSO (Sinfónica de Melbourne) fue creada en 1906 y acogió a Jaime en 2022 como Chief Conductor (sí, jefe de dirección) al que se le alaba su prodigiosa creatividad musical y sus grandes capacidades para motivar e impulsar a los músicos.
Jaime, el niño del colegio Numancia, dirigió a la ahora su MSOrquesta con emociones varias, según fueran temas más tranquilos y evocadores -el comienzo con las colinas Hounted Hills de la australiana Margaret Sutherland (1897-1984), poema sinfónico- o las turbulencias de los diez Cuadros de una exposición de Modest Músorgski (arreglo de Maurice Ravel) que ocuparon toda la segunda parte y que mostraron una orquesta sólida, con todas las secciones y sus solistas iluminando con alegría los castillos, gnomos, cabañas con patas de gallina y catacumbas ideadas por Músorgski (1839-1881). Jaime dirigía sin batuta y reservó para el final –La gran puerta de Kiev– su explosividad y contento máximos; disfrutaba y hacía disfrutar.
Llegaron después sus palabras –“No me puedo ir de Santander sin celebrar muchas cosas, cumpleaños, mi padre por ahí en la sala…”- y dos propinas: la Obertura de Ruslan y Liudmila de Glinka con las cuerdas envolventes y el recordatorio para un compositor local -local de Melbourne- el Irish Tune del australiano Percy Grainger.
¿Y Khatia Buniatishvili?
Emocionado con Jaime, la noche fue también la de Khatia. Aunque sea figurado: pasó un huracán por la sala Argenta. Una arrebatadora pianista, segura de sí misma hasta extremos casi imposibles, con ganas de dar vueltas a un concierto que ese atormentado Piotr Illich Chaikovski (1840-1893) compuso entre 1874 y 1875. Y lo hizo: enérgica, jugando con la orquesta y estableciendo un personal diálogo de miradas con Jaime que parecían decir “por dónde vamos y adónde vamos”, con adornos continuos, pedal trabajado al máximo, técnica más que perfecta, pelo yendo y viniendo… cada uno de los tres movimientos del concierto era una aventura para ver cómo lo interpretaba y con qué sorpresas y variaciones nos daba nuevas visiones. Sonó otro Chaikovski, intenso, diferente: se agradeció. Grande Buniatishvili, un torbellino musical. Ovaciones, bravos y un delicado tema como propina Adagio del Concierto en re menor, BWV 974 de Bach. Tras la tempestad, llegó la calma.
Noche memorable. Gracias Jaime. Gracias Khatia. Gracias MSO.
