Si el ánimo de los docentes es como el grito de Oliverio, hoy en funciones de megáfono frente a la sede de la Consejería —sustituyendo a Diegu, que se encontraba en Torrelavega—, entonces hay huelga para rato.

 

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No fue, claro, la única voz que sonó este jueves, día de arranque de las clases en Secundaria, en el Río de la Pila, frente a la sede de la Consejería de Educación: la comunidad docente gritaba su ya clásico “Buruaga, paga paga” o “Es ahora” (el momento de la adecuación salarial tras lustros de congelación), junto a mensajes de apoyo a los docentes que se han encerrado estos días en varios centros.

Y a los que suman un expresivo “Somos docentes, no rehenes”, y un entusiasta y casi futbolero “Silva, Silva, Silva, dimisión, dimisión, dimisión”.

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LA CLÁUSULA SILVA

Porque ven ya al consejero como el principal escollo en la negociación, después de que, tras cerrar la parte económica, planteara una cláusula inédita que vincula la ejecución de las partidas en los próximos años a que los presupuestos del Partido Popular (PP), en minoría, sean aprobados en el Parlamento.

Es decir, obliga al resto de partidos a apoyar el conjunto de los presupuestos, aunque incluyan medidas que no les gusten –imaginemos obligar a aprobar recortes en servicios públicos–. Se trata de una fórmula sin muchos precedentes, ya que no se aplica a otros acuerdos con empleados públicos, como los médicos, ni a ninguno de los otros pactos que se van cerrando en diferentes sectores.

Además, siembra dudas sobre el compromiso real con la medida: nadie se imagina que sucediera, por ejemplo, con una carretera prometida a un alcalde o con una subvención de SODERCAN (Sociedad para el Desarrollo Regional de Cantabria) u otro ente a un proyecto empresarial.

LA HUELGA ENCARA LA PRIMERA SEMANA CON EL ÁNIMO ALTO

Frente a las dudas sobre el sostenimiento de la lucha —e incluso frente a la estrategia que se atisba por parte de Educación de un estiramiento del conflicto con el ánimo de enfrentarles a las familias—, nada parece apagar la llama.

La mamá docente

Tres centros educativos de Cantabria se encierran antes de la huelga en los institutos

Ni la lluvia, que no consiguió parar la masiva concentración del lunes —la más multitudinaria de las organizadas— y que empezó a asomarse este jueves por el Río de la Pila para dejar paso al sol, ni lo prolongado de la negociación, ni el principio del curso académico. Tampoco han surtido efecto los distintos intentos de desactivar la protesta a base de elogios públicos al consejero o intentos de denigrar a la representación sindical.

A esto se suma el tosco intento de su partido de presentar a todos los representantes sindicales, y a todos los profesores y maestras a quienes representan y que secundan las protestas, como entes sin capacidad de discernir, entregados a alguna militancia política. Una idea que forma parte del argumentario que intenta vincular la huelga con el PSOE y el PRC, y que ignora, incluso desprecia, la diversidad ideológica del profesorado y su propia capacidad de saber lo que les conviene.

Prácticamente rodeando el edificio, con marcaje en la fachada principal y también, por si acaso, en la trasera, la cadena humana se extendía por las calles del entorno, desde el —por las noches animado— Río de la Pila hasta un San Celedonio que mantiene un fuerte poso reivindicativo. No en vano ahí se celebra el Bolero, la fiesta internacionalista de cada Primero de Mayo, y, suspiramos de nostalgia, ahí vivimos Las Gildas.

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