OPINIÓN

La semana en que se dio la vuelta al ‘sentido común’

Las masivas protestas contra el blanqueamiento del genocidio a través de la Vuelta Ciclista han llevado por fin el debate público a las posiciones de apoyo al pueblo palestino en la que se encontraba una inmensa mayoría de la población.
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No es nuevo que hay una opinión pública y una opinión publicada, es decir, que no siempre lo que aparece en los medios de comunicación refleja lo que realmente siente la población, sino que lo fomenta. Las redes sociales o la mensajería instantánea no se han traducido en una mayor diversidad de la conversación pública, sino que, integradas en campañas masivas, permiten monopolizar la agenda con temas muy encapsulados en las burbujas.

Toda esa mezcla genera, a base de insistencia, un “sentido común” dominante que no siempre coincide con el sentido común real, ni siquiera con la lógica más básica.

Un ejemplo reciente lo estamos viendo con la Flotilla de la Libertad y el regreso de alguno de los barcos a puerto a las pocas horas de zarpar: cualquiera que haya navegado —o, en una tierra de mar como Cantabria, cualquiera con un mínimo contacto— sabe que en la mar esas decisiones las toma el capitán, nunca los pasajeros. Sin embargo, el clima de opinión cuidadosamente fabricado hizo que muchos asumieran lo contrario, interpretando aquel regreso como una rendición o una cobardía de los pasajeros, pese a que mediáticamente les perjudicaba. Ha sido un caso claro de cómo un relato impuesto de forma masiva logra desplazar la lógica y condicionar percepciones.

«Un pequeño barco en una campaña política simbólica no puede hacer lo que tiene que hacer la comunidad internacional»

La lógica real, y también las encuestas, vienen mostrando desde hace tiempo que la mayoría del pueblo español está con Gaza y condena el genocidio que sufre a manos de Israel, con bombardeos sobre hospitales o repartos alimentarios. Esto no implica un apoyo a Hamás y, evidentemente, se enmarca en unos hechos que llevan repitiéndose desde hace décadas: colonización, usurpación de tierras o recursos, bloqueo a testigos (medios de comunicación) y criminalización de la labor de ONGDs.

Pero esa mayoría social no encontraba su reflejo en la opinión publicada: ni en buena parte de los medios, ni en los focos de discurso más influyentes en redes (grandes partidos, grandes opinadores), excepción hecha de voces en el mundo de la cultura. Esa distancia solo se mantuvo porque colectivos y ciudadanos —en Cantabria, con ejemplos como Cabezón por Gaza, Acción Palestina, Interpueblos, Sumud, Asamblea de Cooperación por la Paz, La Vorágine o Amnistía Internacional— mantuvieron viva una llama en acciones que no siempre fueron comprendidas ni masivas, pero sí coherentes con el sentir popular.

Esa situación ha dado un giro esta semana gracias a una herramienta poderosísima: el deporte. Desde el momento en que Israel decidió usar el ciclismo —tan arraigado y querido en Euskadi y Cantabria— para blanquear su imagen en plena ofensiva sobre Gaza, la protesta encontró un altavoz inédito. Porque sí, política y deporte se han mezclado, y ha sido para que un país que abandera una inhumana invasión y exterminio intentara presentarse como si nada ocurriera. Y, como dicen los docentes que empiezan a organizarse, no es un momento normal.

Las movilizaciones de Bilbao, que incluso paralizaron la etapa, se extendieron a Cantabria con una presencia masiva de banderas palestinas, con gente animando al invisible —y a la vez constantemente presente— “equipo gazatí”, sumando muchas más manos y gargantas que las de los colectivos habituales. De Laredo a Corrales, pasando por Riotuerto —cuyo Ayuntamiento aprobó una declaración institucional—, o al día siguiente en Cabezón de la Sal, donde existe un poso previo muy fuerte de activismo por Gaza.

Masiva respuesta ciudadana en Cabezón de la Sal contra el blanqueamiento del genocidio a través de la Vuelta Ciclista

El masivo impacto mediático y político que tiene el ciclismo ha elevado a cotas mucho más amplias la sensibilidad, logrando arrastrar voces que, de otro modo, difícilmente se hubieran sumado: desde el presidente del Principado de Asturias hasta el propio Ministerio de Asuntos Exteriores.

Cantabria da continuidad al movimiento propalestino en La Vuelta

Durante meses hubo muchas voces alarmadas por vivir un genocidio en tiempo real, con la sensación de estar solas, en silencio, quizá incomprendidas al ver que su opinión no encontraba reflejo en los grandes espacios de opinión. La ruptura del tabú ha llevado a muchas de esas voces silenciosas a gritar.

Porque, como se dijo el jueves por la tarde en la masiva concentración quincenal de Amnistía Internacional en Santander, quienes empatizan con esta causa no están solos.

Ese aislamiento empieza a romperse. Porque esta semana, por fin, se le ha dado la vuelta al sentido común.


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