Más de 5.100 alegaciones al Polígono Eólico Briesa evidencian un rechazo social masivo ante la industrialización de los Valles Pasiegos
El reloj administrativo ha marcado ya el final del plazo de alegaciones al Polígono Eólico Briesa y su entramado de subestaciones y líneas de alta tensión.
En apenas un mes, la Plataforma Son Gigantes junto con el grupo vecinal No Subestación Arenal han reunido 5.108 alegaciones, que se sumarán a las presentadas por distintos colectivos de la comarca. Solo en el grupo de trabajo de El Arenal (Penagos) se recogieron cerca de 3.000 alegaciones, un esfuerzo vecinal que confirma el segundo gran hito ciudadano impulsado por la plataforma, tras la movilización de miles de personas en el anterior polígono de Benavieja.
Hace pocos días, el 28 de septiembre, más de 500 personas de todas las edades y diversas localidades se reunieron en los prados de El Arenal de Penagos, donde está proyectada la subestación de Saguales, epicentro del corredor energético que pretende unir Burgos con la costa cántabra. Allí, la palabra ‘NO’ se dibujó con cuerpos y convicción.
Fue un no colectivo a un modelo de industrialización del medio ambiente, pero también un sí a todo lo que hoy se pone en riesgo en los Valles Pasiegos: el paisaje, la biodiversidad y la forma de vida rural que les da sentido, un patrimonio natural y cultural que es también su identidad y su futuro.
“Nuestra oposición no es ideológica; se fundamenta en el principio jurídico del interés superior del menor, reconocido por la Convención sobre los Derechos del Niño (ONU, art. 3) y la legislación española, que obliga a que toda decisión que afecte a niños y niñas priorice su protección, salud y bienestar”, recogía el manifiesto del AMPA del CEIP Ambrosio Díez Gómez leído por su presidente, Roberto Valois Martínez.
Entre aquel gesto y las alegaciones hay una misma intención: como ocurre en la naturaleza, también las personas se unen para defender lo que nos da vida. La movilización no es dispersa: es un mapa social de resistencia donde se cruzan voces distintas —alumnado y familias, vecindad y comercios, ayuntamientos y profesionales— unidas por la misma idea de cuidado.
El Polígono Eólico Briesa, promovido por Tesera Energía 8, S.L.U. (Grupo Villar Mir), proyecta 19 aerogeneradores de 170 metros en Espinosa de los Monteros y Merindad de Montija (Burgos), evacuando su energía a través de más de 40 kilómetros de líneas de 220 kV y una compleja red de subestaciones: Briesa, Saguales (Penagos), Mustera (Villaescusa) y El Astillero 220. Los municipios afectados por este proyecto son Vega de Pas, Villacarriedo, Saro, Santa María de Cayón, Penagos, Villaescusa y El Astillero.
Las acciones de información, la recogida y la preparación de alegaciones técnicas y jurídicas fueron coordinadas por la Plataforma Son Gigantes junto al grupo No a la Subestación del Arenal, con el apoyo de múltiples entidades locales.
En total, participaron quince localidades del tejido territorial y se habilitaron más de veintiocho puntos de recogida, situados en seis ayuntamientos, comercios, negocios de restauración y otros espacios locales. Ese dato no solo representa volumen: refleja una conciencia territorial que crece frente a un modelo de planificación energética que no escucha. Y si las administraciones no atienden este clamor, el fracaso no será de la ciudadanía.
Un territorio agredido por proyectos fragmentados
La Plataforma Son Gigantes continúa su trabajo frente a los nuevos proyectos eólicos Las Américas 3 y Las Américas 16, promovidos por Arena Green Power (13 y 14, respectivamente) y actualmente en información pública hasta el 7 de noviembre.
Las Américas 16 de 49,99 MW, se proyecta en los términos municipales de Vega de Pas, Villacarriedo, Selaya, Santa María de Cayón, Saro, Villaescusa, Penagos y El Astillero.
Y Las Américas 3, también de 49,99 MW, afectaría a Santa María de Cayón, Villaescusa, Penagos y El Astillero, además de Villafufre y Santiurde de Toranzo.
Ambos proyectos impactarían directamente en enclaves de alto valor paisajístico, cubriendo de estructuras metálicas el puerto de La Braguía y el monte Caballar. A su vez, comparten trazado y parte de la infraestructura de evacuación con Briesa, acumulando su impacto en la zona de Penagos, donde se proyecta la subestación de nueva construcción de Saguales, convertida en nudo central dentro del corredor eléctrico que atraviesa los valles y punto de mira con el Centro de Datos Altamira.
La potencia de ambos proyectos, fijada en 49,99 MW, queda justo por debajo del umbral de 50 MW que transferiría la competencia al Estado (MITECO), lo que refuerza la sospecha de una fragmentación deliberada. Una práctica que contradice el sentido de la Ley 21/2013 de Evaluación Ambiental, concebida para evaluar los impactos de forma conjunta y evitar que lo que parece pequeño por separado acabe siendo, en conjunto, una transformación mayor e irreversible del territorio.
Mientras tanto, el eco de las más de 5.000 alegaciones y movilizaciones suenan como una advertencia clara: los valles no son territorio de paso para la energía de empresas privadas. No se trata de negacionismo climático, sino de defender una transición energética justa, que respete los territorios, su escala y a las comunidades que los habitan. Los valles son hogar, paisaje, memoria y futuro, reafirma la Plataforma.
Este rechazo social reclama una planificación con visión territorial, el respeto al derecho a decidir local y la obligación de considerar los impactos acumulativos antes de seguir ocupando el territorio.
Nueva acción en contra del Polígono eólico del Escudo
El pasado domingo, los Colectivos Vecinales en Defensa del Territorio convocaron una nueva marcha en las Antenas del Escudo para hacer un breve recorrido por las obras que están teniendo lugar para, como declaran, “a pesar de las múltiples alegaciones vecinales, técnicas e informes de impacto ambiental, además de la cuestionable o nula legalidad de las mismas, poner en pie el Polígono Eólico del Escudo”.
Medio centenar de personas acudieron a la cita a pesar de las inclemencias del tiempo y la localización del lugar. Según detallan, “a las 10:20 se inició el recorrido, con una escolta de cuatro vehículos de la Guardia Civil, además de representantes de la empresa Iberdrola y algunos guardias que nos dan su beneplácito para hacer el recorrido no sin invitarnos a tener un comportamiento ejemplar, no tocar nada, no hacer daños al material. El recorrido comenzó encabezado metros más adelante por un vehículo de la empresa”.
El propósito de la marcha, como habían notificado y comunicado públicamente de manera previa, era el de mostrar nuevamente el tremendo destrozo que está teniendo lugar, la impune muestra de injusticia y ecocidio que atenta directamente contra el territorio y sus habitantes en forma de gigantescos aerogeneradores. Como se aprecia en las imágenes que están difundiendo, las obras ya adquieren unas dimensiones gigantescas, varias de las estructuras eólicas se alzan sobre un terreno totalmente degradado y destrozado donde las turberas han sido sustituidas por grava, arena y cemento. “Aunque algún cartel de 30cm x 20cm parecía jactarse advirtiendo de zonas de protección medioambiental”, apuntan.
Según detallan, la marcha trascurría con normalidad cuando se decidió seguir por el recorrido prefijado que pasaba por encima de una cinta de plástico roja y blanca, que previamente se encontraba ya a ras de suelo porque había sido retirada por miembros de la empresa de seguridad contratada con Iberdrola. Afirman que uno de los vigilantes dio permiso para que continuasen y se procedió a ello, para poder llegar bajo uno de los grandes molinos y poder así mostrar y ver con sus propios ojos lo que está sucediendo y quieren que suceda en este y otros territorios.
En ese emplazamiento, las personas que asistieron a la marcha desplegaron varias pancartas y se realizaron varias fotografías para mostrar a toda la sociedad lo que está ocurriendo in situ. Según relatan, tras comenzar a tomar las fotografías aparecieron varios vehículos, dos de la Guardia Civil y dos de la empresa. El grupo fue acusado de entrar ilegalmente en una zona privada, de no seguir las instrucciones de la empresa y de retirar la cinta que impedía el paso en el lugar. Por ello, se identificó a dos compañeros como organizadores. Desde Colectivos Vecinales en Defensa del Territorio, denuncian que “la actitud es la ya vista en tantas ocasiones, un claro posicionamiento favorable a la empresa, una absoluta muestra de banalidad hacia lo que está aconteciendo en el territorio y más boicots e intentos de empañar, manipular o manchar la reputación de aquellas personas que luchan por defender el territorio”.
Recuerdan que esto no es algo nuevo, ya que en 2023 se quiso acusar de la quema de material de la empresa a las mismas personas que subieron a denunciar las prospecciones que estaban teniendo lugar sin los permisos. Tras un rato de intercambio sobre estos aspectos, relatan que iniciaron la vuelta hacia la salida de la zona de atentado medioambiental, el polígono eólico El Escudo, lugar que no hace tanto fue un espacio natural donde fauna, flora, habitantes de la zona y visitantes hacían uso de él sin restricciones, sin destrozo, y sin ser vendido a esta “transición ecológica”. Tras la acción, destacaban que “seguimos en esta lucha, tanto la Sierra del Escudo como en el resto de los territorios de Cantabria. Polígonos eólicos no. Ni en tú pueblo, ni en el mío”.